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La web de Maco048. Criminología
Las mentes simples casi siempre yerran en sus juicios
La blasfemia y las ofensas a la religión se castigan con la cárcel en la civilizada Europa
Imaginen un país en el que en el año 2012 fueron condenadas 99 personas por blasfemia y que en 2011 otros 119 ciudadanos fueron acusados de este absurdo y medieval delito. Seguramente pensarán que esta nación es una de las docenas de atrasados países del tercer mundo o del intransigente y fanatizado mundo islámico. Pues me temo que se ha equivocado totalmente.
Pues bien, esta medieval nación está muy cerca de España y pertenece a la supuestamente avanzada y democrática Unión Europea. Se trata de Malta, un país en donde el artículo 164 de su código penal establece que
«el que por medio de palabras, gestos, material escrito, impreso o no, o imágenes o por otros medios visibles de otro modo y públicamente maldiga a la religión católica, apostólica romana … será sancionado con penas de prisión de uno a seis meses «.
Ese mismo artículo 164 también establece que los actos similares
«en contra de cualquier culto tolerado por la ley será castigado con una pena de prisión de uno a tres meses»
Vamos que los católicos son más susceptibles y las ofensas hacia el Vaticano y sus acólitos se cotizan al doble que los escarnios al resto de los religiosos alucinados. Cómo se nota que los malteses saben cuál es la única y verdadera religión.
Teniendo en cuenta la reducida población de Malta ese centenar de condenados al año por esta absurda, antidemocrática y prehistórica ley sería equivalente a condenar a 10000 españoles o a 20000 alemanes anualmente por ofender las dementes creencias de tristes e intransigentes alucinados con alzacuellos. Todo un despropósito.
Fuente: Diario de un ateo
Una escuela creacionista de Malta cierra…por falta de alumnos
La “Accelerated Christian Academy” de Mosta, en Malta, incluía en su programa de estudios toda la parafernalia típica de los creacionistas de la Tierra joven: un planeta de 6000 años de antigüedad o que los dinosaurios coexistieron con los humanos. A pesar de que estas barbaridades eran enseñadas en dicha escuela, y de que el Consejo de Europa en su Resolución 1580 recomendaba que no se apoyara la enseñanza del creacionismo en las escuelas, la “Accelerated Christian Academy” pudo abrir sin problemas como centro de enseñanza público en el año 2009.
Sin embargo esta escuela cerrará sus puertas debido a que se han quedado sin un número suficiente de interesados en aprender estos disparates. El ministro de Educación de Malta asegura que no ha habido ningún tipo de presión, siendo prueba de ello el que se le permitiera operar libremente. Pero los alumnos le han vuelto la espalda a estas enseñanzas. Lo que resultaba sorprendente es que con ese programa, todavía haya gente (y son millones) capaz de considerar como certeza científica dichas barbaridades. Uno de los profesores, el pastor Vince Fenech, no solamente enseñaba que hombres y dinosaurios coexistieron, sino que está convencido de que los dinosaurios ayudaron, como bestias de carga, en la construcción de las pirámides de Egipto. Añadida a esta nueva versión de los Picapiedra, se añadía un estudio de la geología basado en el diluvio universal, o de la historia universal encerrada en la genealogía bíblica, desterrando cualquier vestigio humano anterior al año 4004 ane.
Los pocos estudiantes de esta escuela, de edades comprendidas entre los cuatro y los 30 años, a menudo compartían la misma clase. A tenor de lo que allí se explicaba, ese no debía ser un problema, los niños de cuatro años no debían hacer grandes esfuerzos para estar al nivel de los de 30. Y es que otro de los aspectos que se explicaba como histórico era el de la creación de la primera mujer a partir de la costilla de Adán. El pastor Fenech, insistía mucho en que la primera mujer así creada no tenía nombre, llamándose simplemente “mujer”. El nombre de Eva lo adquirió al ser expulsada del paraíso terrenal. Eso lo debía considerar como un dato histórico fundamental para entender nuestra propia historia.
Fuente: La Ciencia y sus Demonios
