Quedan doce años para que el ser humano pise Marte. Los pioneros no serán ni uno ni dos ni tres, sino cuatro. Y no volverán; pasarán el resto de su vida en el planeta rojo. No viajarán hasta el mundo vecino en una nave de la NASA, ni de la ESA, ni de Roscosmos, ni de ninguna otra agencia espacial. No hay detrás de la iniciativa ningún Wernher von Braun ni Serguéi Koroliov. Y sus promotores carecen de experiencia en vuelos espaciales. Aún así, los impulsores del proyecto Mars One aseguran que pondrán a cuatro humanos en Marte en 2025 y esta misma semana han anunciado que, dentro de cinco años, aterrizará una nave robot en el planeta. ¿Será posible?
Desde que John F. Kennedy lanzó a Estados Unidos a la carrera hacia la Luna hasta que Neil Armstrong la pisó, pasaron seis años y diez meses. «Elegimos ir a la Luna no porque sea fácil, sino porque es difícil», dijo JFK en su discurso en la Universidad Rice el 12 de septiembre de 1962. Aquel día, embarcó a su país en una aventura que hoy se antoja de locos. Después del ‘Sputnik’ y el vuelo de Yuri Gagarin, la ventaja de los soviéticos era evidente en la conquista del espacio, así que el más carismático de los inquilinos de la Casa Blanca echó un órdago que su país ganó a costa de volcarse en la empresa. El programa Apollo fue durante una década una prioridad científica y, sobre todo, política, llegó a emplear a más de 400000 personas y costó, hasta 1973, el equivalente a unos 200.000 millones de dólares (145700 millones de euros) actuales.
Si EE UU puso al hombre en la Luna en menos de siete años, podría pensarse que, medio siglo después, doce son suficiente para ir hasta Marte, pero los alunizajes fueron una apuesta a lo grande de una gran potencia que invirtió en ellos miles de millones y puso a trabajar a decenas miles de técnicos y científicos. Frente a eso, Mars One presupuesta su proyecto en 6.000 millones de dólares, una cantidad ridícula si tenemos en cuenta que la misión de ‘Curiosity’, el laboratorio móvil de la NASA que ahora explora el cráter Gale, ha exigido una inversión de 2.500 millones. ¿Va a costar menos del triple mandar cuatro humanos e incontables toneladas de víveres y equipo?
Mars One es una empresa fundada por el ingeniero holandés Bas Lansdorp, cuyo único objetivo es la colonización marciana y que surgió de la nada en junio del año pasado. Entonces, anunció que pondría a los primeros humanos en Marte en 2023, aunque hace unos días ha retrasado el hito dos años. La compañía ha puesto en marcha una recogida de fondos en Internet para recaudar dinero con el que poner en Marte en 2018 un laboratorio similar al ‘Phoenix’ de la NASA, cuya misión costó más de 400 millones y que permaneció activo 125 días en el polo Sur marciano en 2008. Hasta el momento, ha recaudado unos 43.000 dólares, además de haber abierto una tienda con camisetas, tazas y pegatinas.
Ni cohete, ni nave, ni nada
Desde la jubilación de los transbordadores espaciales en julio de 2011, EE UU carece de una nave capaz de llevar a sus astronautas hasta la ISS. La única agencia con esa tecnología es la rusa, Roscosmos, aunque se espera que en unos años SpaceX, la empresa del magnate Elon Musk, disponga de una cápsula para vuelos tripulados que despegaría en lo alto del cohete ‘Falcon Heavy’, lanzador que sólo existe también sobre el papel. Una variante de esa nave sería la que Mars One emplearía en su aventura marciana. Así que ya tenemos el primer problema: quieren poner al ser humano en Marte en 2025, pero no tienen nave ni lanzador, ni hay perspectivas de que nadie vaya a tenerlo dentro de plazo.
Además, hoy en día no existe la tecnología que permita construir una base autosuficiente en Marte. La ISS recibe periódicas cargas de comida, oxígeno y agua, pero es que está a sólo 400 kilómetros de distancia, no a decenas de millones de kilómetros. Un asentamiento marciano como el que plantea Lansdorp tendría que valerse por sí mismo en todos los sentidos, y estar total y perfectamente aislado del entorno. Nada parecido se ha puesto a prueba, a pesar de lo cual anuncian que cada astronauta dispondrá de una especie de apartamento de 50 metros cuadrados Por no hablar de cómo aterrizarían los pioneros -dando gigantescos botes, como en ‘Planeta rojo’ (2000)- o suavemente, como ‘Curiosity’- ni cómo serían sus trajes espaciales para protegerse de la radiación.
Así que, si entre las 78000 personas que se han presentado como candidatas a esta misión sin retorno hay alguien que usted quiera, puede estar tranquilo porque Mars One tiene tantos visos de hacerse realidad como ‘Gran Hermano’ de ser un experimento sociológico. Eso sí, mientras tanto en la web de la compañía holandesa venden productos varios y recaudan dinero para su misión imposible.
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Al igual que hay muchos que todavía hoy piensan que el hombre no llegó nunca a la Luna, también los hay que creen que el rover Curiosity no ha viajado a Marte, y que todo es un montaje de la NASA no se sabe muy bien con qué intención. Para estas personas, el vehículo se encuentra realmente en el desierto de Atacama en Chile.
El pasado 26 de septiembre a la 1:59 UTC la cámara NAVCAM izquierda A tomó esta fotografía:
Al mirarla es fácil de percibir la pareidolia de un hombre de pelo rizado, con gafas de sol y mochila, manipulando algo en el Curiosity. He leído incluso que lo que está haciendo es limpiar los paneles solares, aunque este rover no tiene ninguno. En otros sitios se dice que está limpiando una cámara.
Si miramos un poco más de cerca, vemos que las gafas de sol son un efecto óptico producido por una piedra. La ubicación de las NAVCAM es en lo alto del mástil, y hay dos a cada lado (izquierda y derecha). La perspectiva de la fotografía es por lo tanto la que se indica con la flecha amarilla en la siguiente ilustración:
Teniendo esto en mente, es fácil interpretar la pareidolia. La mano del hombre es realmente el codo del brazo robótico, y el pelo rizado es realmente el cabezal de instrumentos instalado en el extremo del brazo.
Fuente: LA MENTIRA ESTÁ AHÍ FUERA