Que a estas alturas del siglo XXI existan todavía lugares en la Tierra en los que las enfermedades mentales se consideren delito es una muestra de lo poco que hemos avanzado como civilización y lo cerca que seguimos de épocas no tan pretéritas en donde la superstición, la ignorancia y el fanatismo eran la regla general.
Porque así es como piensan tratar en Pakistán a un pobre desgraciado que dice ser un profeta musulmán. Y todo ello porque en este país como en otros muchos subyugados por el opresivo Corán, cualquier declaración sobre la religión que se salga de los estrictos cánones de la interpretación oficial es siempre sospechosa de blasfemia. El reo deberá pagar también una multa superior a los 11.000 dólares, imagino que para aplacar al santo y reverenciado Mahoma por intrusismo profesional del pobre enfermo mental. Así que ya saben, si quieren declararse profetas mejor que lo hagan dentro de cualquiera de las innumerables sectas que conforman el cristianismo, en donde por cierto no está nada mal visto la aparición de un nuevo mesías y además tienen exenciones fiscales.
Rana Mannan Sajid, periodista pakistaní del diario Daily Khabrain, estuvo en Barcelona la semana pasada, invitado por Casa Asia, para hablar de la historia de Mukhtar Mai, que en 2002 fue violada por cuatro hombres en cumplimiento de una sentencia dictada por un tribunal local.
Seguidamente se muestran fragmentos de la entrevista concedida a Público.es
¿Cómo conoció la historia de Mukhtar Mai?
Mukhtar fue violada por cuatro personas y nadie tuvo ni la fuerza ni la valentía para ir a denunciar el hecho. Además, la policía tampoco movió ningún hilo. Al cabo de una semana, el imán de la mezquita me lo comentó y me dijo que había sido una barbarie. También me contó que habían arrestado al hermano y que la familia había tenido que vender lo único que tenía una vaca lechera para pagar el soborno y poder sacarle bajo fianza. Entonces hablé con el editor de mi periódico y me dijo que me desplazara al lugar. Cuando mandé la noticia salió en primera plana. Los medios internacionales también lo publicaron.
Ella sigue viviendo en el mismo pueblo, Meerwala, donde la violaron. ¿Qué piensa la gente ahora de Mai y de sus actividades en la asociación?
Sí, ella vive donde ocurrió esa barbarie. Hay gente que está en contra porque piensan que lo que ha hecho ella, explicarlo a los medios de comunicación, no es bueno, porque si le han hecho un mal no tendría que explicarlo. No lo ven con buenos ojos. Pero hay otra gente que sí cree que lo que hace Mai les beneficia reciben asistencia médica, jurídica y, además, piensan que no se ha quedado en casa, que ha tenido valentía y está beneficiando al pueblo.
Usted recibió amenazas después de que publicarala historia de Mai. ¿Cómo está este tema ahora?
Lo he pagado caro. En siete ocasiones he sido denunciado falsamente: por tener armas, por explotación laboral, por amenazar o por extorsionar a alguien. Además, mi primo, mi hermano y yo hemos sido víctimas de agresiones y ellos dos, en una ocasión, tuvieron que ser hospitalizados. De hecho, no sé qué pasará cuando llegue el juicio, temo ser encarcelado otra vez porque si yo no hubiera tenido el apoyo del círculo de abogados de la provincia [el Punjab], por la manera como la Policía recogió los testimonios y redactó las denuncias, todavía estaría encarcelado. Estas cosas pasan cuando no hay democracia.
Entrevista completa en Público.es
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