El nuevo primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, ha hecho historia pocas horas tras su victoria, informando al arzobispo de Atenas, muy educadamente, que los servicios administrativos para la ceremonia de su toma de posesión no serían necesarios. Siendo un ateo confeso, el señor Tsipras que, sin embargo, trató con cortesía al alto clero, no perdió tiempo en hacer conocido que su juramento del cargo sería un procedimiento laico. También se explicó que cuando todo el gabinete fuera juramentado, un clérigo de rango inferior (pero no el arzobispo) sería invitado a asistir a aquellos que desearan tomar un juramento religioso.