Lamentablemente, muchos han creído que Francisco es un Papa reformista, o progresista, o al menos civilizado. La verdad es que es tan peligroso y nefasto como su predecesor, con el peligro añadido de que tiene un disfraz de oveja impecable.
Hagamos un pequeño repaso.
Durante su gira de reclutamiento infantil en Brasil, Francisco habló enérgicamente contra la legalización de las drogas, pretendiendo intervenir en la política pública de la región, que de por sí ya es de corte enemigo de las libertades individuales.
Juan David Ochoa plantea otras preguntas incómodas que nadie se molestó en hacerle al Papa durante su gira por Brasil:
¿Y ha dicho algo del reintegro de Leonardo Boff, el teólogo de la liberación perseguido y expulsado por contraponer el activismo social a las palabras del libro intocable bajo el mandato de Ratzinger? No. Y repite que viene a renovar las estructuras oscuras de un vaticano pervertido. Hasta hoy su intención amenazante no ha superado la música de la retórica. ¿Dictará el informe final sobre el lavado de activos del banco vaticano? ¿Intentará diseminar las reservas económicas de una larga historia de saqueos perpetrada por su cruz? ¿Se dejará morir en las extrañas circunstancias en que falleció el filantrópico Juan Pablo I? ¿Extinguirá la bula decretada por Juan XXIII, (Crimen Solicitationis) que incita al traslado de parroquia a sus pedófilos, y no a su judicialización ni a su castigo? ¿Expulsará al camarlengo Tarcisio Bertone, antiguo protector del pederasta Lawrence Murphy, acusado por doscientos casos de acceso carnal? No lo creo.
Con la sagacidad de un lobo feroz, en la gira, Francisco evitó tratar los temas como el aborto, la pederastia y el matrimonio igualitario.
Lo dicho, no hay diferencia entre este Papa y cualquier otro – la figura en sí es una amenaza directa a la libertad y la igualdad.
Fuente: DE AVANZADA