Juan Gabriel Vásquez, uno de los buenos columnistas del periódico colombiano El Espectador (que escasean), deja claro:
Los conservadores hablan mucho de defensa de la vida, pero lo que omiten invariablemente, cerrando los ojos con fuerza, es que estos debates son difíciles porque lo que se juega en ellos es, en últimas, nuestra relación con el sufrimiento. O más bien: son debates sobre el derecho que tenemos (como sociedades, como sistemas legales) a permitir el sufrimiento ajeno cuando podríamos evitarlo. Condenar al sufrimiento: eso es lo que hace quien niega a una mujer embarazada el derecho de abortar cuando ha sido violada, cuando corre el riesgo de morir como consecuencia del embarazo, cuando puede dar a luz a un niño tan enfermo que su vida sea insoportable o indigna. Dejar que otro sufra: es lo mismo que hace quien se opone a eso que se llama suicidio asistido. ¿Tenemos derecho, deberíamos tener derecho a mirar para otro lado mientras alguien sufre? Me parece claro —moralmente claro— que no.