El proceso abierto contra un jefe rebelde del Congo por esta práctica es un campanazo de alerta que ojalá entiendan guerrillas como las Farc, afirma su editorial.
Hace algunos días, la CPI anunció el inicio de un proceso contra Thomas Lubanga Dilo, líder de una milicia en el Congo a la que se acusa de masacres étnicas, torturas y violaciones en este país africano.
De acuerdo con cálculos de la Unicef, en el momento más crítico del conflicto, en el 2003, alrededor del 30 por ciento de esta milicia estuvo compuesta por niños que había sido reclutados a la fuerza o a cambio de un plato de comida. Desde entonces, más de 30.000 han sido desmovilizados desde entonces.
Según el Times, unos 250 mil niños son utilizados en conflictos que se extienden por más de 20 países del mundo.
«Muchas cosas buenas pueden salir de este enfoque de la Corte con los niños soldados. La decisión de los tribunales internacionales para Ruanda y Yugoslavia de tratar la violación como uno de los crímenes más serios, ha provocado cambio de actitudes y prácticas a nivel mundial. Ahora el CPI quiere poner su atención en otro horror extendido pero ignorado. Líderes guerrilleros en Colombia, Sri Lanka, Oeste del África, al igual que el gobierno de Myanmar deberían prestar mucha atención», dice el editorial.
De acuerdo con la ONG Human Rights Watch, en Colombia más de 11.000 niños combaten en el conflicto armado, «una de las cifras más altas del mundo». Aproximadamente el 80 por ciento de estos niños, de acuerdo con el grupo, pertenecen a las Farc y el Eln. El resto combate en las filas paramilitares.
Al menos uno de cada cuatro combatientes irregulares de Colombia es menor de 18 años. Varios miles de ellos son menores de 15 años, la edad mínima permitida para el reclutamiento en fuerzas o grupos armados de acuerdo con los Convenios de Ginebra.
En mayo del 2005, el Congreso colombiano ratificó el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados. Este tratado fija en 18 la edad mínima para la participación directa en las hostilidades, para el reclutamiento obligatorio o para cualquier reclutamiento o uso en hostilidades por parte de grupos armados irregulares.
En noviembre del año pasado el reclutamiento de menores por parte de la guerrilla colombiana fue objeto de discusión en el seno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Fuente:
SERGIO GÓMEZ MASERI
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
WASHINGTON