El investigador del Instituto de Física de la BUAP (México), Enrique Soto Eguibar, explicó que la serie de supuestos beneficios en niños menores de tres años, que resultan de escuchar música de Mozart, no es más que una suposición, es decir, carece de bases científicas por ser parte de una pseudociencia.
Soto Eguíbar, al presentar su conferencia «El oído y el cerebro, el origen de lo musical», indicó además que el aprendizaje musical mejora el procesamiento del tono, es decir, permite identificar algún sonido específico entre un conjunto numeroso de ruidos; facilita un seguimiento del tono lingüístico y mejora la percepción del lenguaje, pero –recalcó– no garantiza que en un futuro los niños puedan ser muy inteligentes, o adquirir automáticamente las capacidades de de recordar o memorizar.
En tanto, apuntó, una educación musical a temprana edad dota de mayores capacidades a los individuos de discriminar el ruido de varias señales; “la enseñanza musical debería regresar a las escuelas de formación básica pues también es conocimiento”, concluyó el investigador.
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