José Luis del Toro Estrada no era el integrante típico del cártel de Los Zetas: no utilizaba armas para controlar un territorio dado ni se encargaba de traficar distintos tipos de mercancía. A pesar de ello, su trabajo fue la piedra angular para el crecimiento del cártel mexicano. “Él no era un asesino. Era un geek, un técnico”, dice un ex agente federal de narcóticos de Estados Unidos en entrevista con la revista Popular Science. Tanto así que ése mismo era su apodo: Técnico.
El gobierno federal no pensaba quedarse atrás: el mismo año que Técnico comenzó a formar su red de radiotransmisión, la Procuraduría General de la República, a través de la distribuidora mexicana Segtec, compró a la empresa Global Technical LTD un aparato con el nombre de GT200. Este dispositivo, cuyo costo individual supera los 400 mil pesos, llegó como un festín en tiempos de hambruna: un detector molecular de uso fácil que prometía localizar armas, drogas y explosivos. Tan grande era su promesa que para 2010 la Secretaría de la Defensa Nacional había adquirido más de 700 de estos aparatos. Los GT200 hacían su parte en la lucha en contra del narcotráfico, distinguiendo a los criminales del resto de los ciudadanos. Pero para la mala suerte del gobierno mexicano, el GT200 no era más que un fraude. Uno muy fácil de descubrir.
El detector molecular consiste de una pequeña caja del tamaño de una cartera –llamada lector de tarjetas– de la cual sale un tubo por el que se sujeta. De su extremo sale una antena, parecida a las que utilizan todavía algunos televisores, cuya función es indicar dónde se ocultan los gramos de cocaína, cuernos de chivo o granadas. No utiliza baterías ni debe conectarse a ninguna fuente de poder para funcionar. He aquí el error. Es físicamente imposible que un aparato que no trabaja con energía, y no puede enviar ninguna señal, detecte materia (como drogas, armas y explosivos) que tampoco envía señales hacia él.
Según la Secretaría de Educación Pública de México, cualquier persona que haya terminado la secundaria debió de “avanzar en la comprensión de las propiedades de la materia y sus interacciones con la energía, así como en la identificación de cambios cuantificables y predecibles”. Es decir, cualquier mexicano que haya terminado la secundaria debió ser capaz de desenmascarar al GT200 como un fraude y saber que se basa en el mismo funcionamiento que tiene la Ouija: los movimientos azarosos del pulso de una mano.
En octubre de 2011 los investigadores Luis Mochán y Alejandro Ramírez, del Instituto de Ciencias Físicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, realizaron un peritaje al GT200 y expusieron el timo. “En cierto sentido, el problema no es con este aparato”, mencionó en su momento el doctor Mochán a la Asociación de Ciencia de Morelos, “sino con el hecho de generar una cultura científica, de recurrir a la ciencia y apoyarse en ella cuando se necesite”. Y es que el mecanismo del aparato es inverosímil; en realidad está hueco y ni siquiera hay un intento por aparentar que posee un funcionamiento real. Lamentablemente, para estas fechas ya se habían autorizado más de 1250 cateos ilegales a causa del detector molecular. Para el indígena mixteco Ernesto Cayetano, por ejemplo, haber sido señalado por la antena del GT200 le valió la prisión. Gracias al peritaje de Mochán y Ramírez, Ernesto salió libre y los creadores de este diabólico aparato ahora se encuentran presos en Inglaterra, donde se ubica su compañía.
Pero no basta con que los científicos acusen al GT200 de fraude. Por eso, Luis y Alejandro idearon un experimento. Para saber si el detector realmente encuentra drogas o armas o si sólo mueve su antena según lo que dicte la mano de su operador, es necesario que el mismo operador y el observador (en este caso, los investigadores) no influyan en la medición hecha por el aparato. Este tipo de experimentos se conoce como “doble ciego”. Luis y Alejandro, con la ayuda de operadores oficiales del ejército mexicano, dividieron el experimento en dos etapas: una de calibración y otra de búsqueda.
En la primera, un soldado encargado de colocar una muestra –un paquete de anfetaminas o un paquete con cuatro balas– elegía una de ocho cajas idénticas colocadas dentro de un salón de baile vacío, propiedad de la Academia Mexicana de Ciencias, y escondía la muestra dentro de ella. Otro soldado, encargado de operar el GT200, entraba al salón de baile a sabiendas de cuál caja contenía la muestra. Este experimento se repitió ocho veces y, en cada una de ellas, la antena del GT200 señaló la caja correcta. El detector parecía funcionar a la perfección.
La segunda etapa pondría a prueba al detector. De nueva cuenta, el primer soldado colocó una muestra dentro de una de las ocho cajas que había dentro del salón de baile y salió del recinto. El operador, con su GT200 en mano, entró al salón, pero ahora sin saber en cuál caja estaba la muestra. Tras repetir este experimento 20 veces, el detector sólo señaló la caja correcta tres de ellas, y fue entonces que se descubrió el engaño.
Los Zetas, un grupo de ex militares entrenados y formados en México sólo necesitaron de un Técnico para montar una de las redes de comunicación más eficientes y con el mejor costo-beneficio que cualquier organización, criminal o no, ha instalado en el país. El gobierno, en cambio, gastó más de 280 millones de pesos en un timo de dimensiones diabólicas.
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La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) de México descartó el uso de los detectores moleculares de droga y armas GT-200, tras comprobar la falsedad de más de 700 equipos adquiridos por unos 16 millones de dólares.
Según www.criteriohidalgo.com, tras la compra fallida de detectores moleculares que resultaron falsos, la Sedena busca ahora embodegarlos, definitivamente. Se trata de 742 equipos conocidos como GT-200, que se compraron en el sexenio pasado (Presidencia de Felipe Calderón, de 2006 a 2012) para combatir al crimen organizado.
Este aparato fue defendido por la Sedena, desde 2007, cuando compró 126 equipos a 27 mil dólares cada uno. Tanto fue su convencimiento, que en 2008 adquirió otro lote de 395 detectores, y para 2010 solicitó otros 221, solo que estos últimos dos pedidos costaron 34 mil 800 dólares cada uno. En total, la institución erogó unos 16 millones de dólares por los equipos que presumían detectar casi todo, desde armas y drogas (más de 300 sustancias), hasta cadáveres, sobre y bajo la tierra, sumergidos en el agua, e incluso en aviones y helicópteros en vuelo.
“Se hace de su conocimiento que personal de este instituto armado no sigue utilizando los detectores moleculares GT-200 (…) por el momento fueron concentrados en los almacenes generales”, expuso la Sedena en una respuesta de información, recientemente.
En 2010, la cadena británica BBC presentó un reportaje en el que desarmó un GT-200 y encontró que no tiene ningún componente. El inglés Gary Bolton, fundador de Global Technical, la empresa que comercializó el producto, fue acusado formalmente de dos cargos de fraude en julio de 2012, y sentenciado a siete años de cárcel.
El 29 de agosto de 2012, la Corte atrajo el caso de dos mujeres veracruzanas que viajaban en un autobús y fueron detenidas por militares que les aplicaron el detector GT-200. Un juez federal las liberó después, tras señalar que existían serias dudas sobre la validez científica de los aparatos.
En marzo de 2011, el entonces presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), Arturo Menchaca, declaró que el GT-200 es una burla, pero el Ejército defendió sus presuntas bondades todavía en ese momento.
El actual comandante de la 11 Región Militar, con sede en Torreón, Coahuila, el general Augusto Moisés García Ochoa, fue el responsable de las adquisiciones de la Sedena, mientras fungió como director general de Administración de la dependencia.
Fuente: Infodefensa
En el video (GT-200, EN LA MIRA) puede verse a un militar con un aparato de plástico provisto de una antena, caminando en un galerón que contiene ocho cajas blancas colocadas en el suelo, en línea recta. Una de éstas contiene estupefacientes y cartuchos, pero el uniformado no sabe en cuál. El artefacto es un detector molecular que supuestamente localiza drogas, armas y explosivos. Sus creadores lo comercializan con el nombre de GT200; los soldados lo llaman la ouija del diablo.
Cuatro cámaras registran los movimientos del operador, quien camina despacio a un costado de la hilera de cajas. Llega al final de la fila. Se detiene. Regresa lentamente al punto de partida. Otra pausa. Empieza otra vez. Así lo hace en dos, tres, cinco, siete intentos… Y nada: el aparato no vira en dirección de ninguna de las cajas.
Durante el octavo intento, el militar se detiene entre las cajas 5 y 6. Respira. Cruza con lentitud entre ambas. Intenta de nuevo. Dos, tres, cuatro veces más. La antena del aparato apunta a la caja 3. Error. La muestra prohibida estaba en la caja 5.
Este experimento, realizado el 21 de octubre de 2011 en la Academia Mexicana de Ciencias, a petición de un juzgado de Cuernavaca, Morelos, se repitió en 20 ocasiones. Sólo hubo tres aciertos.
El objetivo del ejercicio era demostrar la eficacia del detector molecular GT200, usado en la búsqueda de explosivos, armas y drogas. Para ello se escondieron, sin que el militar lo atestiguara, mil 630 cápsulas de Itrabil con Clobenzorex, 33 cápsulas de Obeeclox con Clobenzorex, 3 cartuchos calibre 9x19mm y uno calibre 38 en una sola caja.
EL UNIVERSAL obtuvo una copia del video que demuestra que el detector molecular GT200 es ineficaz para detectar drogas y armas. Sin embargo, la empresa inglesa que lo comercializa, Global Technical LTD, sostiene que, a través de unas tarjetas tipo Ladatel que se meten al equipo, su detector localizaba en un máximo de 20 segundos, a 4 kilómetros de distancia desde el aire, además de narcóticos y explosivos, seres humanos vivos, cadáveres, tabaco, dinero en efectivo, uranio, venenos, marfil…
Este video, que forma parte del único peritaje científico de campo realizado en México al GT200, está siendo utilizado ahora mismo en un juicio por fraude que se le sigue en Londres, Inglaterra, a los creadores de estos aparatos.
El peritaje realizado en la Academia Mexicana de Ciencias demuestra que los empresarios ingleses que crearon la ouija del diablo defraudaron al gobierno federal mexicano y a 27 gobiernos estatales al venderles 1112 equipos, por los que se pagaron unos 450 millones de pesos, según información obtenida a través del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI).
Los artefactos fueron comprados entre 2004 y 2012, y han sido utilizados en retenes militares, operativos policiacos y otras tareas de seguridad por una decena de instituciones federales, entre las que están las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena) y Marina (Semar), Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Procuraduría General de la República (PGR).
Los “señalamientos” del GT200 han sido motivo para encarcelar inocentes, como Ernesto Cayetano, un mixteco que estuvo preso en Coatzacoalcos, Veracruz, y Juanita Velázquez, quien permaneció dos años en el penal de Atlacholoaya, Morelos. Ambos fueron liberados al comprobarse la ineficacia del aparato.
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El empresario inglés Gary Bolton, dueño de Global Technical LTD, fabricante del detector molecular GT-200 usado en México en operativos de seguridad para localizar droga y explosivos -conocido como la ouija del diablo-, enfrenta un juicio penal por fraude en su país por manufacturar ahí su equipo y venderlo en el mundo.
El hombre de 46 años, de apariencia atractiva y refinada -radicado en el condado adinerado de Kent- compareció en libertad condicional el pasado 12 de septiembre, y el 18 de octubre deberá asistir a su siguiente audiencia judicial.
La policía londinense detuvo a Bolton y a cinco ex socios el 11 de julio pasado, entre ellos a James McCormick, poseedor de la empresa ATSC, que elabora el aparato ADE651 utilizado en Irak y Afganistán, en donde operadores del mismo han muerto al detonarles explosivos que no detectaron.
El departamento policiaco informó que las seis consignaciones fueron posibles gracias a una larga investigación relacionada con la fabricación, promoción y venta «de una variedad de equipos detectores de sustancias realizadas en jurisdicciones extranjeras del 15 de enero de 2007 al 12 de julio de 2012».
De campos de golf a zonas de guerra
Court News UK asegura que ambos empresarios y los otros consignados: Simon Sherrad y Joan y Sam Tree, quienes idearon el equipo Alpha 6, así como Anthony Williamson, creador del XK9, salieron libres bajo fianza, deben vivir y dormir en sus domicilios y se les confiscaron sus pasaportes para enfrentar el proceso en su contra.
Burt explicó durante su intervención que se les detuvo como parte de una misma investigación, aunque los juicios son independientes, porque todos fueron socios de un proyecto que abortó y luego cada uno creó su propia empresa timadora de detectores.
«Hay una muy seria implicación por parte de estos equipos», agregó, «porque la gente cree genuinamente que pueden trabajar, y con tal convicción obtienen una seguridad falsa».
Apuntó: «Cuando abrimos el equipo, no tiene batería y está vacío, es una caja de plástico con una antena».
El fiscal precisó que el antecedente de esos aparatos se fabricó en Estados Unidos en los años 90, bajo el engaño de localizar pelotas de golf en los campos de juego, lo cual mereció un juicio en una corte civil en 1997.
Burt se refiere al equipo Quadro Tracker: un mango de plástico hueco, con una antena montada en un pivote que puede girar 360 grados horizontalmente, y que señala hacia algún punto gracias a la fuerza de gravedad que provocan movimientos imperceptibles de la mano que lo sostiene.
Tras el escándalo judicial en Estados Unidos, explicó Burt, «un caballero americano vino a Reino Unido y arrancó un nuevo negocio, y ese aparato se convirtió en equipo detector».
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Recientemente ocurrió un tiroteo en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
La preocupación crece cuando se ven notasde prensa como la que apareció en varios medios (Milenio incluido) el pasado 20 de junio. Evidentemente basada en un boletín de la Fiscalía de Durango, en ella se daba por buena, sin mayor cuestionamiento, la versión de que el llamado “detector molecular” GT200 es una importante herramienta en el combate al narcotráfico, pues es “considerado como el equipo más confiable y avanzado del mundo como detector de sustancias, aún siendo ocultas en aceite y petróleo”.
Ya en otras ocasiones se ha hablado del fraude del GT200, con que la empresa Global Technical y sus distribuidores como Segtec, en México, han engañado a varios gobiernos del mundo vendiéndoles a precio de oro estos inútiles artefactos, que prometen localizar a distancia drogas, explosivos y cualquier cosa que uno desee. Aunque el gobierno de Gran Bretaña advirtió a nuestro país en marzo de 2010 que se trataba de una estafa –los “detectores” no son mejores que el azar, no se basan en ningún principio científicamente posible, y ¡están huecos por dentro!–, han seguido siendo comprados y utilizados por las fuerzas armadas. El problema se ha denunciado ampliamente en varios medios, pero persiste. Afortunadamente, como comentábamos aquí la semana pasada, el Senado de la República propuso el pasado 30 de mayo un punto de acuerdo para pedir al Poder Ejecutivo que investigue la supuesta efectividad de dichos aparatos.
Los periodistas, por su parte, son formados con el criterio de, ante una polémica, darle voz a ambos bandos, en aras de la imparcialidad. Y normalmente es una buena estrategia… pero cuando se enfrentan a seudocientíficos, al confrontarlos con verdaderos expertos, poniéndolos al mismo nivel, les dan un lugar que no merecen, y ayudan a legitimarlos ante el público, lo cual termina perjudicando a la sociedad.
Sin duda, en temas relacionados con la ciencia y la tecnología, donde resulta tan fácil que un impostor se haga pasar por experto para vender curas milagrosas, tecnologías infalibles, fuentes inagotables de energía y otras pócimas, es importante que los medios promuevan la formación de periodistas especializados. Se trata ya no de un lujo, sino de una necesidad. De otra manera, seguiremos viendo en los medios no sólo falsas noticias como la captura del “hijo” del Chapo, sino de varitas mágicas que pueden detectar a los malosos… y que sólo fracasan, poniéndonos a todos en riesgo.
Ampliar en: La Ciencia por Gusto
Desde hace dos años como mínimo la Secretaría de la Defensa Nacional hizo compras de equipo táctico que algunos estiman en $13000000 dólares de EE.UU., se cree que por su avanzadísima tecnología punta, esta compra solo se pudo concretar gracias a las sugerencias de Carlos Trejo, Jaime Maussan o cualquier otro charlatán.
Ahora los efectivos del ejército caminan en los retenes y calles de ciudades haciendo «parainspecciones» con la mágica “pistola molecular” deteniendo a las personas que conducen vehículos, o viven en sus hogares, o simplemente circulan por donde un soldado haga la tarea con la mágica pistola, la mala fortuna para algunos comenzará cuando «el aguijón del diablo» los señale.
Ahora, Diego Fernández de Ceballos deberá estár feliz de ser buscado con tan milagroso aparatito.
Empecemos por el principio:
Regresábamos, mi secre y yo, de comprar carne y teleras para la tortería, ya saben lo famosas que son mis tortas, ok, ok, las tortas que preparo, y mientras que descansábamos, saqué la laptop tricapa de grasa de la neurótica de mi secre, ella acomodaba las vituallas mientras yo visitaba mi famosísimo canal de Youtube, miraba algunos videos cuando uno en especial llamó mi atención, en ese video un soldado del ejército mexicano hacía una especie de inspección a media calle en algún poblado con un aparatito que según supe después tiene el nombre de «Pistola Molecular».
Me sorprendido ver un artefacto bélico con semejante nombre, “Pistola Molecular” se me hizo algo así como del primer mundo y pensé que nuestros soldados ya habían dejado la edad de piedra para integrarse al mundo de la tecnología de punta.
Sin embargo el nombre y el aspecto del aparato me dejaban desconcertado, por un lado el nombre de “Pistola Molecular” suena a que debería ser un pistolón como los que se cargan el Jefe Maestro de Halo, o el de Marcus el de Gears of Wars, pero, el aparato que lleva tan portentoso nombre no parece corresponder a semejante título, solo hay que ver la siguiente imagen de la “pistola molecular” e imaginarnos al Jefe Maestro o Marcus haciéndola con la pistolita.
Buscando un poco en internet encontré un reportaje periodístico que hace una buena descripción de la compra y de la famosa pistola y a continuación pongo extractos del reportaje que me dejó babeando.
“Técnicamente la llaman “pistola”, porque se empuña igual que un arma de fuego y aunque su “cañón” es apenas más grueso que un popote, su poder parece de otro mundo. Tanto que entre los militares que la manejan es conocida como la ouija del diablo.
Se trata del sistema remoto de detección de sustancias o pistola molecular GT-200, que aun a una distancia de 500 metros es capaz de descubrir de todo: drogas, explosivos, armas y dinero, sin que la mano del hombre mueva nada.
Esta ouija del diablo es un invento británico que el ejército de ese país utiliza desde hace nueve años.”
Vaya, hasta aquí suena de ciencia ficción, un aparatito con una antenita que como espada de Damocles señala y cae sobre los malos, de inmediato pensé, he visto todo, ahora si estoy en la era de Darth Vader, El Jefe Maestro y Marcus juntos. La sola idea de que el hombre pudiera elaborar estos aparatejos de fantasía me hizo alucinar, quería saber cómo es que funcionaban y seguí leyendo. “Funciona a través de la localización de “campos diamagnéticos” (que repelen a los imanes) y “paramagnéticos” emitidos por químicos, plásticos, acetato de uranio, nitrato de amonio, y municiones que puedan estar construidas con bismuto, un sustituto de plomo.” Zaz, diamagnéticos y paramagnéticos, una terrible desventaja de ser tan silvestre como yo, o para que entiendan, de no haber estudiado, es que las palabras me amedrentan y cuando no las entiendo trato de no hacer gestos para que la gente no se dé cuenta que soy muy bruto y no entiendo lo que dicen, pero como en ese momento solo tenía dos cosas que hacer, una seguir leyendo o verle las caderas a la secre que lavaba platos en ese momento, y como ésta última actividad es sumamente peligrosa si ella se da cuenta, decidí preguntarle a ella que además de lo que se le puede ver tiene también muy buenas entendederas y sin voltear me dijo:
–¿Qué definición quieres la de wikipedia? –y se soltó como tarabilla, pero al final lo que dijo y entendí es lo siguiente:
— En el electromagnetismo, el diamagnetismo es una propiedad de los materiales que consiste en ser repelidos por los imanes o campos magnéticos. Los superconductores, por ejemplo, son materiales diamagnéticos perfectos. Es lo opuesto a los materiales ferromagnéticos los cuales son atraídos por los imanes.
–Mmmm –contesté yo con aire de haber entendido para tratar de ocultar mi ignorancia –¿y los paramagnéticos?
–Es lo contrario –dijo—Los materiales paramagnéticos no ferrosos como el oxígeno son atraídos por los campos magnéticos, pero esta propiedad depende mucho de la temperatura y campos magnéticos intensos, al cambiar alguna de estas condiciones se pierde o se deja de observar esta propiedad.
–Ahhh. –Contesté y preferí seguir con mi lectura.
«Éste es el nuevo instrumento con el cual la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha reforzado la Estrategia de Seguridad Nacional y su objetivo es poner a raya al crimen organizado.
El dispositivo que también es capaz de detectar seres humanos, tabaco y varias toxinas pesa 450 gramos y es alimentado por la estática que genera el usuario, por lo que no requiere de una fuente de energía adicional.»
Artículo completo en: El Fraude Jocoso
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