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Doce países castigan con la pena de muerte el cambio de religión

Noticias criminología. Doce países castigan con la pena de muerte el cambio de religión. Marisol Collazos Soto

En pleno siglo XXI todavía se sigue muriendo por blasfemia y religión. El último caso, que ha conmocionado al mundo, es el de la joven Meriam, encarcelada y condenada a pena de muerte por casarse con un cristiano siendo ella considerada musulmana.

Un estudio del Centro de Investigaciones estadounidense Pew Research Center, ha revelado que el 29% de los países del mundo castigan con la cárcel, multas o pena de muerte por cambiarse de religión, incumplirla u ofenderla.

En 2012, nada menos que el 22% de los países, la mayor parte de Oriente Medio y del Norte de África penalizaban la blasfemia y el 11% la apostasía.

Ampliar en: lainformacion.com

La web de Maco048. Criminologia, ciencia, escepticismo

Razones para apostatar

Noticias criminología. . Marisol Collazos Soto

¿Qué es la apostasía? Independientemente del significado real de apostatar, es un acto de libertad. Ser un apóstata es un lujo que hemos de vivir los ateos. Sólo apostata aquél que pertenecía ya a una religión y, voluntariamente, elige renunciar a ella. Si se convirtiera de ateo a creyente no tendría que realizar ningún acto para revindicarse y convertirse a cualquier religión. Sin embargo apostata aquél que huye del yugo que impone la religión, normalmente obtenido sin consentimiento desde que se es un bebé de unos días.Apostatar es renunciar legalmente a una fe, en la mayoría de los casos en España, a la fe católica.

Razones para apostatar

En primer lugar, nunca debería haber estado bautizado. La Iglesia ha logrado que el acto del bautismo se lleve a cabo a una edad en la que la persona que lo recibe es totalmente inconsciente, y no sólo eso, sino que se ha instaurado como un evento social más, al igual que el matrimonio por la iglesia. Muchas de las personas que son bautizadas, o incluso que bautizan a sus hijos, saben poco y nada de religión; y menos aún viven su vida de acuerdo a lo que la Iglesia dice por lo que es un acto de hipocresía total.

En la sociedad actual, es una incoherencia que una persona alcance la mayoría de edad a los 16 o 18 años para conducir un vehículo, votar, alistarse en el ejército, inscribirse a un partido político o comprar un inmueble y sólo 11 días (como es mi caso) para atarse legalmente a una institución religiosa, que tiene su propio Estado no-democráctico y que incluso intenta aplicar sus propias leyes en otros países.

En segundo lugar, la historia ha demostrado que el progreso tecnológico (que tanto ha mejorado nuestro estilo de vida), sólo es posible si adoptamos una actitud crítica frente a las cosas. Es decir, si cuestionamos los conocimientos anteriores y desarrollamos otros nuevos a partir de metodologías. Sin entrar en más detalles, no puedo aceptar la existencia de un «dogma de fe», algo que no pueda ni deba ser cuestionado, algo de lo que no se pueda hablar, algo que es así porque sí. Y esa es la base del pensamiento religioso. Aun así, y tras cientos de años de progreso en todos los campos de la ciencia, y de estar escribiendo en un ordenador portátil fabricado con materiales artificiales y todo tipo de tecnologías ampliamente probadas, la Iglesia quiere que la gente crea en dogmas arcaicos.

En tercer lugar, soy ateo. No nací siendo ateo (bueno, técnicamente sí: los bebés no adoran a dioses). Desde niño la idea de una religión no encajaba en mis esquemas. Ser ateo y agnóstico no son «condiciones» o formas de ser o pensar que se excluyan mutuamente, de hecho van de la mano, aunque muchos ateos prefieran afirmar ser agnósticos para quedarse en una especie de limbo y evitar discusiones. Sobre las políticas discriminadoras hacia las mujeres, además del concepto retrógrado y fascista que tienen sobre el concepto de familia, principalmente para con las personas homosexuales. Además de leyes que aclaran que si un cura agrede sexualmente a un menor, no se debe avisar a la policía, sino al Vaticano para ordenar su traslado a otra capilla.

Hay varios motivos para renunciar a ser miembros de la secta católica

Para no figurar como unidad que cuente en las estadísticas de la Iglesia que hace legitimarla para recibir ayudas y subvenciones del estado con las que ni siquiera podría soñar una religión, secta u organización más minoritaria. Entiendo que, siendo España un país con larga tradición católica, se potencie y cuide un legado histórico, artístico y monumental del que pocos países pueden presumir. Creo que nadie desearía ver la catedral de León o el santuario de la Santina de Covadonga convertirse en ruinas sin que nadie mueva un dedo. Pero otra cosa muy diferente es que se hagan donaciones y exenciones de impuestos a la iglesia católica por contar con un número de fieles artificialmente enorme. Todas las religiones se han de autofinanciar. Al contar como católicos a todos aquellos que fueron bautizados en contra de su voluntad, siendo bebés y sin que mediase decisión consciente por su parte, la Iglesia se convierte en la principal fuerza religiosa del país.

Para no ayudar a subvencionar a la iglesia católica y, por extensión, a todos sus secuaces siervos. La Iglesia llegó a disfrutar de exenciones de impuestos y no pagaba el IVA. Llegó el momento en el que el gobierno le exigió que pagase el IVA. Ese año, España recibió un toque de atención diciendo que esa exención era ilegal y la cosa podría acabar en el Tribunal de Justicia de la U.E. Por cierto, desde ese año se aumentó lo que recibía la iglesia cuando alguien marcaba la casillita de la declaración de la renta, del 0,5239% al 0,7%. Coincidencia, seguro. Hoy en día el Estado español aún financia en parte a la Iglesia. Ahora paga el IVA, pero disfruta de otras exenciones de impuestos que deja de reacudar el Estado, es decir TODO, incluso los no católicos. 600 millones para pagar a los que enseñan religión en centros públicos y privados. En definitiva, se sigue financiando a la iglesia con dinero que podría ser invertido en fines más constructivos. Invito a todo aquel que posea más datos en este sentido a colaborar con este blog, ya que los estudios, tablas y opiniones abundan mucho en internet.

Pensemos en las ideas de la inmensa mayoría de los sacerdotes católicos sobre temas como el divorcio, la homosexualidad, el sexo, la ciencia. Que cada cual evalúe si la iglesia hace al hombre más libre, más digno o más racional. No sigamos perteneciendo a una organización tan propia de tiempos medievales.

Ampliar en:  Divino Placebo

La ICAR, una religión sin salida

La Iglesia española no ve inconveniente en el ingreso en la fe de bebés sin uso de razón, pero pone trabas a quienes exigen no ser considerados católicos La Agencia de Protección de Datos da la razón parcialmente a los apóstatas

ENTRAR es fácil; salir, no tanto. No hablamos de un laberinto o de un centro comercial, ni siquiera de un contrato de telefonía móvil, sino de la Iglesia católica. La institución no tiene inconveniente en que el bautismo se administre a bebés incapaces de dar su consentimiento; en cambio, exige numerosos requisitos para dejar constancia de que uno no es católico.

Apostatar es, según el Diccionario de la Real Academia, «negar la fe de Jesucristo recibida en el bautismo». En los últimos años, en España ha aparecido un cada vez más visible movimiento apóstata: junto a los actos colectivos de abandono de la confesión en la calle, Internet se ha convertido en un foro en el que muchos ateos, agnósticos o ex creyentes buscan ayuda para culminar su separación de la Iglesia católica. Algunas organizaciones de gays y lesbianas, molestas por la actitud del episcopado hacia la homosexualidad, se han sumado de forma entusiasta a este movimiento.

La propia institución eclesiástica no tiene una política definida para responder a los apóstatas. Aunque todas las diócesis coinciden en negarse a borrar la partida de bautismo de un individuo, algunas si asumen la petición del interesado de anotar, junto a su asiento en el libro de bautismo, que no desea ser católico. En otras, en cambio, ponen todo tipo de trabas: por ejemplo, los arzobispados de Madrid y Valencia han recurrido en los tribunales las resoluciones de la Agencia Nacional de Protección de Datos que amparan el derecho de los apóstatas.

Prueba de que no hay una posición clara respecto a este asunto es la respuesta del Arzobispado de Granada al requerimiento de IDEAL. El vicario general, Juan Rodí­guez Segura, aseguró que la diócesis de Granada no pone ningún impedimento a la apostasía; como ejemplo, recordó ue la última solicitud se presentó un lunes y a finales de semana ya estaba anotado, en el libro de bautismo de la apóstata, su condición de no católica. «Seguimos exactamente la directiva interna de la Conferencia Episcopal Española (CEE)», dijo el vicario. Y esa normativa «confidencial», afirmó, fue enviada a todos los obispados de España el 7 de noviembre de 2005 por el vicesecretario para asuntos generales del episcopado, quien podría aclarar su contenido. Sin embargo, el gabinete de Comunicación de la CEE dijo a IDEAL que tal normativa no existe y «cada obispado actúa de forma autónoma».

«Una decisión pensada»

Hace unas semanas, el secretario general de la CEE, Juan Antonio Marí­nez Camino, justificaba las dificultades para darse de baja en los libros de bautismo en que la Iglesia debe «garantizar» que tan «dramática decisión» es una «opción libre, pensada y con conocimiento de causa. Apostatar es una decisión seria, ya que significa dejar de ser católico, con todo lo que eso significa».

«También bautizarse es una decisión seria, ya que significa comenzar a ser católico, con todo lo que eso significa -replica Albert Villanova, creador de la web apostasia.es-. Por tanto, las exigencias para el bautismo deberí­an ser anÃáogas a las de la apostasía».

El movimiento apóstata exige a la Iglesia que unifique los criterios para apostatar de acuerdo a la ley, mediante un procedimiento «claro, rápido y gratuito para desasociarse», como señala el periodista, psicólogo y escritor José Rodríguez en su web (www-pepe-rodriguez.com). Villanova, además, reclama al Gobierno que regule este asunto para garantizar «el efectivo ejercicio del derecho a abandonar una determinada confesión religiosa, recogido en la Ley Orgánica de Libertad Religiosa».

Procedimiento

Cuando la Iglesia, a través de la parroquia o el obispado correspondiente, no atiende la declaración de apostasía, el solicitante puede reclamar ante la Agencia Nacional de Protección de Datos (ANPD), competente en estos casos y que ya ha emitido decenas de resoluciones casi idénticas.

En todos los casos, la ANPD da la razón al reclamante en el sentido de que la parroquia y/o el obispado deben apuntar, en el acta de bautismo correspondiente, una anotación marginal en la que conste el «derecho de cancelación», es decir, que el interesado no desea figurar en ese listado ni pertenecer a esa organización. El efecto legal es que los datos relativos al apóstata quedan «bloqueados» y no pueden ser utilizados de ningún modo sin su permiso.

Sin embargo, la Agencia no obliga a la Iglesia a destruir la hoja del bautismo, al aceptar la pretensión eclesial de que los libros de bautismo registran «hechos históricos», pero no constituyen un «fichero» o «base de datos». También asume la tesis esgrimida por el episcopado frente a los apóstatas, según la cual «el asiento en el registro bautismal no es identificable con la pertenencia a la Iglesia católica».

Una afirmación, esta última, muy discutida por el movimiento apóstata. Pepe Rodí­guez señala varios párrafos del catecismo en los que se establece que el bautismo es «la incorporación a la Iglesia» y recuerda que el Código de Derecho Canónico identifica las «obligaciones de los fieles» con las de «los bautizados».

En sus resoluciones, la ANPD cita un informe del año 2000 en el que la Dirección General de Asuntos religiosos del Ministerio de Justicia aseguraba que «la Iglesia católica no posee ficheros de sus miembros, ni relación alguna de ellos». Pero también recuerda que la ley establece que «los datos de carácter personal serán exactos y puestos al día de forma que respondan con veracidad a la situación actual del afectado», lo que, en estos casos, significa registrar su condición de apóstata.

En todo caso, varios apóstatas han recurrido también ante la Audiencia Nacional para que les reconozca su derecho a ser borrados de todo registro de la Iglesia. Quizá las sentencias clarifiquen un procedimiento que hoy por hoy sigue siendo confuso. Y muy insatisfactorio para quienes no pueden salir de una organización en la que jamás entraron.

igallastegui@ideal.es

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