Además de tenerle ojeriza al pensamiento, el conocimiento, la igualdad y la libertad, la Inquisición también puso en la mira a los gatos (!):
Se los consideraba animales diabólicos, crueles y desleales, falsos y manipuladores, portadores de enfermedades y leales compañeros de las brujas. Miles de gatos fueron sacrificados de las formas más crueles, hervidos en agua, en aceite, quemados vivos en hogueras, arrojados desde lo alto de las iglesias en espectáculos públicos.
También durante esta oscura época, se prohibió a cualquier persona alimentar o ayudar de alguna forma a un gato, si la persona desobedecía, esta era acusada de hereje, le iglesia le expropiaba sus bienes, la persona era torturada y “con mucha suerte” encarcelada,que lo mas normal era enviarlos a la hoguera.
De ahí viene toda esa superstición de cruzarse con un gato negro, idiotez que surgió para las Fiestas de San Juan, que, curiosamente, eran unas fiestas paganas que la Iglesia Católica incluyó en su agenda de sincretismo, para conseguir más adeptos.
Ahora más que nunca, me alegra la analogía de que los ateos somos más como los gatos y no como las ovejas: es imposible tener un rebaño de gatos. Somos libres, independientes y se nos da fatal seguir pastores.
Fuente: De Avanzada