Unas locas argentinas, mis chicas, crearon una página de Facebook que se llama Los obstetras andan diciendo. Como ellas mismas dicen, el objetivo no es escrachar a los obstetras (hacerlos quedar mal, burlarse de ellos) sino, más bien, dar visibilidad a las cosas que se dicen a las mujeres, a las embarazadas, parturientas y puérperas. A veces, poder compartir cómo nos han tratado, empodera. Otras veces, tener en mente las cosas que otras compañeras han vivido, da un poquito más de fuerza cuando nos encontramos en un situación parecida.
El otro día publicaron una lista de preguntas para descifrar si una mujer ha soportado violencia obstétrica. Este Test de Violencia Obstétrica ha sido creado entre varias organizaciones argentinas, incluidas Dando a Luz y Maternidad Libertaria.
Seguidamente aparece la encuesta, cumplimentada por una mujer, sobre su parto en un lugar llamado Montepríncipe. El nombre suena bonito. Está en Bohadilla del Monte (en las afueras de Madrid).
Marco Legal: Ley Nacional N°26485, Ley Nacional N°25929
Mientras estabas internada en la clínica u hospital, con contracciones de trabajo de parto,
1. ¿El personal de salud hacía comentarios irónicos, descalificadores o en tono de chiste acerca de tu comportamiento?
¡Sí! La matrona, que juro que era la reencarnación de la celadora de mi colegio, la que siempre nos retaba por llevar el pelo desatado o la camisa fuera de la falda escocesa, se enojó mucho cuando dejé notar que me hizo daño cuando me puso la vía en el antebrazo. Se molestó. Mi queja fue molesta para ella. ¿Y así, tan quejica, pensaba yo parir? ¡Ja!
2. ¿Te trataron con sobrenombres (gorda) o diminutivos (gordita-mamita-hijita) como si fueras una niña incapaz de comprender los procesos por los cuales estás atravesando?
«La mami», «el papi»… claro.
3. ¿Fuiste criticada por llorar o gritar de dolor, emoción, alegría…, durante el trabajo de parto y/o el parto?
En una clínica cuyo nombre no recuerdo, nos hicimos la ecografía de las 12 semanas. Nos dijeron que nuestro bebé era un niño. Yo, efusiva y expresiva como soy, di un gritito de sorpresa y alegría. El ginecólogo me dijo: «¡Qué exageración!». Yo me puse a llorar. La violencia obstétrica también empieza antes del parto. En el paritorio, la matrona me dijo que pujara, y cuando lo hice me espetó: «Lo haces mal, así no vas a poder parir».
4. ¿Te fue difícil o imposible preguntar o manifestar tus miedos o inquietudes porque no te respondían o lo hacían de mala manera?
Acá me boicoteé a mí misma. Me daban tanto miedo, que no me animaba a preguntar casi nada. Miento: cuando vinieron con el enema pregunté: «Ay… ¿es realmente necesario?». Respuesta: «Que sí, que sí«. Después del parto, con las piernas todavía en alto, mi hijo envuelto esa tiesa sábana verde, en pleno quirófano, pregunté: «Perdón, ¿cómo se llama el médico que me asistió el parto?» ¡Nadie lo sabía! Me sentí como una tarada: alguien sin nombre, que nadie conocía, había sido partícipe (por no decir protagonista) del momento más importante de mi vida. Genial.
5. ¿Se realizaron alguno o varios de los siguientes procedimientos médicos sin pedirte consentimiento o explicarte por qué eran necesarios?
Rasurado de genitales – Enema – Indicación de permanecer acostada todo el tiempo – Rotura artificial de bolsa – Administración de medicación o goteo para «apurar» el parto – Tactos vaginales reiterados y realizados por diferentes personas – Compresión del abdomen en el momento de los pujos – Episiotomía – Cesárea – Raspaje del útero sin anestesia
No me llevé ni cesárea ni raspaje. Para la rotura de bolsa me dijeron: «Abre las piernas. Ya está». Ahora me pregunto: ¿quién abre las piernas sin saber ni siquiera qué le van a hacer? ¿Quién abre las piernas solamente porque se lo mandan? ¿Quién deja que le metan artilugios en la vagina sin explicaciones previas, sin consentimiento? Una niñita educada, desempoderada, sola y no informada de lo hace. O sea, yo hace seis años.
6. En el momento del parto, ¿te obligaron a permanecer acostada boca arriba aunque manifestaras tu incomodidad en esa posición?
¡Claro! Es que… ¿se puede parir de otra forma?
7. ¿Fuiste obligada a quedarte en cama impidiéndote caminar o buscar posiciones según tus necesidades?
Sí, claro. La matrona me vio moviéndome y me echó una tremenda bronca (es que le había desordenado la cama). Y los monitores eran tan importantes… y después, el monitor interno, clavado en la cabecita de mi hijo (sin necesidad alguna, dicho sea de paso).
8. ¿Se te impidió estar acompañada por alguien de tu confianza?
«El padre tiene que salir» para todo. Entra la matrona, «tiene que salir» mi marido, el padre de mi hijo, mi compañero, mi apoyo, mi confianza. Esperó en la puerta del quirófano (perdón, paritorio) hasta que a la matrona le pareció adecuado que entrara.
9. ¿Se te impidió el contacto inmediato con tu hija/o recién nacido antes de que se lo llevara el neonatólogo para control? (acariciarlo, tenerlo en brazos, verle el sexo, hablarle, darle el pecho, etc.)
Levantaron a mi hijo por entre mis piernas un segundo. Después lo tuvieron que protocolear innecesariamente, sin ninguna indicación médica. Me lo devolvieron a los pocos minutos, envuelto en una tiesa sábana verde, diciendo: «Ya irá la enfermera para enseñarte a dar de mamar». ¡Mi hijo quería mamar ya! Pero su madre, decente y obediente esperaría a la enfermera en su habitación como corresponde. ¡No iría yo a sacar una teta en el pasillo de Montepríncipe!
10. Después del parto, ¿sentiste que no habías estado a la altura de lo que se esperaba de ti (que no habías «colaborado»)?
Tardé en tener contracciones (quizás porque no estaba de parto, pero bueno), vomité en la camilla, hice ruidos guturales durante las contracciones (hasta que me retaron y me subieron la dosis de epidural), me cagué encima por el enema y la epidural de caballo que me dieron, no me pude pasar de camilla porque tenía las piernas dormidas, pujé mal. En fin, una vergüenza de parto, lo hice todo mal.
11. ¿Podrías decir que la experiencia de la atención en el parto te hizo sentir vulnerable, culpable o insegura?
Sí. Sí. Pero ojo, eh, que al irme les dejé un comentario en la hoja de satisfacción agradeciéndoles la atención y el profesionalismo, si bien dejaba claro que no volvería por el trato recibido de parte de las matronas (esta mujer que soy va despertando). Aunque, claro, les regalé unas chocolatinas a las matronas al irnos… que nadie diga que no soy una dama.
Si la respuesta a cualquier de estas preguntas es sí, fuiste víctima de violencia obstétrica.
No sé si reír o llorar… o empoderarme, ser socia de El Parto es Nuestro, hablar con mujeres, ser activista… y más que todo: ¡ser dueña de mi cuerpo y defender el de mis hijos!
Ampliar en: Elpartoesnuestro
Alba Lucía Rodríguez Cardona fue condenada a 42 años por infanticidio porque su bebé murió durante el parto.
Ahora, fue puesta en libertad, tras 15 años de haber sido privada de la misma y prejuzgada:
La misma justicia que hace quince años la condenó, ayer le pidió perdón. Y el mismo pueblo que un día le gritó a coro «asesina, asesina», ayer se postró ante su inocencia. Pero Alba Lucía Rodríguez Cardona prefirió callar, a ratos se dejó llevar de la emoción y lloró, y finalmente agradeció que en público se pregonara su total inocencia.
Sucedió ayer en la mañana en Abejorral, municipio del Oriente antioqueño, donde en medio de una pertinaz llovizna, la ministra de Justicia, Ruth Stella Correa Palacio , a nombre del Estado, le pidió perdón a Alba Lucía Rodríguez Cardona por haberla culpado, hace 15 años, de la muerte de su hijo en el momento del parto, hecho por el cual un juzgado le profirió una condena de 42 años y 10 meses de cárcel, la máxima hasta ese entonces impuesta en Colombia.
La ceremonia se llevó a cabo en la plaza principal de la fría localidad. Ante Alba Lucía, sus ancianos padres, su familia y varios colectivos de mujeres, la ministra reconoció la inocencia de la mujer y admitió que en su caso se violaron los derechos a la integridad personal, las garantías judiciales, la protección a la honra, la dignidad y la igualdad ante la ley.
«En mi calidad de Ministra me permito manifestarles a Alba Lucía, sus familiares y amigos que el Estado lamenta profundamente los hechos y condena con firmeza las irregularidades en este proceso judicial».
La Ministra de Justicia expresó su deseo porque casos como este no se repitan y por tener un Estado que garantice los derechos de todas las personas sin distingo de su condición social, política o de género.
Si la Ministra de Justicia -y de paso la Presidencia de la República de Colombia- realmente se creen toda esa charla bonita sobre los derechos sin discriminación, dejarían de mantener el privilegio religioso del que goza la Iglesia Católica y buscarían la legalización del aborto en todos los casos.
Lo demás, es sólo habladuría.
Fuente: DE AVANZADA
Si hay una época en la que corremos un riesgo especial de caer en las redes de la pseudoterapia es la del embarazo, el parto y los primeros meses de vida. Y no me refiero tan solo a los bebés, que pueden encontrarse al venir al mundo con unos padres convencidos de las supuestas «bondades de la homeopatía» o las «maldades de las vacunas2; los padres y, sobre todo, las madres sufren un constante bombardeo de consejos que van desde las formas más «holísticas» y «naturales» de gestar, traer al mundo y criar a un recién nacido, hasta las formas de evitar males de ojo y otros encantamientos mágicos.
Por eso es de agradecer que la Asociación Española de Matronas, con la colaboración del Ministerio de Sanidad, se preocupe de proporcionar cada año y de forma gratuita a cientos de miles de embarazadas un libro como «Los consejos de tu matrona» (pdf).
Y como descubrió@undivaga se les han colado dentro algunas pseudociencias.
Ninguno de estos dos métodos se basa en estudios científicos, y sin embargo aquí están, en una guía nacional repartida por la Seguridad Social con una tirada de más de 3000000 en 10 años (pág. 3 de la propia guía)…