¿Acaba de regresar de la Luna? ¿Ha ganado el Premio Nobel, las elecciones…?
Por supuesto, nada de eso. Tiene una recidiva tumoral y se va Cuba a operarse nuevo, y lo que haga falta, en loor de multitudes. Con un póster de Jesucristo de imagen similar a un actor guapo de culebrón en el frente del coche, para que nadie tenga dudas de que viaja bajo la protección del Altísimo. Le lanzan confeti, aplauden, jalean y alguno maldice. Pero él, el enfermo de cara cushingoide y verbo encendido no sabe si se está despidiendo, si le están haciendo el cortejo de funeral en vida, si saldrá de ésta.
«El sueño de la razón produce monstruos» de dudosa interpretación de Goya, se transforma aquí en que la soberbia del poder produce histrionismo. Ser el muerto en el entierro, ser el novio en la boda, ser el poderoso y magnético líder en el poder.
La enfermedad y el sufrimiento, el casi seguro miedo que tiene este hombre ante su destino, no debería enmascararse de la pantomima de la adulación y el espectáculo. Conseguiría más respeto con la dignidad.
Fuente: El Supositorio
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