«Los múltiples ejemplos de milagros inventados, y de profecías, y de acontecimientos sobrenaturales, que en todas las épocas han sido o detectados por la evidencia contraria, o puestos en evidencia ellos mismos por su carácter absurdo, prueban suficientemente la fuerte propensión de la humanidad hacia lo extraordinario y lo maravilloso, y deben razonablemente arrojar una sospecha en contra de todos los relatos de esta clase»