Pese al anuncio a bombo y platillo del hallazgo de los huesos del rey inglés bajo un aparcamiento, la comunidad científica todavía plantea dudas sobre su verdadera identidad.
Tras meses de expectación, la Universidad de Leicester había convocado el lunes a periodistas de todo el mundo. En agosto de 2012, un grupo de científicos había encontrado en las ruinas de un monasterio bajo un aparcamiento de la ciudad inglesa los huesos de un hombre fallecido de manera brutal en el siglo XV. Le habían reventado la cabeza posiblemente con una alabarda. Y los investigadores sospechaban que podía tratarse de Ricardo III, que gobernó Inglaterra entre 1483 y 1485, cuando murió en la batalla de Bosworth defendiendo su trono.
Por fin, el lunes, en una rueda de prensa convertida en un entretenido show, el arqueólogo Richard Buckley proclamó que esos huesos destrozados son, “más allá de toda duda razonable”, lo que queda del monarca Ricardo III, célebre por su frase “Mi reino por un caballo” en la obra de Shakespeare. Los investigadores se abrazaron y los periodistas se levantaron y aplaudieron a rabiar. El hallazgo del rey inglés dio la vuelta al mundo.
Para averiguar si los huesos del aparcamiento eran del rey Ricardo III, los investigadores de la Universidad de Leicester compararon su ADN con el de Michael Ibsen, un carpintero de Canadá que se ha identificado como descendiente de la hermana mayor del monarca inglés. El ADN, el microscópico libro de instrucciones en el que está escrito el funcionamiento biológico de un ser humano, se encuentra en el núcleo de cada una de nuestras células, pero fuera de él las mitocondrias, las pilas que suministran energía a las células, tienen su propio ADN. Este ADN mitocondrial se hereda de madres a hijos y se suele utilizar para saber si dos personas están emparentadas. Y, según explicaron los científicos ingleses en la rueda de prensa, el ADN mitocondrial del aparcamiento y el del carpintero coinciden.
“En el hipotético caso de que hayan encontrado un macheo [una coincidencia] entre las dos secuencias de ADN, es posible que estén emparentados, pero que estos sean los restos del rey es otro cantar”, expone Camiña, experto en la genética de las dinastías de los Austrias y de los Borbones. “Queremos que se contrasten los resultados y que expertos en historia comenten el tema”, lanza.
Los funcionarios encargados de cumplir la ley que tienen la tarea de identificación de un cuerpo sobre la base de restos de esqueletos disponen de una nueva herramienta. Un nuevo informe de investigadores de la Universidad North Carolina State muestra cómo determinar el sexo biológico de restos óseos, basado únicamente en las mediciones de los siete huesos del tarso en el pie.
«Los tarsos son huesos muy densos, y pueden ser más duraderos que otros huesos, tales como la pelvis – que se utiliza para determinar el sexo biológico», dice el Dr. Caso Troya, un profesor asociado de antropología en la NC State y coautor de un documento que describe la investigación. «Además, los huesos del tarso están en los zapatos, que los protege de posibles daños. Esto es particularmente útil en un contexto forense.» Los tarsos son los siete huesos que forman la parte del tobillo, talón y la parte posterior del arco de un pie humano.
Los investigadores analizaron los huesos del tarso de 160 hombres y mujeres, tomaron medidas de longitud, anchura y altura de cada hueso, con la excepción del calcáneo. Para el calcáneo o hueso del talón, los investigadores midieron sólo su longitud.
Estudios anteriores habían demostrado que el astrágalo – o hueso del tobillo – y el calcáneo pueden ser indicadores bastante buenos del sexo biológico. Sin embargo, la investigación se había hecho poco en los huesos del tarso, que son significativamente más pequeños.
Los investigadores encontraron que los huesos del tarso del pie derecho por lo general son los indicadores más fiables para determinar el sexo biológico. Por ejemplo, la longitud del talud en el pie derecho determinó correctamente el sexo biológico 90 por ciento de las veces.
Sin embargo, una sola medición puede ser engañosa. Por ejemplo, una mujer puede ser especialmente alta, o un hombre particularmente bajo. Así, los investigadores analizaron la combinación de mediciones de varios huesos, que permitan medir el tamaño relativo de los huesos entre sí.
Por ejemplo, los investigadores encontraron que mirando la altura del talud junto con la longitud del hueso cuneiforme tercero – en el centro del pie – les permitió determinar el sexo biológico de un esqueleto con exactitud 93.6 por ciento .
Mientras que la investigación tiene claras aplicaciones de las ciencias forenses, también puede ayudar a los investigadores el estudio de poblaciones antiguas. «Hemos evaluado los restos de europeos-americanos modernos, por lo que nuestros resultados no son directamente aplicables a poblaciones antiguas», dice Caso. «Sin embargo, sí nos dice que los huesos del tarso son los más indicativos del sexo biológico. Por lo tanto, si usted tiene un gran número de esqueletos, y algunos de ellos puede determinar el sexo sobre la base de cráneo o las mediciones de la pelvis, se puede utilizar la información que hemos proporcionado en tarsianos para crear ecuaciones para determinar el sexo de los restos óseos de otros en ese grupo basado únicamente en las mediciones del tarso «.
Fuente: Sheena M. Harris, D. Troy Case. Sexual Dimorphism in the Tarsal Bones: Implications for Sex Determination. Journal of Forensic Sciences, 2012; 57 (2): 295 DOI: 10.1111/j.1556-4029.2011.02004.x