El Gobierno de Uzbekistán ha «obligado« a un número indeterminado de médicos a extirpar el útero a miles de mujeres. El presidente uzbeko, Islam Karímov, es uno de los dictadores más eficientes del mundo —fuentes del interior del país no identificadas por temor a las represalias han acusado al dictador de haber cocinadoa varios activistas de la oposición, aparte de los centenares de detenciones y ejecuciones extrajudiciales que están documentadas.
Sin embargo, como en tantas otras ocasiones, la riqueza del subsuelo uzbeko, con grandes reservas de hidrocarburos (en este caso, gas natural) y la necesidad de Estados Unidos de utilizar el territorio para sus movimientos de tropas en Asia Central han provocado que Karímov haga y deshaga lo que le viene en gana.
La vicepresidenta de EE UU, Hillary Clinton, ha condenado públicamente las prácticas quirúrgicas del régimen uzbeko; pero, de momento, en Wahsington sólo ha sonado la condena verbal de la feminista vicepresidenta, nada más.