La secta había iniciado un contador regresivo hasta el sábado 30 de junio, cuando supuestamente se acabaría el mundo y su fundador, José Luis de Jesús Miranda, se convertiría en un súperhombre que sólo salvaría a sus seguidores.
Que este disparate no se haya cumplido, le ha causado verdadero dolor a sus víctimas más inmediatas, los seguidores del charlatán:
Familiares de estas personas informaron a LA TRIBUNA que algunos lloraron, se embriagaron y otros hasta abandonaron sus viviendas, porque la promesa del supuesto “Jesucristo hombre” quedó en una burla.
Aunque pasó el sábado, la esperanza para los seguidores de Miranda era que en la madrugada del domingo sucedieran las transformaciones y que este lunes ellos estarían controlando el sistema mundial.
…
Los adeptos llegaron a asegurar que al siguiente día de su transformación nacería un nuevo gobierno de justicia y equidad para las naciones, todo a un orden perfecto, los climas cambiarían, los límites volverían a establecerse, los animales convivirían libremente sin importar su especie.
En las ciudades desaparecerían los hospitales, las cárceles iban a quedar vacías y todas las sinagogas del mundo serían destruidas.
En sus creencias, la gente comenzaría a vivir en perfecta armonía en el nuevo mundo de escogidos que habían sido predestinados para esa nueva era, los que se marcaron con el “666” o “SSS” estarían con el “rey de reyes” gobernando y todos serían convertidos en inmortales.
Y la estupidez sigue. Muchos de estos enajenados mentales tatuaron a sus hijos con el número 666 y ahora les preocupa que los maltraten. ¿Qué tal eso como ejemplo de doble moral?
Y crece la desgracia, ya que en Honduras, en vez de mostrar algún grado de seriedad, ofrecerle ayuda a los estafados, o algo por el estilo, las autoridades creen que los seguidores de Miranda son seguidores del diablo y los están privando de sus derechos, expulsándolos de las ciudades, por no seguir al amigo imaginario correcto:
Debido a lo anterior, las autoridades exigieron a los adeptos a esta secta dejar de engañar a la gente, porque son seguidores del diablo y los hondureños necesitan unirse más a Dios, además que están investigando a sus líderes.
El alcalde capitalino, Ricardo Álvarez, dijo que “hago un llamado a esos seguidores del diablo, a que no anden en las calles de la capital, no los quiero aquí, les pido que se vayan, no los quiero acá”.