A finales de los 70 del siglo pasado, algunas agencias de viaje vendían un paquete completo: chárter ida y vuelta, desplazamientos al aeropuerto y alojamiento y manutención en la ciudad de Londres, todo por un precio de fin de semana al que había que añadir la intervención de la clínica – con anestesia, más caro- (que no figuraba en la factura)…
Esos vuelos para abortar en Londres salían tres veces a la semana desde Madrid y se llenaban siempre de mujeres de todas las edades y venidas de distintos puntos del país.
TODO EL MUNDO ESTABA EN EL AJO: las agencias, la aduana, los conductores de los autobuses que se ocupaban de los desplazamientos, los encargados del Bed &Breakfast, la clínica londinense…y, por supuesto, la policía del aeropuerto.
Las mujeres que cogían esos aviones tenían que reunir una cantidad de dinero que, sin ser muy elevada, no estaba desde luego al alcance de la mayoría. Tampoco era fácil para muchas mujeres obtener la información necesaria para apuntarse a los “viajes”. A Londres iban las privilegiadas. Las otras, o sea, la mayoría, abortaban en condiciones inseguras o directamente peligrosas en la cocina de alguna otra mujer.
Ésa era la realidad de una España que cerraba los ojos ante los centenares de miles de abortos que se practicaban dentro y fuera de sus fronteras con desigual suerte, desde luego, para las ricas y para las menos ricas.
La pregunta es: ¿Sr. Ministro: quiere volver a la hipócrita España de los 70?
Fuente: Elena Valenciano