Cuanto más conocimiento tenga, más críticamente puedo pensar. Esta no es la única relación entre conocimiento y pensamiento crítico. También está la relación en contrasentido, que mi capacidad de pensamiento crítico sobre algo denota el conocimiento que tengo sobre ese algo. En definitiva, conocimiento y pensamiento crítico son como hermanos siameses.
Conocimiento es entender, interpretar y, en última instancia, tener una idea sobre cómo se ha de intervenir, cuáles son las apuestas que hay que hacer o hacia dónde hay que transformar.
Escuchaba hace unos días una entrevista en la radio en la que hablaban de coeficientes intelectuales, niños prodigio, superdotados y genios. Pusieron el ejemplo de William James Sidis [Link wikipedia], que considerado una de las personas más inteligentes de la historia, no ha legado ninguna aportación destacable a la humanidad. Una cosa es la capacidad potencial y otra la capacidad que desarrollamos.
Tanto el pensamiento –crítico–, como –su hermano siamés– el conocimiento, para desarrollarse necesitan unos ingredientes que, sin ánimo de exhaustividad, voy a tratar de identificar:
- Vocación de conocimiento: El primer elemento es que la persona quiera (y esté dispuesta a realizar el esfuerzo que supone), en un área concreta, desarrollar y expandir su conocimiento. Decimos “en un área concreta” para no hablar de un conocimiento abstracto y carente de significado y proyección, pero muy conscientes de que las conexiones entre las áreas del conocimiento son tales que, en rigor, quizá nunca desde el razonamiento puro pudiéramos defender numantinamente las fronteras entre áreas y éstas solo sean el reflejo de convenciones admitidas.
- Acceso a contenidos con los que desarrollar el conocimiento: Hoy cada uno de nosotros desde nuestras casas accedemos a una inmensa biblioteca de contenidos que se llama Internet. El acceso a contenidos era algo que solo unos privilegiados podían tener hace unas décadas; por ejemplo, aquellos que trabajaban en el ámbito de la universidad (contando con que ésta tuviera una buena biblioteca). Esto puede explicar la estrecha relación del mundo intelectual, del mundo del conocimiento, con la universidad en épocas anteriores (pensemos por ejemplo, en la Alemania de principios de los XX) y también cómo esta identificación se ha diluido.
- Oportunidades y contextos para practicar el conocimiento: La reflexión compartida, el debate inteligente, la aplicación del conocimiento y de la inteligencia a los problemas de todo tipo. Este es también un elemento indispensable para el desarrollo del conocimiento (y el pensamiento crítico). El conocimiento tiene una vocación estética (la belleza de conocer por el simple hecho de conocer), pero tiene, sobre todo, una vocación ética (contribuir a mejorar la vida y existencia de las personas).
Artículo completo en: Maite Darceles