Entre las 6 de la tarde y las 12 de la noche de cada domingo es el lapso en el que son más frecuentes episodios de violencia en los hogares de Colombia, de acuerdo con el informe anual de 2008 de Medina Legal.
Son los papás que más golpean a sus hijos los domingos, mientras que las mamás lo hacen cualquier día y a cualquier hora.
Que los domingos los padres den más golpizas a sus hijos se debe a “la mayor exposición por la permanencia en el hogar a razón del receso escolar y la acumulación de tensiones propias del inminente cese del descanso y el reinicio de la actividad laboral”, explica el informe.
Otra razón que explica el documento es que el rol prioritario de los papás es ser el proveedor económico de la familia “y no desarrollan otro tipo de relaciones vinculantes que les permita manejar los conflictos en los pocos momentos que comparten con mayor intensidad”.
Pero el domingo en la noche no sólo es trágico para los niños. También lo es para los adultos. Parece que se trata de un tiempo de intolerancia entre todos los miembros del hogar porque en ese momento también se reportan la mayoría de los casos de violencia entre parejas y contra los abuelos mayores de 60 años.
Estar en familia parece que ya no significa en Colombia estar a salvo.
Familias reunidas pero no unidas
Esa es la violencia que está aumentando, la de la familia. En comparación con 2007, creció el maltrato familiar y también los delitos sexuales, cuyas víctimas en su mayoría son niños y niñas, violados o acosados dentro de sus casas por algún pariente o persona cercana.
Los casos de violencia entre familiares crecieron de 77.745 en 2007 a 89.803 en 2008. Y esos fueron los más graves, que son los que suelen ser registrados por Medicina Legal. Violencia contra los viejos, maltrato infantil, entre las parejas, todas ocurren en casa.
En 2008, Medicina Legal analizó 13.523 casos de maltrato infantil en los que encontró que los papás son las personas que más lastiman físicamente a los niños y adolescentes. “Esta situación se repite todos los años, las personas que más cerca están de ellos son los principales victimarios”, reseña su reporte. Generalmente, los golpes los dan con la mano, cinturones, zapatos u objetos de madera.
Sobre los casos de violencia entre la pareja, Medicina Legal registró un incremento el último año. Mientras en 2007 fueron reportados 57.495 casos, en 2008 fueron 58.533 en los que 67 de cada 100 hechos violentos ocurrieron adentro de la vivienda de la familia.
Casi todos los casos reportados a Medicina Legal son heridas por golpes o uso de cuchillos, navajas y machetes, que “se convierten en un factor de riesgo adicional, dado que su uso sugiere un peligro mayor para el miembro de la pareja afectado”.
Llama la atención que las edades que registraron más casos fueron entre los 25 y 29 años, pues “se esperaría que por la edad temprana sean parejas de reciente constitución donde debería primar la afectividad sobre la conflictividad”
Al respecto, Medicina Legal recomienda “explorar si los factores que fundaron esas uniones están asociados a la rigidez de los valores predominantes en una sociedad dada, por ejemplo el matrimonio ante un embarazo accidental, la creencia común de que se debe consolidar una familia antes de los 30 años, la conveniencia, entre otros, donde se pondera en mayor grado la formalidad del compromiso frente a una decisión madura, libre y responsable por una vida compartida”.
Las tres principales razones para que las parejas se peleen a golpes son la intolerancia, con 24 de cada 100 casos; los celos, con 17, y el alcoholismo, con 11.
A ese violento panorama que viven algunas familias justo en los pocos momentos que hay para compartir juntos, se suma el maltrato contra los adultos mayores. “Durante el 2008, el Instituto valoró a 1.175 personas mayores de 60 años que fueron agredidas físicamente por parte de familiares. Para esta población los victimarios más frecuentes son los hijos, seguido por otros familiares”, reporta Medicina Legal.
La mayoría fueron agredidos mientras descansaban o hacían actividades en la casa y 36 de cada 100 fueron golpeados en la noche de un domingo cualquiera.
“Estos hallazgos plantean que si la agresión ni siquiera se detiene contra los propios padres, qué esperanza le quedaría a un grupo social que enfrenta una cascada de violencia a todos los niveles. Esto es indicador de la ruptura de importantes vínculos en una sociedad que se fragmenta y solamente ve la lesión como la salida ciega para la resolución de los conflictos”, comenta el informe de Medicina Legal.
Resulta paradójico que en los pocos momentos que estas familias tienen para compartir, los conflictos se resuelvan a golpes. Esto ocurre, según analizan los funcionarios de ese instituto, porque “la familia está reunida, pero no unida”. De tal suerte que la sugerencia que hacen en su informe es no intentar evitar los conflictos, sino crear campañas que ayuden a superarlos dialogando.
La vivienda también es el escenario donde más agresiones sexuales se cometen contra los menores de edad. De las 21.202 víctimas de violaciones y abusos sexuales registradas por Medicina Legal en 2008, 16.120 fueron niños y adolescentes. Según se registró en 74 de cada 100 casos, los posibles victimarios fueron familiares o conocidos de la familia que tocaron sus genitales o los obligaron a tener relaciones sexuales.
El informe dice que “este delito se puede prevenir -por el alto índice de agresores conocidos- con medidas como las comunidades de vigilancia, acompañadas de programas de educación no formal específicamente dirigidos a víctimas-agresores-familias”, dice el informe de Medicina Legal.
La creciente violencia contra las personas más vulnerables de las familias: los niños, los ancianos, las mujeres; el creciente uso de la violencia para manejar los conflictos, dice mucho de la calidad de la educación de los colombianos; también de la crisis de valores, que finalmente se metió en las casa de las personas y se expresa en la falta absoluta de aprecio por la vida y la libertad de los más queridos.
Otros datos
El número de homicidios disminuyó, al pasar de 16.318 en 2007 a 15.250 en 2008.
Las muertes en accidentes de tránsito tuvieron un leve incremento, al pasar de 5.642 en 2007 a 5.670 en 2008.
Los suicidios aumentaron, al pasar de 1.775 en 2007 a 1.840 en 2008.
Las muertes violentas de manera indeterminada pasaron de 962 en 2007 a 984 en 2008.
Si quiere conocer el informe completo, pulse aquí.
Fuente: Semana.com
______________________
Enlaces relacionados:
– La violencia de género sólo es del hombre hacia la mujer
– La discriminación de la mujer, ¿hasta cuándo la violencia? Marisol Collazos
– Los casos de agresiones de hijos a padres se duplican en dos años
Los chicos que tienen una variante particular del gen monoamino oxidasa A (MAO-A), a veces llamado “gen guerrero”, son más propensos no sólo a unirse a bandas sino a convertirse en los miembros más violentos y a emplear armas, según ha revelado un nuevo estudio.
El estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad Estatal de Florida (FSU, en sus siglas inglesas), es el primero en confirmar una conexión específica entre el MAO-A y las bandas y armas.
Los hallazgos son aplicables sólo a los hombres. Las mujeres con la misma variante del gen MAO-A parecen resistentes a sus efectos potencialmente violentos en cuanto a la pertenencia a bandas y el uso de armas, según el estudio aparecido en la edición de junio de la revista Comprehensive Psychiatry.
Examinando los datos del DNA y la información sobre el estilo de vida de más de 2.500 participantes en el Estudio Nacional Diacrónico sobre Adolescencia, la investigación ha arrojado nueva luz acerca de la interrelación entre genética y entorno social que genera algunos de los más violentos delincuentes sociales.
“Mientras que las bandas se han considerado normalmente como un fenómeno sociológico, nuestro estudio muestra que algunas variantes de un gen MAO-A específico, conocido como “alelo de baja actividad repetido 3 veces”, desempeñan un papel significativo”, afirmó el criminólogo biosocial de la FSU Kevin M. Beaver.
“Anteriores estudios han asociado las variantes MAO-A de baja actividad con un amplio espectro de comportamientos antisociales e incluso violentos, pero nuestra investigación confirma que esas variantes pueden predecir la pertenencia a bandas”, aseveró Beaver. “Además, hemos descubierto que algunas variantes de este gen podrían distinguir a miembros de bandas que son marcadamente más propensos al empleo de la violencia y de las armas de otros miembros que no lo son tanto”.
El gen MAO-A afecta a los niveles de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, relacionados con la disposición y el comportamiento. Aquellas variantes relacionadas con la violencia son hereditarias. Algunos estudios previos han descubierto que el “gen guerrero” prevalece en aquellas culturas caracterizadas por la guerra y la agresión.
“Lo interesante del gen MAOA-A es su localización en el cromosoma X”, afirmó Beaver. “Como consecuencia, los hombres –que poseen un cromosoma X y otro Y– tienen sólo una copia de este gen, mientras que las mujeres –que poseen dos cromosomas X– tiene dos. Por lo tanto, si un hombre tiene un alelo (variante) del gen MAO-A asociado a la violencia, no dispone de otra copia que lo contrarreste, Las mujeres, por el contrario, poseen dos copias, así que incluso en el caso de tener un alelo de riesgo disponen también de otro que podría compensarlo. Es por eso que la mayor parte de los estudios sobre el gen MAO-A se han centrado en los hombres, y probablemente también la razón por la que el efecto MAO-A se ha detectado en la mayoría de los casos sólo en los hombres.
Fuente: Pueblo en línea (RPC)
______________________
Enlaces relacionados:
– ¿El comportamiento es heredado o adquirido?
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) aseguró hoy que a lo largo de 2008 se registraron al menos 1.610 violaciones del Derecho Internacional Humanitario (DIH) en Colombia, perpetradas por «todas las partes» en el marco del conflicto interno de este país. Entre estas violaciones se produjeron al menos 300 casos de ejecuciones sumarias, 289 desapariciones, más de 370 malos tratos y psicológicos y 76 secuestros de civiles, precisó la organización, que informó también de que el año pasado debió incrementar en más de un 10 por ciento la asistencia de emergencia a la población desplazada.
«Las infracciones del Derecho Internacional Humanitario (DIH) fueron cometidas por todas las partes, tanto las fuerzas del Estado como los distintos grupos armados», declaró el coordinador del CICR en Colombia, Yves Heller, durante la presentación en Madrid del Informe de Actividad del Comité en el conflicto colombiano.
Durante 2008, explicó, el CICR documentó 300 casos de ejecuciones sumarias, asistió a casi 1.500 personas amenazadas para que se trasladaran a un lugar más seguro y cubrió los gastos fúnebres de numerosas familias de víctimas de la violencia. Estas informaciones, prosiguió, son el resultado de las visitas sobre el terreno que efectúa el CICR para recoger testimonios, «entrar en contacto con todos los actores del conflicto armado» y mantener «contactos bastante estrechos con la población civil».
Mediante estos procedimientos, el Comité recogió también testimonios sobre al menos 289 desapareciones registradas el año pasado, que se unen a los más de 4.730 documentados por el CICR desde 1994. «Estas cifras no son exhaustivas», advirtió Heller. «Fuentes oficiales y de la sociedad civil hablan de entre 10.000 y 40.000 desaparecidos desde que comenzó el conflicto hace más de 40 años», agregó.
Aparte, el CICR también documentó el año pasado 35 casos de infracciones cometidas en contra de las misiones médicas, como amenazas individuales, privación de libertad del personal de salud, obstrucciones a la atención médica de heridos y ataques directos a unidades médicas o personal de salud.
La organización también registró el año pasado hasta 118 «ocupaciones de bienes civiles». «Las partes en conflicto ocupan bienes civiles para controlar mejor el territorio o para tener ventajas militares, lo cual supone una grave infracción del DIH», denunció. «Las ocupaciones de escuelas son bastante comunes», añadió.
SECUESTROS Y EMBLEMA DE CRUZ ROJA
En 2008, según el informe, el CICR participó en la liberación de 29 civiles y dos militares secuestrados por los distintos grupos guerrilleros, quienes fueron entregados a sus familiares y a las autoridades. Entre las 1.600 infracciones al DIH registradas el año pasado, explicó Heller, el Comité documentó al menos 76 casos de tomas de rehenes civiles por parte de los grupos armados.
Al respecto, Heller advirtió de que, para poder realizar sus labores, tanto de mediación para la liberación de rehenes como de recogida de informaciones sobre el terreno, el CICR debe contar con plenas garantías de seguridad de todas las partes, para lo cual es «importante que se respete totalmente el emblema de la Cruz Roja».
Por ello, lamentó profundamente la utilización de los distintivos de la organización por parte del Ejército colombiano durante la ‘Operación Jaque’ de julio de 2008, que permitió la liberación de Ingrid Betancourt y de otros rehenes en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El uso del emblema fue reconocido por el propio presidente del país, Álvaro Uribe, quien «presentó sus excusas», recordó Heller. «El CICR tomó nota de las excusas, pero sigue muy preocupado por el uso indebido del emblema en la ‘Operación Jaque'», manifestó.
DESPLAZADOS
Durante la presentación del informe, Yves Heller dedicó un capítulo especial a la situación de los desplazados, cuyas cifras totales se desconocen pero oscilan, según las fuentes, entre los 2,5 y los cuatro millones.
En los últimos once años, el Comité ha asistido a más de 1,2 millones de desplazados por el conflicto armado. Sólo en 2008, según el informe, el CICR brindó ayuda de emergencia a más de 73.000 civiles (unas 18.000 familias), un 10,6 por ciento más que en el año anterior. El 80 por ciento de las personas atendidas el año pasado corresponde a casos de desplazamientos individuales, provocados en su mayoría por amenazas de muerte, malos tratos psicológicos o temor al reclutamiento forzoso.
Este aspecto supone una diferencia respecto a hace unos diez años. Por entonces, explicó Heller, la mayoría de los desplazamientos eran masivos, de poblaciones enteras, mientras que en la actualidad predominan los desplazados individuales que, precisamente por esa circunstancia, suelen tener «más dificultades para lograr la asistencia de las organizaciones humanitarias».
Un alto porcentaje de los desplazados de los últimos tiempos corresponden a campesinos del oeste de Colombia, de departamentos como Cauca, Arauca, Nariño –con importante presencia de población indígena– o Chocó –donde la inmensa mayoría de la población (más del 90 por ciento) es afrocolombiana–. Como consecuencia de ello, el 14,6 por ciento de los desplazados de todo el país son afrocolombianos, cuando apenas constituyen el 10 por ciento de la población total, y el ocho por ciento de los desplazados son indígenas, pese a no representar más del tres por ciento de la población colombiana.
Asimismo, más de la mitad de los desplazados son menores de 18 años. «Son niños, con las consecuencias que se pueden esperar para el desarrollo económico y social del país», afirmó Heller. Aparte, advirtió, «se calcula que, por motivos de seguridad, más del 70 por ciento de los desplazados no pueden volver nunca a sus casas», con lo que pasan de ser campesinos con tierras propias para ganarse la vida por sí mismos a pobres necesitados de la ayuda humanitaria en las ciudades, advirtió. «Los desplazados son el grupo de población más pobre de Colombia», explicó.
Fuente: EuropaPress
Habría que empezar por el comienzo. Hay tres cosas que sorprenden en los primates y homínidos: la violencia agresora en los humanos y chimpancés, la tolerancia social en los humanos y en los bonobos y el erotismo de estos últimos, que es mucho menor en el hombre. La verdad es que sólo hay dos grupos de mamíferos, los chimpancés y los humanos, en los que los machos se agrupan para matarse entre sí. Los orígenes de la violencia no son el reflejo de una expresión falaz de algún instinto ancestral, sino que es el resultado del desarrollo cognitivo. La inteligencia transforma el afecto en amor y también la agresión en castigo y ganas de controlar.
La observación básica es extraordinaria. Sólo hay dos especies de animales en el mundo en las que el macho tiende a vivir en grupos con sus familiares más cercanos y en los que a veces estos machos salen y hacen expediciones para matar, deliberadamente, a los miembros de otros grupos. Los dos animales a los que me refiero son los humanos y los chimpancés. Nosotros y nuestros familiares más cercanos. Hay otro colectivo, el bonobo, que está tan cerca de nosotros como el chimpancé y que no muestra este tipo de comportamiento. Todo da a entender que la inteligencia forma una parte importante de todo esto.
La contribución insólita de Richard Wrangham –biólogo y primatólogo de la Universidad de Harvard– al estudio del origen de la violencia en los humanos fue el papel que juega la inteligencia. Se necesita inteligencia para planear todo el calvario que entraña impartir la violencia cruel. Pero también hay un poco de nuestra psicología y de la psicología de los chimpancés; me refiero a los machos en particular, pues si reconocen que otro individuo es un enemigo y que hay un desequilibrio de poder, se sienten excitados ante la perspectiva de atacarlo y eliminarlo. Esto es a la vez inteligencia y psicología, cálculo y visceralidad.
De nuestros primos los bonobos aprendimos, en cambio, una lección y es que la evolución no tiene por qué ser así necesariamente. Podemos tener una especie muy cercana a los chimpancés, como los bonobos, que nos muestra, sin embargo, que un pequeño cambio en la ecología lleva a un gran cambio en el comportamiento. Tiene que ver con cosas divertidas desde el punto de vista humano. Como es bien sabido, los bonobos tienen mucha más emancipación respecto del sexo reproductivo que los chimpancés. Sexo con propósitos sociales, para hacer amigos, para reconciliarse después de cierta tensión. No es como en los humanos, pero hay ciertas similitudes. Lo importante es que nos dicen que, en determinadas condiciones, la selección natural no favorece la violencia. ¿Y cuáles son las condiciones? Cuando un individuo previsiblemente tiene aliados para defenderse.
En mi libro titulado El viaje al amor desvelé que el instinto de fusión entre dos organismos, lo que los homínidos llaman ‘amor’, se remontaba nada menos que a más de tres mil millones de años, cuando los primeros seres replicantes buscaban la manera de aumentar su energía, su velocidad o la regeneración de sus tejidos mediante la fusión con alguien más. Sabíamos que el amor era el resultado de la inteligencia necesaria para garantizar la supervivencia; y de ahí que, en lugar de desprendimiento, constatemos en él la necesidad de completar la capacidad regeneradora, aumentar la velocidad o el tamaño ya en los tiempos primordiales. Lo que no sabíamos es que la violencia agresora también requiere una dosis de inteligencia, al querer algo de tan difícil diseño y ejecución como castigar y controlar.
Fuente: XL Semanal (Taller de editores digitales)
Cada año casi 800.000 personas mueren en el mundo a causa de la violencia, y de éstas, más de 500.000 pierden la vida por culpa de la criminalidad en lugares donde no hay guerra, según un estudio de Naciones Unidas presentado hoy.
El informe, titulado «La carga global de la violencia armada» y realizado por el Instituto de Control de las Armas Ligeras, muestra como dos tercios del total de muertes violentas que se producen en el mundo se da en países en que no hay una guerra declarada.
Según el estudio, la pérdida de éstas vidas no sólo tiene consecuencias para el desarrollo social de los países donde ocurren, sino un inmenso peso en la economía nacional.
Está comprobado que los conflictos en lugares donde no hay guerra reducen su producto interior bruto en un 2 por ciento anual.
De hecho, el informe considera que éstas muertes causan una pérdida global en el mundo de 163.000 millones de dólares al año.
Además, según los cálculos de los expertos, el costo global de la violencia armada es de unos 400.000 millones de dólares anuales.
Sudamérica, Centroamérica y la región sudafricana son las tres zonas donde más muertes se producen por violencia armada sin que haya guerras declaradas.
En Latinoamérica y en Africa, la violencia armada es la séptima y la novena causa de muerte.
El informe destaca que países como El Salvador, Jamaica o Sudáfrica tienen niveles de homicidios extraordinariamente altos, tanto que son mayores que en algunos de los países que están en guerra.
América Latina es la segunda región del mundo con mayor nivel de homicidios, con unos índices que superan con creces la media global.
La región con más alto índice de homicidios es Africa, pero el informe pone de manifiesto que existen 16 conflictos armados en ese continente, mientras en Latinoamérica sólo hay dos.
Según los investigadores, el índice de homicidios por 100.000 habitantes en Centroamérica es de 29,3, en Sudamérica del 25,9, y en el Caribe de 18,1.
La media mundial se sitúa en el 7,6 por 100.000 habitantes.
El informe pone el ejemplo de Venezuela y El Salvador, que cuentan con índices de violencia de 37 y 59 por 100.000 habitantes respectivamente.
«El tráfico de drogas, la actividad criminal, y las bandas juveniles desempeñan un importante papel en el aumento del índice de homicidios», indica el informe.
Agrega que «el comercio de drogas alienta la criminalidad en numerosos aspectos, a través de la violencia ligada al tráfico, al normalizar un comportamiento ilegal, y al contribuir a la disponibilidad de armas de fuego».
De hecho, las armas son una pieza clave en los conflictos, dado que aproximadamente el 60 por ciento de las muertes violentas se cometen con armas de fuego.
En Centroamérica este índice se eleva hasta el 77 por ciento.
Otro de los aspectos que destaca el informe son las consecuencias terceras que causa esta violencia. En los últimos años una media de 200.000 personas han muerto en el mundo por causas indirectas al conflicto, como enfermedades curables o malnutrición.
Asimismo, el informe recoge que en el 2007 se reportaron 1.425 casos de secuestros en el mundo.
El informe surge de un proyecto conjunto del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y de Suiza.
En el 2006 se constituyó la Declaración de Ginebra sobre Violencia Armada y Desarrollo que busca reducir ostensiblemente el número de muertes por violencia armada en el mundo.
Hace dos años firmaron la declaración 42 estados y a día de hoy ya son 94 los que la han adoptado, por lo que se han comprometido a reducir los niveles de violencia en sus países antes del 2015, fecha en que tienen que cumplirse los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Fuente: Caracol.com.co
Un estudio de la Universidad de la Sabana revela que los videojuegos violentos influyen enormemente en la manera como los niños solucionan sus conflictos en la vida real.
Claudia Vacca, autora de la investigación, aseguró que los niños creen que en la vida real pueden usar las mismas herramientas para alcanzar sus objetivos que en los juegos violentos.
«En los juegos encontramos el uso del poder de una forma atemorizante, violencia e incluso el maltrato a las mujeres, como objetivos principales del juego.» aseguró la doctora Vacca.
Encuestas aplicadas a niños de colegio durante la investigación, evidenciaron que cerca del 83 por ciento de los niños son usuarios regulares de los videojuegos, y mucha de la oferta en el mercado es violenta.
«Algunos muchachos gastan más de 12 horas semanales frente a los videojuegos. No se trata de estigmatizarlos, pero es necesario que los padres sean más críticos con los contenidos que consumen los niños.» afirmó la investigadora.
Las encuestas permitieron determinar que cada vez son más los niños que tienen las consolas en su casa o que juegan donde los familiares. De igual forma se detectó que hubo un incremento en el número de lugares que ofrecen este tipo de servicios.
Fuente: Caracol Radio
Por otro lado, el maltrato económico (73,3%) y el vandalismo (48,5%) se dan en mayor medida en el aula.
«Los tienen manía»
Para Fuensanta Cerezo, profesora de Psicología Evolutiva de la UMU, «los chicos que pegan en el cole creen que los tienen manía y que los profesores no les entienden». Así se explica que piensen que les provocan.
Además, según la experta, «todos los estudios indican que cada vez son más las chicas agresoras en el colegio; sobre todo en el llamado maltrato psicológico». En su opinión, se trata de un reflejo de la sociedad actual.
Pegan ellos, y lo sufren ellas
Según el estudio de violencia escolar, el perfil de la víctima que sufre acoso es una chica (65%), de 13 años (40%) y de nacionalidad española (95%). Por su parte, el maltratador es un chico (65%), un compañero del mismo curso (50%) y también de nacionalidad española (95%).
5 preguntas sobre…
El acoso escolar
1¿Qué tipo de agresiones son las más frecuentes?
El tipo de maltrato más frecuente es el emocional (66,7%). Este porcentaje duplica el de las víctimas de violencia escolar (36,5%).
2¿Cuáles son los motivos del acoso, según las víctimas?
«Porque la han tomado conmigo» (45%), «porque son agresivos» (35%), «porque soy diferente» (25%) y «porque el profesorado no hace nada» (25%).
3¿Qué respuesta se da ante el acoso escolar?
Insultar (40%), aguantar (35%), hacerle lo mismo (35%) y pegar (25%).
4¿Cuáles son los motivos de las agresiones?
El 70,5% de los agresores considera que agreden para defenderse («porque me provocan»).
5¿Intervienen los profesores para evitar el acoso escolar?
El 55,7% de los agresores dice que sí.
Fuente: 20minutos.es
Colombia ocupa el primer lugar en el mundo en accidentes con víctimas por minas antipersonales, con más de mil casos anuales, señalaron organismos internacionales al celebrarse este martes por primera vez el día mundial contra esos artefactos.
Un grupo de entidades encabezadas por el Observatorio de Minas Antipersonales de la Vicepresidencia colombiana indicó que el país, con 1.060 víctimas en el 2005, entre muertos y heridos, «ocupa ahora el triste primer lugar» de casos debidos a esas armas, y que «le siguen Camboya y Afganistán».
Al conmemorarse el Día Internacional para la Sensibilización sobre Minas Terrestres y la Asistencia contra las Minas, la Campaña Colombiana Contra las Minas, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Organización Internacional para las Migraciones y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) hicieron un llamado contra dichos artefactos.
La efeméride se celebra por primera vez desde que fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Colombia ratificó en el 2001 la Convención de Ottawa, que proscribe las minas, y en desarrollo de ese instrumento adoptó el Plan de Acción contra las Minas.
«La manera más contundente de enfrentar esta constante amenaza que afecta a las poblaciones más pobres y vulnerables, es expresar nuestro rechazo al uso de las minas en concordancia con los postulados de la Convención de Ottawa», afirmaron los organismos. Agregaron que urge multiplicar la información y la conciencia de todos sobre los riesgos que miles de colombianos de todas las edades corren a diario.
«Hoy somos uno, no sólo en Colombia sino en el mundo entero. En cualquier país del planeta donde las minas acechen, gobiernos, sociedad civil, comunidad internacional y organismos multilaterales cierran filas», expresaron.
De acuerdo con estudios oficiales, el primer accidente con una mina en Colombia se registró en 1990 y desde entonces, alrededor de 660 municipios del país, que representan más de la mitad de los existentes, se han visto afectados de una u otra forma por el problema de estas armas no convencionales. Un informe del Monitor Mundial de Minas señala que en Colombia se registran en promedio tres víctimas diarias y desde 1990 hasta la fecha ha habido 4.804, de ellas 1167 muertos y 3637 heridos.
Agrega que aunque existen minas industriales importadas, en el país se utilizan las elaboradas de forma artesanal, que son más difíciles de detectar, el 97 por ciento de los accidentes ocurren en zonas rurales, están afectados 31 de los 32 departamentos y el año pasado resultaron muertos o heridos 1.060 colombianos.
Además, desde 1990 han sido víctimas de las minas 479 niños. El departamento más afectado por dichas armas es Antioquia, con 1766 casos; le sigue Santander, con 657, y Meta, con 632. En el Valle del Cauca se contabilizan 92 incidentes desde 1990. Según los mismos estudios, en Colombia hay entre 70000 y 100000 minas sembradas y cada una puede mantener unos 50 años su capacidad para estallar.
Fuente: emisora de radio RCN (Colombia)