Depresión, abuso de sustancias, embarazos no deseados o contagio de enfermedades de transmisión sexual. Éstos son algunos de los ‘efectos secundarios’ que sufren a largo plazo las mujeres que experimentan alguna forma de violencia sexual durante la infancia, además del trauma psicológico provocado por el episodio. Una tragedia, destaca un editorial de la revista ‘The Lancet’, “demasiado extendida como para seguir ignorándola”.
Las cifras producen escalofríos. Una de cada tres niñas sufrirá al menos un episodio de violencia sexual antes de cumplir 18 años. Lo más probable es que el agresor sea un varón de la familia, un vecino o el novio. Al menos el 40% de las menores se ve sometido a este tipo de vejaciones en más de una ocasión y 13% de las veces ocurre en el colegio. Estos datos son resultado de un estudio realizado por UNICEF y los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) en Swazilandia.
Ya sea como [Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE], para ‘prevenir o curar el sida’, como [Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE] o por la sencilla razón de que, para algunos, el hombre tiene derecho a usar a la mujer cuándo y cómo les plazca. El hecho es que los abusos sexuales son un problema sanitario global y una violación de los derechos fundamentales de las mujeres, que pone en riesgo sus vidas, la de sus familias –porque las mujeres son el pilar fundamental del hogar en muchas culturas- y el desarrollo económico y social de los países más pobres.
En el África subsahariana la violencia sexual comienza a ser una preocupación, aunque existen pocos estudios fiables acerca de la situación en la región. La revista ‘The Lancet’ publica un trabajo realizado en Swazilandia, el segundo país más pequeño del África continental y el más afectado por el VIH del mundo, que dibuja un panorama desalentador.
Los investigadores seleccionaron 1.242 familias en las que había al menos una mujer con una edad comprendida entre los 13 y los 24 años y se entrevistaron en privado con ellas. Además de aportar datos sobre los abusos sexuales sufridos antes de cumplir los 18, proporcionaron información acerca de su salud y comportamientos de riesgo.
Un tercio de las encuestadas había vivido al menos un episodio de violencia sexual durante la infancia. Lo más frecuente era que hubieran sufrido un intento de violación, tocamientos o sexo bajo coacción. Una sexta parte de las chicas entre 13 y 17 años dijo haber sufrido abusos en los 12 meses anteriores a la entrevista. Normalmente, el agresor era alguien conocido (desde un padre a un vecino, pasando por el novio o marido) y el encuentro se produjo en la casa de la agredida, en el colegio o de camino al mismo.
Estas vejaciones “estaban asociadas con un aumento significativo de la probabilidad de sufrir depresión, tener ideas e intentos de suicidio, embarazos no deseados, complicaciones durante el mismo y abortos espontáneos, enfermedades de transmisión sexual, dificultad para dormir y consumo de alcohol”, señalan los autores del estudio.
Los resultados de este primer informe fiable acerca de la violencia sexual en menores en un país africano “deberían disipar la percepción de que África ha escapado de algún modo a esta tragedia global“, señalan Laura Murray y Gilbert Burnham, de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins (EEUU) en un editorial. “La prioridad –continúan- es desarrollar estrategias para prevenir y tratar los abusos sexuales en la infancia”. Medidas que “deben ir más allá de los límites de los sistemas de salud para implicar a las organizaciones comunitarias, ONGs y grupos religiosos”.
Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente el 20% de las mujeres y el 5%-10% de hombres han sufrido abusos sexuales durante la infancia. Es decir, en el mundo hay 73 millones de niños y 150 millones de niñas menores de 18 años que sufren violencia sexual en forma de tocamientos y relaciones sexuales forzadas.
Fuente: Ciencia al día