El viernes pasado, un tribunal de cinco panelistas emitió en Malasia un veredicto unánime de culpabilidad tras un juicio de una larga semana de duración que, como era de esperar, no fue cubierto por medios de comunicación estadounidenses. Los testigos incluyeron a varios exdetenidos de Guantánamo que dieron testimonio sobre las condiciones y violaciones de derechos humanos que se llevaron a cabo de manera sistemática bajo las órdenes de la administración Bush.
El expresidente Bush, el exvicepresidente Dick Cheney, el exsecretario de Defensa Donald Rumsfeld y los asesores jurídicos Alberto Gonzáles, David Addington, William Haynes, Jay Bybee y John Yoo, que ensamblaron la «justificación» legal de la tortura que, básicamente decía «nosotros podemos, si queremos, aunque sea ilegal» eran los acusados. No estaban presentes, por supuesto, pero los juicios internacionales por crímenes de guerra no requieren la presencia del acusado. El juicio fue realizado de acuerdo con las normas establecidas por los juicios de Nuremberg para condenar a los criminales de guerra después de la Segunda Guerra Mundial.
Fuente: Dispatches from the Culture Wars