Imagina una máquina que, en pocos segundos, sea capaz de averiguar sobre la esencia profunda de una persona, preparada para escrutar y ahondar hasta en lo más oscuro de la personalidad. Piensa en una tecnología que podría clasificar sin error posible a todos los humanos según sus capacidades intelectuales, que sería capaz de detectar tendencias homicidas o antisociales siendo igualmente de utilidad para la selección de personal en las empresas. Bien, ¡no pienses más! Es máquina existe y es conocida bajo el revelador nombre de psicógrafo (psychograph). Ahora no imagines más, porque la máquina, a pesar de existir, no sirve absolutamente para nada, si acaso, para bromear con ella y poco más.
Esta locura sin pies ni cabeza hunde sus raíces en lo más profundo de la frenología. Las tesis frenológicas, desarrolladas inicialmente por el alemán Franz Joseph Gall a principios del siglo XIX, sostenían que era posible determinar con bastante precisión los rasgos de personalidad de los seres humanos simplemente midiendo las formas del cráneo del indivíduo. Es justo reconocer que Gall realizó aportaciones muy valiosas en anatomía pero, cuando se le ocurrió dar asiento a la frenología, metió la pata por completo. Sí, el tiempo y la ciencia han venido a demostrar que la frenología no se sostiene sobre ninguna base sólida, es pura pseudociencia y, sin embargo, durante gran parte de los siglos XIX y XX fue tomada por algunos como revolucionario método para escudriñar en la mente.
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Enlaces relacionados:
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– El Escéptico Digital – PSEUDOCIENCIA EN RECURSOS HUMANOS