Nuestro consumo de muchos productos está centrado en las ofertas de las marcas, desde las exclusivas hasta las de low-cost. El modelo de negocio de la mayoría de ellas se basa en la gestión directa del marketing, el diseño y la logística de distribución y comercialización. Mientras que la producción está deslocalizada en los llamados países emergentes, recurriendo a una mano de obra muy barata, en bastantes casos con jornadas de trabajo extenuantes, pagos irregulares de salarios, falta de seguridad e higiene en el lugar de trabajo. No es nada nuevo, periódicamente nos vamos enterando de situaciones donde las personas trabajan en condiciones análogas a la esclavitud.
Hoy el Ministerio de Trabajo del Brasil está investigando a Zara y unos cuantos de sus proveedores [Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE]. El caso no es exclusivo de Zara, casi todo el sector del textil, está salpicado de denuncias sobre las condiciones laborales de sus trabajadores.
Desde hace tiempo Apple es noticia por las condiciones leoninas de los trabajadores en las fábricas de China de productos como el iPad o el iPhone, con salarios mensuales de unos 140 euros por 48 horas semanales de trabajo, obligados a realizar múltiples horas extraordinarias y, además, con sistemas de “motivación” donde la humillación pública por errores al realizar las tareas está a la orden del día o el hacinamiento en dormitorios múltiples al estar obligados a vivir en la misma fábrica. El caso tampoco no es exclusivo de Apple, afecta a las grandes tecnológicas como Dell, HP, Nintendo, Sony o Microsoft entre otras, que mantienen la fabricación de sus productos en el país asiático.
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