Hurtar deliberadamente a los niños esta clase de conocimientos debería calificarse como un modo de abuso infantil, aunque, por desgracia, la Declaración Universal de los Derechos Humanos no menciona expresamente el derecho de los niños a recibir una educación científica. En cualquier caso, si el artículo 26 de la Declaración garantiza el derecho genérico de los padres «a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos», esto vale tanto para padres religiosos como no religiosos.
Habida cuenta de que la educación religiosa empieza desde la más tierna infancia (es comprensible, dado que los niños jamás se convertirían en creyentes de una religión de forma instintiva por más que sean «teleologistas promiscuos»), desarrollar recursos escépticos orientados a niños parece una buena idea.
Hasta ahora estos recursos son escasos, quizás porque tradicionalmente se ha entendido que el escepticismo y el racionalismo son posiciones relacionadas con la madurez y con estadios avanzados de la educación. Algunas excepciones interesantes son el libro de pensamiento crítico para niños publicado por Richard Dawkins y el ilustrador Dave McKean, un «Diccionario Escéptico para Niños» en internet (De «Abracadabra» a «Zombie»), y el libro Parenting beyond belief de Dale McGowan.
Fuente: La revolución naturalista