Es muy triste que haya tanta gente que defienda a Alberto Contador argumentando que se ha vulnerado su derecho constitucional a la presunción de inocencia. Claro que todavía es más patético los que lo defienden alertando de (1) una confabulación judeomasónica en contra de España (“si fuera Francés no le habrían sancionado!” gritan algunos, “si fuera Catalán o del Barça no le atacarías” vociferan otros) o (2) “y Guardiola más” (en relación al hecho de que Guardiola fuera declarado inocente de sus acusaciones de uso de nandrolona).
El tribunal ha decidido que Contador no ha demostrado lo que tenía que demostrar. Su argumento de que comió carne contaminada con clenbuterol no ha colado entre otras cosas y según dice el tribunal, porqué no se conocen ni en Europa ni en España casos de contaminación de clenbuterol (sí que se conocen en países del tercer mundo, hecho que los abogados de Contador utilizaron para sembrar la duda del tribunal, cosa que al final no ha colado).
Y como Contador NO ha conseguido demostrar que era “probable” que comiera carne contaminada (cosa que, insisto, según las normas del tribunal que TODOS habían aceptado, era SU responsabilidad y no la de sus acusadores), pues se la ha condenado. No por ser Español, no para demostrar que Guardiola era culpable, no porque haya una conspiración maquiavélica para minimizar la grandeza de los triunfos de los deportistas españoles, no para violar sus derechos y su presunción de inocencia. Simplemente porque su explicación de cómo llegó la substancia dopante prohibida a su cuerpo no era probable(*). Punto final.
(*) Es como si la policía encuentra un quilo de cocaína debajo de tu cama. Ya está demostrado que es cocaína y que estaba debajo de tu cama. A partir de aquí, no es la policía la que debe demostrar que eres culpable, eres tú el que tienes que demostrar que esa cocaína no es tuya. Tu intentas explicar que la noche que te descubrieron a tu hijo le había caído un diente y que, por lo tanto, pasó el Ratoncito Pérez (un ratón gran consumidor de cocaína). Cuando el ratón estaba consumiendo cocaína debajo de tu cama, tú te levantaste y él salió corriendo y dejó la cocaína ahí… hasta que la descubrió la policía. Ante esta conmovedora historia, el juez diría: ¡no cuela!
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