Sanal Edamaruku está muy lejos de casa. Algo más de 7999 kilómetros separan la residencia de los amigos que le acogen en Finlandia de su hogar en Nueva Delhi (India). Pero no tiene dudas de que pronto va a volver, incluso aunque se enfrente a la posibilidad de acabar en la cárcel por haber destapado que un milagro era, en realidad, un simple problema de fontanería.
Sobre Edamaruku pesa una orden de arresto en su país por haber cometido un delito de blasfemia, tras demostrar que un crucifijo venerado por la jerarquía católica india porque de sus pies brotan chorros de “agua bendita” no es el producto de un milagro, sino de una mala obra de ingeniería: cerca de la iglesia hay un desagüe con fugas de líquido. A pesar de ello, Edamaruku va a volver a la India. “Mi trabajo está allí. Tengo una misión muy importante que cumplir”, explica a MATERIA desde Finlandia.
Sanal Edamaruku es uno de los más conocidos racionalistas del mundo. Lleva luchando contra la pseudociencia y la superstición en su país desde que tenía 15 años, y preside la organización Rationalist International. Pero sus auténticos problemas empezaron cuando decidió desafiar a la iglesia católica. El pasado mes de marzo, fue invitado por una cadena de televisión a investigar un supuesto milagro que cada vez se estaba haciendo más popular. En la iglesia de Nuestra Señora de Velankanni, cerca de Bombay, había comenzado a brotar agua de los pies de un crucifijo, lo que había atraído a miles de personas, deseosas de beber y recolectar el “agua bendita” de la iglesia, que se autodenomina “la Lourdes del Este”.
Edamaruku tardó unas horas en explicar en televisión el origen del goteante milagro: había un tubo de drenaje cerca de un cuarto de lavado, y el agua se estaba filtrando debido a la capilaridad.
La iglesia no se tomó demasiado bien el reportaje. El obispo auxiliar de Bombay, Agnelo Rufino Gracias, pidió a Edamaruku que se disculpara por “herir” a la comunidad católica, y al menos tres asociaciones católicas locales denunciaron al experto ante la policía local. Su delito: “Herir deliberadamente sentimientos religiosos y planear actos maliciosos para ultrajar sentimientos religiosos de cualquier clase o comunidad”, una ofensa castigada con prisión según la Sección 295(a) del Código Penal indio.
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