Víctimas de la violencia, el silencio y el abandono, es la triste realidad de la relación entre conflicto armado y salud mental en el departamento de Caquetá, en Colombia.
“Vea doctor, es que esa gente hace un año mató a mi hijo. Tenía 25 años y él era mi mano derecha en todo. Estaba siempre muy pendiente de mí y de mi mamá que es muy anciana y está demasiado enferma. También era el amor de su hermanito. Le ayudaba en las tareas de la escuela y le enseñaba cómo hacer los trabajos de la finca. Sé que lo mataron porque no se quiso ir con ellos y porque no hizo caso entonces de abandonar la zona. Él quería estar con nosotros, era un muchacho sano, que no le gustaba meterse en cosas raras. Pero me lo quitaron” , mujer de zona rural de Caquetá.
Médicos Sin Fronteras (MSF) trabaja en el departamento de Caquetá desde 1999. En el año 2005, la organización puso en marcha un proyecto de salud mental para asistir a las víctimas del conflicto colombiano y dar una atención que era insuficiente en las estructuras de salud del Gobierno.
El informe presentado esta semana en la ciudad de Florencia se basa en los datos de 5.064 pacientes que recibieron atención clínica por parte de MSF desde marzo de 2005 hasta septiembre de 2009.
De estos pacientes, un 65% eran mujeres y el 35% hombres. Las edades oscilan entre 1 y 89 años, aunque el grupo que más utilizó los servicios de salud mental de MSF fue el de 19-45 años. Por otra parte, el 60% de las personas atendidas se encontraba en Florencia, la capital del departamento, y el 40% en la zona rural.
A partir de los datos estadísticos de las personas atendidas y sus testimonios, MSF tiene el objetivo con la publicación de este informe dar a conocer el sufrimiento que la violencia está causando en esta población.
El perfil de salud mental registrado en los pacientes atendidos por MSF, según la organización, evidencia que el conflicto armado tiene un impacto directo en la salud mental de la población, y que no esta cubierta por los servicios de salud mental del Estado colombiano, dado su alcance y magnitud.
MSF insiste en que de esta forma quieren demostrar que sí es posible ofrecer servicios de salud mental con recursos limitados en contextos de conflicto y que éstos pueden producir una mejoría efectiva en los pacientes.
En el caso de la violencia, MSF amparándose en el triángulo de la violencia o de Galtung –en honor al creador de este concepto el noruego Johan Galtung- explica de esta forma los tres tipo de violencia, la directa, la estructural y la cultural, proyectadas en la situación colombiana:
Violencia directa
Aquella aplicada de manera definida y evidente a una persona y/o colectivo, en un entorno preciso en el tiempo, con una intención y con unos resultados visibles. Es entendida como el daño corporal, físico y/o mental, comprobable y, en principio, evidente.
Muchas de las personas atendidas por MSF en el departamento de Caquetá han descrito haber sido víctimas de violencia directa, como por ejemplo, amenazas, palizas, violaciones, restricción de movilidad o desplazamiento.
Violencia estructural o indirecta
Aquella que es ejercida por las instituciones que actúan en el entorno colectivo y cuyos impactos son, en principio, menos evidentes. Esta categoría incluye la violencia derivada de las estructuras políticas y de la estructura económica, en la medida que ésta produce segmentación, fragmentación social, exclusión y/o marginalización.
Por ejemplo, en Colombia -explica MSF- a pesar de la existencia de una ley que garantiza la gratuidad de la atención a los desplazados, ésta en la mayoría de las ocasiones no se cumple y la población se ve sometida a humillaciones para acceder a sus derechos.
Violencia cultural
Se refiere a los elementos de la cultura de un colectivo que sirven para reforzar y/o legitimar la violencia directa y/o la indirecta, mediante mecanismos religiosos (guerra santa, inquisición, etc.), ideológicos (satanización del contrario, el SIDA como castigo), lingüísticos (términos racistas), a través de los medios de comunicación o los mecanismos de educación y/o de socialización.
“Yo estaba con mi hermana en la escuela y mi mamá se había quedado en la finca con mi hermanito menor. Cuando llegamos a la casa, el niño estaba llorando todo asustado y mi mamá no estaba. Nosotros le preguntábamos que por qué lloraba, que dónde estaba mi mamá, pero él no nos podía decir nada. Entonces me puse a buscar a mi mami por los lados de la casa y fue cuando la encontré. Yo le gritaba que se despertara, pero ella no me oía. Entonces llegaron unos vecinos que habían escuchado los tiros y me dijeron que mi mamá estaba muerta. Unos meses antes, unos hombres armados atracaron el bus en el que iba mi mamá con mi hermana, hubo una balacera y a mi hermanita le dieron un tiro en la cabeza, menos mal que en el hospital le sacaron la bala, pero ella ahora se vive quejando de mucho dolor. Después de que mataron a mi mamá, unos hombres de la autoridad nos sacaron de la finca por ser menores de edad y nos dejaron en la casa de unos familiares. Pero yo estoy muy triste porque ya no tengo a mi mamá y porque allá se quedaron los dos perros con los que jugábamos en la quebrada y un gallo que me regaló un señor amigo. No sé que voy a hacer, yo acompañaba a mi mami todos los fines de semana a Florencia a vender las hojas de plátano que nos encargaban para hacer tamales y también llevábamos yucas, piñas, plátanos y otras cositas de la finca, con esa plata mi mamá compraba la remesa para nosotros. Ahora ya no podemos ir a la escuela y mi papá no está con nosotros para acompañarnos. Ya le avisaron, pero dicen que está muy lejos y que se demora mucho para llegar.” Adolescente de 14 años, desplazado en Florencia.
Factores de riesgo
En la gran mayoría de pacientes atendidos, los psicólogos y psiquiatras de MSF registraron más de un factor de riesgo al que se habían visto expuestos. Los más frecuentes fueron: disfunción familiar o problemas en la red de apoyo primaria (54,3%), desplazamiento forzado (38,7%), problemas económicos, vivienda (36,6%), exposición directa a conflicto armado (22,9) y fallecimiento de un familiar o persona significativa (19,1%). Por otra parte, en un 11,3% de los casos se registró maltrato infantil, en un 10,7% maltrato a la mujer y un 9,69% violencia sexual.
Diagnóstico
Los diagnósticos clínicos propios de los contextos de guerra, como por ejemplo, el duelo o los trastornos depresivos, estuvieron representados con alta frecuencia en los 5.064 pacientes tratados por MSF.
Además, es importante destacar que el estrés propio de este tipo de situaciones de conflicto armado también podría servir de facilitador para la manifestación de otros tipos de trastornos clínicos aparentemente no relacionados con el conflicto y más graves, como por ejemplo, los trastornos sicóticos.
En el proyecto de MSF en Caquetá, cada paciente podía registrar un máximo de tres diagnósticos de manera no excluyente. El diagnóstico principal es el diagnóstico más importante de cada uno de los pacientes. Analizados en su conjunto, los cinco diagnósticos principales más frecuentes entre los pacientes de MSF fueron: el trastorno adaptativo (18,68%); los problemas de relación y problemas asociados con el abuso o la negligencia (17,55%); la depresión mayor, episodio único (11,3%); el duelo (8,90%); y los trastornos del estado de ánimo (8,29%).
Fuente: Radio Nederland