Se lo conoce como «el reto Charlie», se parece al juego de la ouija, y desde hace días se ha convertido en un furor en las redes sociales, aquí, en el Perú, hace furor en las escuelas donde lo juegan niños y jóvenes; puede algunos que son fácilmente impresionables sientan temor, entonces ¿qué hacer en estos casos? Primero lea este artículo, segundo explíquele lo que leyó a sus alumnos en un lenguaje sencillo.
El juego es muy simple: hay que colocar en equilibrio dos lápices en forma de cruz sobre un papel con las palabras «sí» y «no» y hacerle preguntas a un supuesto demonio de origen mexicano llamado Charlie que contesta moviendo el lápiz hacia una de las palabras.
¿Por qué se mueve el lápiz?
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El indicador o master del ouija y las varitas de radiestesia son apenas dos ejemplos de objetos místicos que parecen moverse solos, cuando realmente los están moviendo las personas que están en contacto con ellos.
El verdadero misterio no es la conexión con el mundo espiritual sino cómo podemos generar movimientos sin darnos cuenta de que los estamos haciendo.
El fenómeno se llama efecto ideomotor y se puede experimentar colgando un pequeño peso -como un botón o un anillo- de una cuerda, idealmente de no más que 30 centímetros de largo. Al tomar una punta de la cuerda con una mano y estirar el brazo hacia el frente, tratando de mantenerlo completamente quieto de manera que el peso cuelgue sin obstáculos, éste empezará a girar, formando círculos pequeños.
Si quien lo está haciendo se hace una pregunta, cualquier pregunta, y decide que si el peso gira en un sentido de las manecillas del reloj significa «sí» y en el otro «no», a pesar de que se esfuerce por quedarse quieto, el peso empezará a girar para responder la pregunta.
¿Magia? Sólo la magia común cotidiana que es la conciencia. No se trata de una fuerza sobrenatural, sino de movimientos diminutos que la persona está haciendo sin darse cuenta.
La cuerda exagera esos movimientos, la inercia del peso permite que se conserven y se acumulen hasta que se expresan un movimiento de oscilación periódica. Ese efecto es conocido como el Péndulo de Chevreul, en honor al científico francés del siglo XIX que lo investigó.
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