Los delincuentes sexuales adolescentes a menudo son estereotipados y tratados como socialmente inepto, pero una nueva investigación desmiente esta imagen, encontrando que es más probable que se caracterizan por intereses sexuales atípicos – tales como el deseo de los niños pre-púberes, sexo coercitivo con compañeros y adultos, y exponer sus genitales a extraños. Los delincuentes sexuales adolescentes también tienen más probabilidades de tener un historial de abuso sexual sufrido por ellos mismos, estar expuestos a la violencia sexual en sus familias, y la exposición temprana a experiencias con el sexo o la pornografía.
«Si usted entró a un grupo típico de tratamiento para delincuentes sexuales adolescentes, usted podría considerar una gran cantidad de habilidades sociales, como la forma de acercarse a una chica, cómo lidiar con los conflictos y entender la comunicación no verbal», dijo Michael C. Seto , PhD, autor principal del estudio. «Nuestra investigación sugiere que el entrenamiento de habilidades sociales no es lo que los jóvenes delincuentes sexuales más necesitan para ser rehabilitados. Discutiendo la sexualidad – la exposición temprana al sexo o a la pornografía, las fantasías sexuales, y la excitación sexual – es probable que nos acercarnos a la comprensión de por qué el se cometieron delitos y prevenir que otros similares se cometan de nuevo. »
Seto, de Royal Ottawa Health Care Group, and Martin Lalumiere, PhD, de la University of Lethbridge in Alberta, Canada, realizaron un meta-análisis de 59 estudios independientes comparando un total de 3855 delincuentes sexuales masculinos adolescentes con 13393 varones adolescentes no delincuentes sexuales enlas edades de entre 12 y 18 años. Their research is published in the July issue of Psychological Bulletin , published by the American Psychological Association. Su investigación se publica en la edición de julio de Psychological Bulletin, publicado por la Asociación Psicológica Americana.
La incompetencia social es generalmente vista como una característica típica de los adolescentes delincuentes sexuales – una creencia que influye en los programas de tratamiento que hacen hincapié en la enseñanza de habilidades sociales apropiadas. Sin embargo, Seto y el estudio de Lalumière no encontraron diferencias significativas entre los delincuentes sexuales de los adolescentes y adolescentes infractores no relacionados con el sexo,en términos de la competencia social o las habilidades sociales. Esto indica que la incompetencia social no ayuda a explicar por qué algunos adolescentes cometen un delito sexual en lugar de otros tipos de delitos, y pone en entredicho el papel destacado que la formación de habilidades sociales juega a menudo en programas de rehabilitación, dijeron. Otros factores que se citan con frecuencia como explicaciones para delitos sexuales, pero que no contaron con apoyo en el estudio fueron los problemas familiares, incluyendo las relaciones entre padres e hijos, actitudes y creencias sobre las mujeres o cometer delitos sexuales, y si la persona ha tenido experiencias sexuales convencionales.
Los investigadores encontraron que los intereses sexuales atípicas parecía ser una motivación importante para algunos adolescentes que cometen delitos sexuales. Los delincuentes sexuales adolescentes resultaron ser más propensos a tener intereses sexuales atípicos que otros adolescentes infractores. Seto sugiere que los debates de sexualidad deben ocurrir con más frecuencia y más abiertamente con el fin de facilitar la identificación de aquellos que están en riesgo de convertirse en delincuentes sexuales y acilitar su tratamiento. Este cambio puede empezar con más investigación sobre la sexualidad y los delincuentes sexuales.
«Los investigadores en el campo de delincuentes sexuales adolescentes se han centrado en la historia de abuso sexual (más de la mitad de los estudios revisados informaron datos de esta variable), pero han prestado relativamente poca atención a otros aspectos de la sexualidad, centrándose en cambio en los factores no sexuales (por ejemplo, los padres el apego infantil, déficit de habilidades sociales, la psicopatología) «, escribieron los autores. «Nuestros resultados sugieren prometedoras direcciones para la investigación sobre las funciones de la exposición a la violencia sexual, la exposición al sexo o a la pornografía en general y los intereses sexuales atípicos».
Si bien las habilidades sociales no son un determinante importante de los adolescentes infractores sexuales, el aislamiento social es un factor importante.Seto y Lalumière encontraron que los adolescentes delincuentes sexuales tenían más sentimientos de aislamiento social que los adolescentes delincuentes no sexuales.
«Me atrevo a conjeturar que los sentimientos de aislamiento social de los delincuentes sexuales adolescentes surgen como resultado de las normas sociales y el estigma que los hacen difícil hablar sobre la historia d el abuso sexual o necesidades o fantasías sexuales que están fuera de lo que se considera normal», dijo Seto. «Si los adolescentes piensan que no se puede hablar de lo que están pensando o sintiendo, entonces no pueden buscar ayuda y orientación. Fomentar un diálogo más abierto sobre la sexualidad entre los jóvenes y sus padres, maestros y trabajadores de la salud podría ser un elemento clave en la prevención de que los adolescentes cometan delitos sexuales. »
A pesar de que Seto y Lalumière hicieron hincapié en que la mayoría de los adolescentes que son víctimas de abusos sexuales no se conviertan en delincuentes sexuales, el estudio volvió a confirmar que existe cierta relación entre una historia de abuso sexual y delincuente sexual. Los datos sugieren que el abuso sexual se asocia con la probabilidad de que alguien va a cometer un delito sexual por primera vez, pero no predecir quién tiene más probabilidades de reincidencia sexual una vez identificados. Esto sugiere que las actividades de prevención del abuso infantil, además de la importante función de proteger a los niños contra el abuso, en los adolescentes pueden ayudar a prevenir delitos sexuales.
Fuente: EurekAlert!
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La invisibilidad, aceptada socialmente, es el peor problema al que se enfrenta la violencia contra los niños y adolescentes, así como en el trabajo infantil, según ha declarado la representante especial de Naciones Unidas, Marta Santos Pais, en el Congreso Internacional que se celebró en Toledo.
Bajo el título general de ‘Un cambio real para un problema global’, en Congreso que organiza ‘Proyecto Solidario’ con motivo de haberse celebrado 12 de junio el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, Marta Santos ha convenido que debe rechazarse de plano que se considere «normal» en la mayor parte de los países «la violencia».
Ha señalado que, precisamente, esa «invisibilidad» hace imposible que, por un lado, haya estadísticas sobre su impacto real y, además, que no se vean «los efectos negativos en el desarrollo del niño» para aprender y recibir una educación «de calidad» que le ayude a vivir y relacionarse «con adultos y amigos».
El estudio de la ONU, centrado particularmente en la familia, escuela, comunidad y el trabajo, se ha realizado para «llamar la atención sobre esta situación», que ha catalogado de «dramática», y que los países adopten medidas concretas, ha razonado.
Así, ha referido como puntos clave para evitar la violencia, la directa intervención de los Gobiernos y la implantación de una ley que ofrezca un «mensaje claro de que no se permite ningún tipo de violencia contra la niñez», incluidas «las que parecen pequeñas», caso de la humillación y castigo físico en la familia y su entorno.
«El conocimiento de la ley y su utilización es el indicador de su suceso y de su contribución a un cambio social», ha reconocido.
Una tercera recomendación es tener un mejor conocimiento sobre cómo entienden la violencia los afectados para, así, «entender el impacto que supone la privación económica y social».
Por su parte, el Comisionado y autor del estudio, publicado en 2006 y actualizado en el 2007, el brasileño Paulo Pinheiro, ha sido tajante en su valoración: «la mayor violencia se da en la casa, porque hay un muro de silencio y hay una tradición como si los niños fueran propiedad de los padres», ha sostenido.
«Los derechos humanos llegan a la puerta de la casa porque luego mandan los padres», algo que, según ha observado, se debe desterrar para hacer realidad el «espíritu» de la Convención de Derechos del Niño «que prohíbe todo tipo de violencia».
Ha opinado que la originalidad del estudio reside en «escuchar a los niños y adolescentes» y que el tener una ley que responda con claridad a la violencia «ayuda» muchísimo.
Ha lamentado, no obstante, que sólo esté regulada legalmente la prohibición total en 26 países, entre ellos Venezuela, Costa Rica y Uruguay en América del Sur y de habla inglesa sólo en Nueva Zelanda, tachando de «muy malo» que exista en muy pocos países europeos.
El Congreso, iniciado ayer, tiene entre sus participantes a niños de distintos países, como Perú y Bolivia, y las diversas ponencias, debates y grupos de trabajo se desarrollarán hasta el jueves, que se presentarán las propuestas, para el viernes tener lugar la clausura oficial en Madrid, donde se conocerán las conclusiones finales.
Fuente: adn.es
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Su madre, separada y con 48 años bastante castigados por las drogas y el alcohol, le dijo que no. Nada de irse a vivir con su padre, como pretendía el chaval. Seguiría bajo la tutela de su abuela. El crío, de 16, se enfadó tanto que agarró un cuchillo de la cocina y se lo clavó hasta matarla. Acaba de ocurrir en Barcelona, en una comunidad autónoma donde 24 personas murieron a manos de menores en 2008, un 71% más que el año anterior, como alerta la fiscal superior de Cataluña, Teresa Compte. Pero este episodio tremendo no ha llenado titulares como el de las niñas de Seseña. Hace falta que una cría de 14 años, gótica y fría, golpee y arroje a un agujero lleno de escombros a una amiga de 13, con cara de ángel.
El aumento de la violencia juvenil no es exclusivo de ninguna clase social. Tampoco de ninguna región. Las luces rojas saltan en todo el país. El número de chavales condenados se ha disparado un 17% en sólo un año: de los 13631 de 2007 a los 15919 de 2008, el último ejercicio explorado con lupa por el INE y el Ministerio de Justicia. Da igual mirar a Andalucía, con 4126 menores con sentencia firme y casos terribles por cerrar como las violaciones colectivas de dos niñas el pasado verano, que a Galicia. Su fiscal jefe, Carlos Varela, maneja ya los datos de 2009. Los expedientes incoados ascendieron a 1431, un 7% más. En el País Vasco la cosa no anda mejor. Sus jueces impusieron 1.240 castigos, un 19% más que el año anterior. Las estadísticas nacionales del Consejo General del Poder Judicial evolucionan en el mismo sentido, con 22746 sentencias penales dictadas contra menores y una subida anual del 12,5%.
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Hace diez años, los niños robaban. Sigue siendo el delito más frecuente, pero ahora también violan y matan. Diecisiete chicos y dos chicas fueron condenados en el último año por un delito de homicidio. Otros 292, todos varones, agredieron o abusaron sexualmente de alguien y fueron castigados por ello. El abanico es terrible, pero Urra recuerda sobre todo un caso por lo que le dijo el acusado a las pocas horas de ser detenido: «Yo lo he hecho, soy malo, nací malo». Tenía 14 años. Ya ha cumplido 22, así que el psicólogo prefiere llamarle Rafa en vez de Rafita, uno de los cuatro asesinos de Sandra Palo. Es el más famoso por su historial delictivo, con cuatro detenciones desde que saliera del centro de internamiento en un régimen de libertad para muchos demasiado cómodo.
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El 20% justifica la violencia
¿Pero por qué hay tanto niño malo? Psicólogos, fiscales y jueces consultados coinciden en el hecho fundamental de que la delincuencia entre menores ha dejado de ser exclusiva de los ambientes marginales para extenderse por todas las capas sociales. Tampoco es coto exclusivo de los chicos. Las niñas han empezado a maltratar a sus padres -protagonizan uno de cada tres o cuatro casos, según las fuentes-, a acosar a compañeros en las redes sociales e incluso a matar, como en Seseña. El 15% de los 15919 menores condenados en 2008 eran chicas. La proporción de mujeres cae a la mitad en la estadística de mayores de edad.
Luego vienen la televisión y los videojuegos con sus ‘valores’: antes de acabar los estudios de Primaria, un niño español contempla unos 8000 asesinatos y 100000 actos violentos. Por eso no es de extrañar que un 20% de los adolescentes de 12 a 16 años justifique la violencia, según un informe del Centro de Estudios Reina Sofia. De ellos, un 13% se considera agresor o utiliza armas intimidatorias y el 39% siente miedo y rabia sobre los demás.
El perfil del menor delincuente se difumina así cada vez más. Adolescentes de cualquier nivel social, con una percepción equivocada de la realidad y del riesgo, intransigentes, mentirosos, no empáticos e incapaces de responsabilizarse de sus actos y de asumir una frustración. Casi todos conocemos a alguno.
Fuente:[Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE]
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Durante el año 2009 se han sucedido las denuncias a los centros de internamiento de menores, algo que plantea varias cuestiones sobre el tratamiento que otorga la sociedad española a uno de los grupos sociales más vulnerables. Si en febrero de este año fue el Defensor del Pueblo quien realizó un informe en el que se sacaban a la luz los abusos que sufren los menores en muchos de estos centros, en diciembre ha sido Amnistía Internacional (AI) la que ha confirmado esas torturas del siglo XXI. En el centro del debate la cuestión de la privatización de la protección social de los menores.
Las leyes que desde comienzos de esta década regulan las diferentes intervenciones respecto a los menores desprotegidos o a los menores infractores dejan en manos de las empresas privadas -léase ONGs- la gestión de la mayoría de los centros (provisión de los recursos materiales, gestión de los recursos humanos y responsabilidad de la vida de los menores mientras están por algún motivo bajo su tutela). La adjudicación de estos centros se lleva a cabo a través de subastas al mejor postor, en muchos casos, al que menos cobra por la prestación de servicio. Las direcciones de estas empresas de gestión de lo social se encuentran ante la compleja tarea de tener que garantizar la seguridad para que los menores no se escapen del centro, al tiempo que tratan de inculcar un buen comportamiento en el interior del mismo. Además procuran que la labor educativa que se les encomienda pueda ser presentada (representada) en las mejores condiciones a las instituciones que les procuran las subvenciones.
De esta forma, podemos encontrar que las diferentes empresas que dirigen estos centros desarrollan “métodos” terapéuticos, de reinserción, de intervención social, educativa, o como quiera llamárseles, que inciden siempre en un mismo objetivo: controlar la conducta de los menores mientras residen en los centros.
En cualquiera de estos centros podemos encontrar un grueso de jóvenes que provienen de los mismos barrios deprimidos, de familias con bajos recursos sociales, económicos y culturales. Estos menores internados son calificados como conflictivos sociales, o por otra parte, como menores infractores porque están cumpliendo alguna medida judicial por haber cometido algún delito. Por otro lado, hay en estos centros algunos menores de familias de las clases medias que en su mayoría han cometido algún delito grave o muy grave. Los menores de estas familias llamadas eufemísticamente “normalizadas” -los cuales han cometido alguna infracción no muy grave- son etiquetados como “no conflictivos”, lo que les exime de entrar en estos centros, beneficiándose de otras medidas centradas en su hogar.
Para llevar a buen término las misiones que les encargan a estos centros, lo primero es hacer creer a los menores, a los padres, a los educadores, y a la sociedad, que los problemas son de los menores, que son problemas de comportamiento, y nunca reconocer las causas sociales de esos problemas, porque sino, estos centros y esos métodos no tendrían razón de ser. Esta psicologización de los problemas sociales, es decir, la adjudicación de características psicológicas a los problemas de los menores, no hace sino crear estructuras que yerran en su intento de solución individual de los problemas sociales.
Autores: Miguel Ángel Alzamora y Andrés Pedreño
Artículo completo en: Foro Ciudadano
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Irán (antigua Persia) es un país cuyo gobierno todavía condena a muerte a menores de edad. En Irán, hay más de 140 personas en el corredor de la muerte que eran menores de edad en la fecha del delito. Una tragedia que, por desgracia, también se da en otros países como Sudán, Yemen y Arabia Saudí.
Amnistía Internacional busca firmas para denunciar esta atrocidad.
Firma ahora la petición contra la pena de muerte y deja tu mensaje personal en la pared de la embajada de Irán.
Fuente: Amnistía Internacional
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Los delitos y faltas cometidos por menores en el ámbito familiar, esto es la comisión de lesiones o menoscabo psíquico a cualquiera de las personas con las que conviven -normalmente los progenitores- se incrementaron un 15,3 por ciento en el último ejercicio.
Los menores víctimas de abusos sexuales sufren perjuicios derivados de someterse al sistema jurídico-asistencial que pueden llegar a dejarles secuelas psicológicas tan graves como las derivadas de los propios abusos.
Este efecto del sistema sobre los menores se conoce como victimización secundaria y para intentar paliarlo la directora de Infancia y Familia de la Consejería de Igualdad y Bienestar Social, Carmen Belinchón, ha presentado hoy en Cádiz un corto dirigido a los diferentes profesionales que atienden a los menores en esta situación.
Cuando un niño denuncia que ha sufrido abusos sexuales debe contarlo a médicos, psicólogos, asistentes sociales, policía y magistrados en un proceso que a veces dura años y «los abusos que el menor ha sufrido como niño cobran para él una importancia de adulto», ha explicado Belinchón.
«Algunas intervenciones ya se hacen de otro modo, pero es necesario que trabajemos desde la sensatez y la realidad», ha enfatizado Belinchón, porque el sometimiento de los menores a este protocolo los hace sentirse culpables -que ellos han cometido algún mal- y los hastía de tal forma que los convierte en una doble víctima.
La directora de Infancia y Familia ha admitido que «en estos momentos es posible que el protocolo tenga que ser objeto de una adaptación a una nueva realidad, pero sigue siendo una herramienta útil y demuestra que funciona en innumerables casos».
El corto presentado hoy, en el que se narra cómo el proceso al que se somete una niña de 8 años para denunciar los abusos de su tío la insensibilizan y es el propio proceso el que la hace sufrir, será una herramienta de trabajo «para reflexionar, rectificar y subsanar esta victimización secundaria», ha resaltado Belinchón.
Francisco Mena, presidente de la Fundación Márgenes y Vínculos, que ha realizado el corto, ha explicado que la situación que se narra «es habitual porque el 60% de los abusos se producen en el seno de la propia familia a niñas de entre los 6 y 8 años».
Mena ha pedido a las administraciones que «identifiquen este problema porque si un menor que comete un delito tiene un sistema específico para ser atendido, un menor víctima de abusos sexuales también debería tener una intervención especial adaptada a él».
Fuente Soitu.es
Bajo licencia Creative Commons
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Me ha llegado una de esas presentaciones en
cadena, pero nada que ver con esas del tipo “sé feliz, es gratis”. Se
trata de una que recoge el decálogo que ha escrito un juez de menores
en su libro.
El juez granadino Emilio Calatayud, conocido por sus sentencias de
marcado estilo educativo y que ya llegó a la fama tras la difusión
masiva de dos vídeos (éste y éste) de una de sus conferencias, escribe en Reflexiones de un juez de menores las siguentes “normas” extraidas de su experiencia:
Podrá gustar más o menos, pero hay que reconocer que da que pensar un rato.
Emilio Calatayud,
Juez de Menores de Granada.