El libro El último inquisidor de Jorge Andrés Hernández hace una radiografía al montaraz de Alejandro Ordóñez, a quien nos pusieron dizque de Procurador General.
El libro ha tenido muy buena acogida y Caracol tiene una reseña interesante:
Para empezar, el autor justificó que el título de «El último inquisidor» está vinculado a que Ordóñez, al igual que los tribunales de la Santa Inquisición, concentra las tareas de investigar y juzgar, idealiza el matrimonio entre Iglesia y Estado y castiga «crímenes de pensamiento y opinión».
«Me parece que Ordóñez ha mostrado muchísimos signos de esa característica inquisidora de perseguir a los que piensan diferente«, agregó Hernández, quien apostilló: «el procurador se ha erigido en una autoridad supraconstitucional que no tiene ningún tipo de frenos, y lo más grave es que ha intimidado a todos los poderes del Estado«.
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Ordóñez ya tomó una postura ultracatólica y de ultraderecha desde la universidad, cuando dedicó su tesis de grado en Derecho a la Virgen María «suplicándole la restauración del orden cristiano y el aplastamiento del comunismo ateo».
Otro sonado episodio de su juventud es la quema de libros en su ciudad natal, Bucaramanga, junto con el grupo católico Tradición, Familia y Propiedad en 1978, cuando ejemplares de Jean-Jacques Rousseau, Karl Marx y Gabriel García Márquez quedaron reducidos a cenizas.
«Él dice con orgullo que él añora el Medievo, es decir, es un hombre que se siente incómodo en un mundo moderno, en un mundo liberal, democrático, constitucional, heredero de la revolución francesa», explicó Hernández.
El procurador escucha música medieval, lee literatura medieval y tiene una réplica de la espada «Tizona» con la que el Cid Campeador combatía a «infieles y paganos» en la España del siglo XI.
Lo más llamativo para Hernández es que el procurador sea caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita, es decir, está vinculado a la causa de los carlistas tradicionalistas del siglo XIX que reivindican el trono español para una rama alternativa a la dinastía actual de los Borbones.
«Ordóñez anhela la reinstalación de la monarquía absoluta a cargo de su alteza real don Sixto Enrique de Borbón (el aspirante legítimo para los carlistas) pero además en un Estado teocrático en el que la Constitución no sea la norma máxima y que no sea una democracia«, en tanto que la voz de un pueblo que sacrificó a Jesucristo no es válida, según Hernández.
Fuente: DE AVANZADA
«A nuestra señora la Virgen María, madre de Dios y madre nuestra, corredentora del linaje humano (…) suplicándole la restauración del orden cristiano y el aplastamiento del comunismo ateo para que brille por doquier la fe católica pues sin ella no hay esperanza para las sociedades y para los hombres«.
Según lo publicó la revista Semana, esta fue la dedicatoria de la tesis de Alejandro Ordóñez, cuando se graduó de abogado en la Universidad Santo Tomás (Colombia) en 1979.
Aunque el sentido homenaje fue escrito hace más de 30 años, ayuda a entender la actual visión política del Procurador de la República y el papel que su fe, y la Virgen María, juegan en la toma de decisiones de este importante ente de control.
Lo he dicho antes, y lo mantengo ahora: las sanciones o absoluciones de la Procuraduría desde el 2008 han demostrado que para Ordóñez, la correcta labor y disciplina de los funcionarios está llena de matices, interpretaciones y áreas confusas, mientras que su vida privada, sus principios de moralidad y sus posiciones sobre temas sensibles para la Iglesia, se dividen entre el bien y el mal.
Espeluznante
El Procurador ha sido práctico en su meta personal. Su objetivo ha sido llevar el mensaje y la moralidad de la Iglesia a los pasillos del poder, y lo ha logrado incluso cuando ha tenido que pasar por encima de la democracia.
Sobre todo porque, como se ha demostrado, por lagunas legales creadas por la Constitución Política de 1991, su labor no está limitada de manera clara y puede tomar decisiones administrativas que van en reversa de las decisiones que se tomaron en ejercicio del voto popular.
Esa amplitud legal sobre sus funciones tiene que ser modificada. Ya que cuando el Procurador tiene una agenda política paralela, como defender los principios rectores de la Virgen María como dice la dedicatoria de su tesis, otras fuerzas terminan por someter la estabilidad democrática.
Y aunque Alejandro Ordóñez y la Iglesia están en todo su derecho de sancionar internamente a los correligionarios que evadan las prohibiciones y directrices del orden cristiano, solo lo pueden hacer con ellos mismos. Así como si cree que es su deber de aleccionar moralmente a sus fieles, solo lo puede hacer para ellos.
El resto estamos en la obligación de entender que el Estado es aconfesional, por lo tanto la democracia, la política y el sistema jurídico sancionatorio deben analizarse, únicamente, desde la perspectiva política y legal, y no religiosa.
Alejandro Ordóñez, a la fuerza, ha gobernado sin gobierno y ha hecho política sin debate. Por eso considero que es el personaje más resaltable del año que termina, ya que ningún otro funcionario representa tanto peligro para la democracia, como él.
Yo voto porque Ordóñez use su derecho político y sea un candidato para un cargo de elección popular y no el Procurador. Y aunque nunca votaría por él, considero que desde ahí tendría la oportunidad de representar a los que se sienten representados por sus planteamientos. Pero solo a ellos.
El resto del país no tenemos que sufrir las consecuencias de sus posturas a la fuerza y su ejercicio de control filtrado por sus creencias religiosas, que arto mucho la he hecho a la estabilidad democrática
El procurador y fundamentalista católico Alejandro Ordóñez criticó severamente el proceso de impunidad que el gobierno Santos está llevando a cabo con las Farc.
Lo irónico del asunto es que los comentarios de Ordóñez también se pueden aplicar a sus amos mentales de la Iglesia Católica, una mafia más peligrosa que las Farc:
[S]ería legitimar la violencia y admitir que una empresa criminal de tantos años produce efectos políticos. Sería decirles que tienen razón, deslegitimar a las víctimas y al Estado.
Curioso que esas palabras provengan de alguien que viola sistemáticamente el carácter laico del Estado en favor de la empresa criminal a la cuál le rinde su devoción religiosa.
Ahh, la doble moral.
Fuente: DE AVANZADA