Texto encontrado en un libro sobre introducción a la Criminología
Un grupo de cuatro náufragos recala en una isla desierta, en la que salvo por un poco de agua en un arroyo casi seco no hay nada que comer o beber. Tras varios días sin llevarse nada a la boca y ya casi al borde de la muerte por inanición, entre los restos del naufragio aparece un paquete con cuatro latas de atún en conserva que apenas contienen alimentos para ese día.
Para poder sobrevivir unos días más, esperando que algún barco los aviste y venga a rescatarlos, uno de los náufragos propone comerse ese día sólo dos latas, dividiéndolas en cuatro raciones exactamente iguales, y hacer lo mismo con cada una de las dos latas restantes los días siguientes. Otro náufrago quiere que le den su lata para consumir su contenido cómo y cuando mejor la parezca. Un tercero dice que él es el único que tiene un abrelatas y que los demás tienen que darle, si quiere que se lo presente, una parte de la ración que les corresponda. El cuarto náufrago alega ser el más antiguo y de más alta graduación y que, por tanto, le corresponde la mitad de las latas, dejando las otras dos para que los demás se las repartan como quieran.
Surge una discusión entre ellos y en el transcurso de la misma el primer náufrago saca una pistola y amenaza a sus otros tres compañeros con matarlos y quedarse él con todas las latas, si no aceptan su propuesta. A la vista de lo cual los compañeros, con mala gana, se pliegan a sus exigencias, quedando el de la pistola encargado de aguantar las latas y de hacer el reparto por él propuesto. Así consiguen sobrevivir todos un día más. Pero al segundo día del acuerdo muere el náufrago que era el oficial más antiguo y también el de más edad y débil constitución. El tercer día muere de un disparo el náufrago que tenía el abrelatas, al ser sorprendido por su compañero intentando apoderarse de la última lata que le quedaba. El cuarto día muere el náufrago que tenía la pistola. Y al quinto día aparece un barco, rescatando al único náufrago que queda con vida, que había conseguido esconder entre sus ropas, sin que los compañeros se dieran cuenta, una quinta lata, que le permitía sobrevivir hasta la llegada del barco.
Fuente: El Forastero
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