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Lograr predecir el suicidio a través del tratamiento de las conductas autodestructivas es el gran reto de la psiquiatría, ya que, según la Organización Mundial de la Salud –OMS– cada 40 segundos muere una persona por este motivo. En el caso de la Región de Murcia, los datos resultan llamativos porque cada día son atendidos en los servicios de Urgencias tres personas que han intentado quitarse la vida, aunque la cifra de los que realmente lo consiguen sea mucho menor. Aún así las autoridades sanitarias aseguran que se encuentran dentro de los parámetros normales de los últimos años y en la media del resto de autonomías, ya que cada año fallecen cerca de un centenar de murcianos por esta causa.

En el hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, centro de referencia en la Región, atienden diariamente a un paciente por este motivo, según afirmó el jefe del servicio de Psiquiatría de la Ciudad Sanitaria, José Hernández, quien explicó que hace unos años una de las doctoras hizo una tesis y baremó las tentativas suicidas, «de ahí extrajimos los ítem –elementos– que tenían más peso específico en la mayoría de los casos». Con estos resultados iniciaron hace un año un nuevo proyecto con el que han establecido una escala con el objetivo de medir el riesgo suicida. El protocolo se aplica a los pacientes que llegan al servicio de Urgencias y que han intentado quitarse la vida y en él se preguntan aspectos como la edad; si tienen hijos; los antecedentes somáticos –síntomas físicos–; situación laboral; grado de desesperanza; conciencia de la gravedad; y tratamientos anteriores, entre otros aspectos.

El resultado se puede dividir en cuatro niveles de IGC –Impresión Clínica Global–: riesgo muy alto, alto, medio o bajo. Así, se hace un seguimiento del paciente y se le cita cada tres, seis, nueve y doce meses, para analizar su situación y los cambios. El proyecto no ha concluido, según manifestó el doctor Hernández, aunque hasta el momento ya han sido evaluadas unas doscientas personas y «queremos establecer unos patrones que realmente funcionen y midan el riesgo real de suicidio», ya que la escala anterior fallaba bastante. En una ocasión llegó una persona que había intentado suicidarse y el protocolo indicaba que tenía riesgo bajo de repetirlo, aunque tras salir del hospital se tiró de un edificio.

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