Todos los años hay en el mundo más de un millón de suicidios (según la Organización Mundial de la Salud). La gente se envenena, se dispara en el pecho o en la cabeza, se lanza de un puente o de un último piso, se ahorca o se corta las venas. La imaginación de los suicidas es un cátalogo del horror. Este texto recoge las voces de dos suicidas y las cifras tenebrosas de un mal público. En Colombia, la cifra oficial de casos de muerte por suicidio en 2010 fue de 1 642 personas. Es decir, a diario, cerca de cinco personas se quitaron la vida.
De este total, según el Grupo Centro de Referencia Nacional sobre Violencia del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 779 casos tuvieron como causa de fallecimiento el ahorcamiento o estrangulación; 372, la intoxicación por agentes químicos, y 342, por proyectil de arma de fuego. De estas tres, que son las principales causas de suicidio en Colombia, 667 hombres y 112 mujeres se suicidaron por ahorcamiento, 246 hombres y 126 mujeres debido a intoxicación por agentes químicos, y 322 hombres y 20 mujeres decidieron acabar con sus vidas con armas de fuego.
Si bien la finalidad es la misma, los hombres son más violentos y dramáticos a la hora de acabar con sus vidas. El porcentaje de hombres que decide dispararse supera con creces al de mujeres, quienes prefieren suicidarse de forma más «delicada». La psicóloga forense Diana Lucía Celis, del Instituto Nacional de Medicina Legal, afirma que esto obedece a dos causas.
La primera es cultural. Las mujeres, preocupadas por su apariencia física, buscan verse bien incluso el día de su funeral. La segunda causa obedece a un comportamiento instintivo. Biológicamente los organismos vienen con una misión, en el caso de las mujeres, es engendrar y dar vida. Por eso, a la hora de acabar con ella, ellas tienden a preservar sus cuerpos de la mejor manera, haciéndose el menor daño posible. De ahí que la intoxicación o el envenenamiento sea la mayor causa de suicidio femenino.
El suicidio no se da por un único motivo, es un fenómeno con diferentes causas y sumamente complejo. Si alguien se quita la vida porque perdió el trabajo o perdió un ser querido, ésta solo fue la gota que rebosó la copa. El suicidio siempre tiene una historia detrás del momento culminante, un expediente que se dedican a reconstruir psicólogos forenses como Diana Lucía Celis.
Factores genéticos y factores ambientales constituyen los archivos de dicho expediente. Si ambos se conjugan hay una alta probabilidad de que un sujeto cometa suicidio, si hay una predisposición genética al suicidio, pero las condiciones ambientales son favorables, la probabilidad decrece notablemente.
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