Mucha gente piensa que la palinología forense en una disciplina nueva, pero nada más lejos de la realidad. El primer caso bien documentado de uso de la palinología para resolver un crimen ocurrió en Austria en 1959.
Gracias a muestras de polen de especies de plantas vivientes y extintas encontradas en el barro adherido a los zapatos de un sospechoso de asesinato, se logró inculpar al mismo y ubicar el lugar exacto donde éste enterró a su víctima en las orillas del río Danubio.
La gran aplicación que tiene la palinología en la investigación criminalística se debe a que el polen y otros tipos de esporas producidos por las plantas están presentes en casi cualquier lugar y durante cualquier época del año. Al ser transportadas por animales (mayormente insectos) y por el viento, estas diminutas partículas vegetales alcanzan casi cualquier objeto, al que se adhieren y en el que permanecen inalteradas por muchos años. En el ser humano, el polen es frecuentemente encontrado en el pelo, la piel, la ropa y los zapatos.
«Se trata de construir fotografías del contacto que objetos e individuos han tenido con lugares».
En BBC MUNDO hay una entrevista a Patricia Wiltshire, experta en botánica y ecología.