En los últimos meses, la Revista Nature se ha hecho eco de nuevos casos de fraudes en investigaciones psicológicas. Uri Simonsohn, un psicólogo de la Universidad de Pennsylvania (EE.UU), ha creado un método capaz de detectar inconsistencias en los resultados de las investigaciones.
Por este medio, ha desenmascarado varios casos de manipulación de datos en artículos publicados por algunas revistas científicas, como el de Dirk Smeesters o Lawrence Sanna, ambos psicólogos sociales, que tras la revisión de Simonsohn renunciaron a sus puestos como profesores universitarios.
Todo esto hace plantearse una cuestión: ¿qué puede llevar a un investigador a modificar datos, a pesar de los enormes problemas legales, profesionales y éticos que esto le puede ocasionar?
Los motivos que conducen a falsear los datos e, incluso, los resultados, pueden ser diversos: algunos admiten verse “superados por la presión de publicar” e intentan divulgar gran cantidad de estudios en poco tiempo, otros buscan reconocimiento social y notoriedad, y otros lo hacen, únicamente, con el fin de obtener subvenciones para poder continuar con sus investigaciones.
Asimismo, tal y como se señalaba en un artículo publicado recientemente por Infocop, existe una tendencia por parte de algunas revistas científicas a publicar únicamente los estudios novedosos y con resultados positivos. Esto puede conducir a algunos investigadores a manipular los datos para validar sus hipótesis y poder confirmarlas, pasando así los rigurosos filtros de las revistas científicas, que evalúan la veracidad de las investigaciones. Como consecuencia, las variables de estos estudios son difíciles de manipular y, por tanto, se hace imposible el replicarlos, algo central para el avance de la investigación científica.
Pero, ¿cómo controlar la calidad de estas investigaciones? Como ya hemos comentado, la reproducción de los experimentos es clave para detectar un posible engaño. No obstante, hay ocasiones en las que es necesario realizar varias réplicas antes de poder detectar la falsedad de algunos resultados que hasta el momento estaban sobreestimados. En este sentido, sería importante que algunas revistas cambiaran su política editorial, ofreciendo la posibilidad de publicar réplicas exactas de estudios ya divulgados.
Algunos investigadores sugieren enfatizar la calidad de las publicaciones y no la cantidad, reduciendo el número establecido en los estándares de publicación para el personal universitario, y eliminando de este modo tanto la presión ejercida sobre los investigadores como la necesidad de competir.
Cada vez hay más profesionales como Simonsohn, que deciden no mirar hacia otro lado e intentan buscar soluciones a este problema emergente, con el fin, no sólo de detectar posibles irregularidades en los estudios psicológicos, sino también, de potenciar la confianza en la psicología y en sus hallazgos, para que se perciba como un ejemplo de corrección en cuanto a investigación científica.
Fuente: INFOCOP ONLINE
Llegó a descifrar la estructura tridimensional de las proteínas esenciales para la fotosíntesis. “Es la reacción biológica más importante que existe”, resume Huber. Con brocha gorda, se podría decir que gracias a la fotosíntesis las plantas y algunas bacterias aprovechan el agua y la luz del Sol para formar glucosa y oxígeno. Es una reacción tan importante que, si no existiera, usted no estaría ahí leyendo, porque no tendría nada que respirar. Por este descubrimiento, Huber fue galardonado con el premio Nobel de Química de 1988.
Prácticamente cada célula humana lleva dos metros de ADN plegados en una bolita de 0,01 milímetros de diámetro. Y este libro ultracondensado contiene instrucciones para fabricar una inmensidad de proteínas, como la hemoglobina que transporta el oxígeno en la sangre o los anticuerpos que nos defienden de las bacterias. Las proteínas desempeñan un papel esencial para la vida y Huber, del Instituto Max Planck de Bioquímica, ha pasado su vida estudiando su estructura. Es como un historiador de la arquitectura en el ámbito microscópico. Ayer estuvo en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas dando una charla sobre cómo las células eliminan las proteínas defectuosas o que ya no necesitan.
Totalmente equivocada, es una locura apagar los reactores nucleares alemanes, que están a 10000 kilómetros de Japón, donde ocurrió el accidente de Fukushima. Es un suceos que no puede ocurrir en Alemania. ¡No hay tsunamis en Alemania! Es una absoluta locura, una absoluta locura. Yo aprecio al Gobierno y a Angela Merkel, pero fue una decisión totalmente irresponsable y pagaremos por ella.
Sí, el Gobierno alemán prometió continuar aumentando la financiación a un ritmo constante y espero que mantenga su promesa. No tenemos razones serias para quejarnos. La situación es mucho mejor que en otros países, como España. A lo largo de la historia, los descubrimientos científicos han sido a menudo cosa de los jóvenes, así que hay que apoyar a la gente joven.
Por supuesto. Hay una crisis económica, no sólo en España, sino en el resto de Europa. Y hay que gastar el dinero con más cabeza. La crisis pasará y en unos años ni siquiera hablaremos de ella. Pero si España reduce su apoyo a la ciencia, habrá una generación perdida de jóvenes científicos. La ciencia necesita a los jóvenes y los perdemos con los recortes, como parece que ocurre en España.
Entrevista completa en: Materia
(cc) 2012, Materia Publicaciones Científicas S.L.
La revista The Scientist ha recogido los cinco escándalos científicos más destacados de 2011 y otros cinco cuyo origen es anterior, pero que colearon este año; de ellos, la mayoría atañen a la investigación biomédica. Teniendo en cuenta que el sistema científico implica que los hallazgos se confirmen en diferentes laboratorios, parece inútil siquiera intentar colar datos falsos, pero contra toda lógica hay investigadores que manipulan sus experimentos. Por ello, los científicos Adam Marcus e Ivan Oransky han creado Retraction Watch, un observatorio de los estudios errados, pues, como dicen, «la revisión de los trabajos no termina con la publicación». En sus 16 meses de existencia han incluido ya 250 retractaciones. Se muestran los casos más destacados:
El retrovirus XMRV es ajeno a la fatiga crónica
Todo apunta a que los reactivos químicos y líneas celulares utilizadas in vitro estaban contaminados por el retrovirus. La científica, acorralada, se negó a entregar las notas de sus experimentos y se fue con ellas a California (EE.UU.). En noviembre fue arrestada bajo cargos de felonía, encarcelada y está a la espera de juicio. Este viernes, Science publicó en su edición electrónica la retirada definitiva del trabajo.
Genes y longevidad
El bioestadístico de la Universidad de Boston Paolo Sebastian tuvo que desdecirse de su estudio, en el que se identificaban 19 genes asociados con la longevidad en centenarios. Este verano, al año después de su publicación en julio de 2010, Science se retractó de él, al comprobar que había habido un error en el chip de secuenciación empleado por los investigadores.
Mucho riesgo por una beca
El oncólogo Anil Potti, de la Universidad de Duke, en Durham, tenía abierta desde hacía años una línea de investigación sobre el peso del perfil genético del cáncer de pulmón no microcítico y de mama en la respuesta a la quimioterapia.
Este año, la citada universidad se enfrenta a una demanda interpuesta por los familiares de los pacientes que fallecieron en uno de estos ensayos. Acusan a la institución de fraude y negligencia al permitir que el oncólogo, así como el genetista Joseph Nevin, también de este centro, llevaran a estudio clínico unas hipótesis terapéuticas que no estaban suficientemente contrastadas. De hecho, Potti reconoció este año que estaba utilizando los datos del ensayo para postularse a una beca Rhodes.
¿El arsénico es también vida?
A finales de 2010, la investigadora de la NASA Felisa Wolfe-Simon encabezó el hallazgo de una nueva cepa de bacteria que vivía en el Lago Mono (California) en aparente armonía con el arsénico; no sólo sobrevivía a grandes cantidades del elemento tóxico, sino, lo más importante, lo incorporaba a su ADN en lugar del fósforo, que se considera imprescindible para la vida.
La identificación de GFAJ-1, como se llamó a la bacteria, dio alas a quienes buscan vida extraterrestre, pues implicaba ladrillos bioquímicos de la vida distintos de los que se conocen. Sin embargo, el trabajo no está exento de controversia: se sospecha de las técnicas empleadas para la extracción de ADN y el cultivo de la bacteria.
Ampliar información en: Sin el gen ‘centenario’ ni arsénico en el ADN