Hay muchas formas de matar, por Juan Gérvas
Te pueden matar de muchas formas. Hay muchas formas de matar. Pueden meterte un cuchillo en el vientre. Pueden pegarte un tiro en la nuca. Pueden reventar el tren en el que vas a trabajar.
Secuestrarte e «irse de la mano». Quitarte el pan. Llevarte al suicidio. No curarte una enfermedad. Hay muchas formas de matar. Algunas están prohibidas en España.
El día uno de septiembre de 2012 se añadirá una forma legal de matar en España. El uno de septiembre de 2012 se negará la atención sanitaria ordinaria en los establecimientos públicos a los extranjeros mayores de 18 años no registrados ni autorizados como residentes en España (salvo en caso de
embarazo, parto y puerperio). Se autoriza su atención de urgencias por enfermedad grave o
accidente.
El Gobierno de España sostiene que no puede pagar esa atención a enfermos «no urgentes» y con
ello condena a la muerte a los enfermos crónicos del colectivo de extranjeros mayores de 18 años no
registrados ni autorizados como residentes en España. Muerte por SIDA, por ejemplo. Muerte por
cáncer. Muerte por falta de insulina. Muerte por falta de diálisis renal. Muerte sin consuelo en el
paciente terminal. Muerte por tuberculosis. Suicido del esquizofrénico por falta de medicación.
Muerte por enfermedades crónicas que requieren tratamiento vital. Sufrimiento y muertes «legales»
en España.
No será el Gobierno ni ningún parlamentario, ni político alguno del PP el que ejecute a los
extranjeros no registrados ni autorizados como residentes en España. El Gobierno espera que los
profesionales sanitarios cumplan la función de verdugos que les ha asignado, por Ley. Los
administrativos, enfermeras, médicos, farmacéuticos y otros que ofrecen servicios sanitarios
imprescindibles para vivir matarán por negación de atención a los extranjeros mayores de 18 años
no registrados ni autorizados como residentes en España .
El Gobierno de España dice que «hay que cumplir la Ley», pero no da instrucciones concretas por
escrito, pues se podría acusar ante la Justicia al que las firmara de «denegación de auxilio», y puede
llegar a la «omisión del deber de socorro».
El Gobierno de España dice que no se puede objetar la Ley que convierte en verdugos a los
profesionales sanitarios. Pero tolera la objeción contra el aborto voluntario, legal en España. «Esa es
otra cuestión» dicen; «es vida» dicen. ¿Qué hilo se rompe al cumplir los 18 años para que cese el
derecho la vida?
El Gobierno de España, mientras tanto, deja de cumplir con sus obligaciones y hace dejación de sus
funciones y no carga a los sistemas sanitarios de la Unión Europea los servicios que se presta a sus
ciudadanos, en cifra que ronda los 500 millones de euros. Son también extranjeros, pero «de los
nuestros». No hay que matarlos, está prohibido (y tienen quien los defienda).
El Gobierno de España dice que «no puede atender a la población del mundo entero», pero no
permite matar dejando sin atención urgente por enfermedad grave o accidente a los extranjeros no
registrados ni autorizados como residentes en España. Sería demasiado evidente, se podrían hacer
fotografías, entrevistas, relatos y habría un escándalo mundial. Hay formas y formas dematar.
El Gobierno de España lo forman políticos del PP y lo apoyan parlamentarios del PP, con mayoría
absoluta. Quienes votaron al PP nunca pudieron imaginar que iban a ser «cooperadores necesarios»
de muertes, nunca nadie les anunció que serían «cómplices» de quienes matan con una nueva
legislación, negando tratamientos.
El PP es un partido demócratacristiano que defiende una Europa de valores, unida, abierta, más
humana y que abraza la diversidad. Cuesta creer que cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria
pueda decir a los parlamentarios y políticos del PP: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la
herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me
distéis de comer; tuve sed y me distéis de beber; era forastero y me acogisteis; estaba desnudo y me
vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a verme». Contribuyen a avivar las
llamas del infierno en la Tierra, cuesta creer que lo hagan en nombre del Hijo del Hombre.
No hay ahorro, sino negación de atención. Los extranjeros mayores de 18 años no registrados ni
autorizados como residentes en España pagan los impuestos de todos los bienes y servicios que
consumen (al llamar por teléfono a su país, al comprar pan, al utilizar el transporte público, etc).
Esos impuestos cubren parte del gasto sanitario, no se les regalaría casi nada. Pues, además,
consumen menos recursos que los nacionales y muchos menos que los extranjeros de la Unión
Europea.
Los extranjeros mayores de 18 años no registrados ni autorizados como residentes en España podrán
ser donantes de órganos, pero no podrán recibirlos. ¿Los queremos para eso, para que mueran y
extraerles los órganos?
Hay muchas formas de matar. Pueden meterte un cuchillo en el vientre. Pueden pegarte un tiro en la
nuca. Pueden reventar el tren en el que vas a trabajar. Secuestrarte e «irse de la mano». Quitarte el
pan. Llevarte al suicidio. No curarte una enfermedad.
¡Caigan sobre las cabezas de los políticos del PP la sangre y el sufrimiento de tantos que sufrirán y
morirán por aplicación del Real Decreto Ley 162012!
(1) Texto elaborado por Juan Gérvas, médico general, Equipo CESCA, Madrid (España), Doctor en Medicina.
jgervasc@meditex.es www.equipocesca.org A partir de una poesía de Bertold Brecht. Se ruega su difusión. Se
puede «colgar» en páginas y bitácoras (blogs) sin pedir permiso ni notificar al autor.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el general de brigada del Ejército de EEUU S.L.A Marshallllevó a cabo un estudio con miles de soldados justo después de haber participado en un combate. El estudio sugirió que menos del 20 % de los soldados dispararon realmente al enemigo, incluso cuando estaban siendo atacados.
Señala el propio Marshall:
La causa más habitural de fracaso individual en la batalla es el miedo a matar más que el miedo a que te maten. (…) En el momento crucial del combate, el soldado se convierte en un objetor de conciencia.
Para evitar que los soldados sólo fueran a hacer ruido al campo de batalla, el Ejército de los Estados Unidos puso en marcha un nuevo régimen de instrucción con objeto de incrementar la proporción de soldados que dispararan a matar. Este nuevo régimen incluyó que los reclutas ensayaran sin descanso el asesinato del enemigo, disparando sobre dianas anatómicamente verosímiles que caían hacia atrás tras ser alcanzadas.
Tal y como observó el teninete coronel Dave Grossman:
lo que se enseña en este entorno es la capacidad de disparar de forma reflexiva e instantánea. (…) Los soldados se insensibilizan con respecto a la acción de matar hasta que llega a ser una respuesta automática.
Los resultados de esta nueva instrucción fueron espectaculares. Por ejemplo, el propio Marshall estudió que en la guerra de Corea, ya era el 55 % de los soldados de infantería los que disparaban efectivamente sus armas. En Vietnam, la proporción de fuego fue casi del 90 %.
El ejército también empezó a hacer hincapié en la táctica en el campo de batalla, como los bombardeos desde gran altura o el fuego de artillería de largo alcance, que conseguían disimular los costes personales de la guerra. Cuando se lanzaban bombas desde doce mil metros, la decisión de disparar es como girar el volante de un tranvía: la gente se muestra ajena a las muertes resultantes.
Estos resultados confirman que en el ser humano anida algo así como una moral innata, tal y como señala Marc Hauser, psicobiólogo de la Universidad de Harvard: las principales fuentes de nuestros juicios morales no proceden de la iglesia u otras instituciones sino de una herencia biológica que permitió consolidar nuestras sociedades pretéritas.
Fuente: Cómo decidimos de Jonah Leherer