Resulta que un tren se dirige a toda velocidad hacia cinco personas que se encuentran amarradas a la vía férrea, pero ustedes tienen la posibilidad de parar el tren arrojando a un desconocido que camina por ahí, ¿sacrificarían esa vida para salvar las otras cinco?. Digamos que ahora, en vez de arrojar al desconocido, tienen la posibilidad de jalar una palanca y desviar el tren por una vía alternativa pero con una persona atada a ella, ¿desviarían el tren y salvarían a las cinco personas a costa de una vida inocente?. ¿Cuál de las dos alternativas es la más aceptable?.
La mayoría de las personas consideran moralmente más aceptable jalar la palanca y desviar el curso del tren (daño previsto) que empujar a un desconocido (daño intencional), así el resultado sea el mismo —sacrificar una vida inocente por la vida de otras cinco.
Los dilemas morales son parte de nuestra vida diaria. Por ejemplo, en el ámbito científico, los investigadores médicos se encuentran con un dilema moral al momento de evaluar un nuevo fármaco para algún tipo de enfermedad mortal. De todos los pacientes que forman parte del estudio, los investigadores deben elegir a un pequeño grupo llamado control que será el que reciba el placebo. Los pacientes del grupo control, al no recibir nada o sólo el tratamiento tradicional, tienden a sufrir más y morir prematuramente. Si bien la elección de los pacientes que formarán parte del grupo control se hace al azar —siguiendo las normas éticas establecidas por los organismos internacionales— y los médicos no saben quienes reciben el fármaco experimental y quienes el placebo (método doble ciego), hay un dilema moral similar al ejemplo anterior —se pondrán en riesgo unas cuantas vidas por salvar muchas otras.
Se considera moralmente más aceptable cuando no hay un daño físico directo a alguien o cuando la consecuencia de un acto no es intencional.
En un estudio publicado en el 2010, un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge demostraron que cuando se incrementaban los niveles de serotonina en un grupo de personas a través del uso de un fármaco antidepresivo, estos tendían a rechazar la opción que involucraba dañar a una persona inocente. El mismo efecto se observó en pacientes con la corteza prefrontal ventromedial dañada.
De estos estudios se pudo deducir que los juicios morales pueden estar controlados por ciertas regiones del cerebro, como la corteza prefrontal ventromedial, a través de neurotransmisores como la serotonina.
El transporte de la serotonina a través del cerebro se da gracias a una proteína transportadora codificada por el gen 5-HTTLPR. En los humanos podemos encontrar dos variantes de este gen: la versión larga (L) y la versión corta (S). Los portadores de la versión corta muestran niveles reducidos de actividad de la serotonina y son emocionalmente reactivos ante las situaciones adversas.
Con estos datos, un grupo de investigadores estadounidenses liderados por la psicóloga Abigail Marsh de la Universidad de Georgetown plantearon que se podría predecir el juicio moral de una persona en función al alelo del gen 5-HTTLPR que posea. Los resultados aparecen publicados en PLoS ONE.
Los investigadores reclutaron a un grupo de 65 participantes voluntarios a quienes se les pidió que juzgaran del 1 al 7 —de menos a más aceptable, respectivamente— 30 diferentes dilemas morales. Además, a todos los participantes se les identificó la versión del gen 5-HTTLPR que poseían para contrastarlo con los resultados de sus juicios morales. De los 65 participantes, 22 tenían las dos copias de la versión larga (LL), 30 tenían una copia de cada una (LS) y 13 tenían las dos copias de la versión corta (SS).
En el clásico ejemplo del dilema moral del tren que mencionamos al inicio de esta entrada, Marsh y sus colegas observaron que todos los participantes estuvieron de acuerdo en que el daño intencional no moralmente aceptable (el ejemplo de empujar al desconocido para parar el tren). Por otro lado, los participantes con el genotipo LL dijeron que era moralmente más aceptable salvar más vidas que no hacer nada, siempre y cuando el daño a la persona inocente no fuera intencional (el ejemplo de desviar el tren para que atropelle a una personas en vez de a cinco). Para las personas con el genotipo SS, esta opción tenía la misma aceptabilidad moral que no hacer nada —no aprobaban esta opción así el daño no fuera intencional.
Estos resultados indicarían que la forma como establecemos los juicios morales cuenta con un factor genético importante, el cual puede ser heredado y transmitido a nuestros hijos. Sin embargo, saber que es está bien y que está mal va de acuerdo a cada sociedad. Para algunas sociedades es peor ser adúltero que ser ladrón, mientras que para otras es al revés.
Por otro lado, hay interesantes variaciones a este clásico ejemplo de dilema moral que demuestran cómo nuestro juicio moral puede ser afectado radicalmente. Por ejemplo, ¿que pasaría si sabes que la persona a la cual tienes la posibilidad de empujar para frenar el tren es un violador de menores o un estafador de bancos?, ¿lo empujarías?. Les aseguro que todos me dirán que sí, a pesar que antes respondieron que no era moralmente aceptable el daño intencional. Aquí el papel de la serotonina ya pasa a un segundo plano. Y como este hay muchos ejemplos más, sin dudas la psicología humana es una área de investigación muy interesante.
Referencia:
Marsh, A., Crowe, S., Yu, H., Gorodetsky, E., Goldman, D., & Blair, R. (2011). Serotonin Transporter Genotype (5-HTTLPR) Predicts Utilitarian Moral Judgments PLoS ONE, 6 (10) DOI:10.1371/journal.pone.0025148
Fuente: BioUnalm