La organización Amnistía Internacional ha documentado al menos 714 muertes por condena a pena de muerte durante 2009, la mayoría en Arabia Saudí, Estados Unidos, Irak e Irán. La cifra no incluye las miles de penas de muerte que habrían sido aplicadas en China. En total, el año pasado, unas 2.000 personas fueron condenas a muerte en 56 países.
Un elemento de gran preocupación para es la restitución de la pena capital en algunos países, como sucedió en Guatemala. Actualmente, 19 personas esperan ser ejecutadas en ese país por inyección letal, y el presidente Álvaro Colom anunció que vetaría una ley aprobada el martes 5 y que otorga al presidente la facultad de indultar a los condenados, con el fin de restablecer la aplicación de la pena de muerte, que es legal en ese país pero está suspendida de facto desde 2000.
Para acabar con este “espanto” de la pena de muerte, 10 personalidades mundiales, incluído el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, se han unido en una Comisión Internacional contra la Pena de Muerte con la meta inmediata de lograr una moratoria universal efectiva en 2015.
La Comisión ha quedado constituida en Madrid bajo la presidencia del ex director general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, en el marco de la celebración del Día Mundial contra la Pena de Muerte, este domingo 10 de octubre. Mayor Zaragoza, quien ya preside la Fundación para una Cultura de Paz, aseguró que “hay que lograr la erradicación total de esta pena inhumana”, que, según recordó, aún se mantiene en el orden jurídico de 58 países, mientras 139 ya la han abolido en su legislación o en la práctica.
La nueva Comisión convirtió “de facto” la abolición de la pena de muerte en un noveno Objetivo de Desarrollo del Milenio, que se suma a los ocho que la comunidad internacional estableció hace 10 años para cumplirse justamente en 2015, el principal de ellos la erradicación del hambre y la reducción de la pobreza. En el acto de lanzamiento de la Comisión, realizado en el Palacio de la Moncloa, sede del gobierno español, Rodríguez Zapatero dijo que “la pena de muerte no es una pena, es un espanto”, que al desaparecer convertirá a la humanidad en más digna. La abolición, subrayó Zapatero, es la premisa para que se pueda hablar de universalización de los derechos humanos.
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