La Organización Médica Colegial (OMC) ha enviado un escrito de queja ante el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad por un anuncio sobre el cáncer por considerarlo, según la legislación, publicidad prohibida o ilícita
Se trata de un anuncio publicado en la revista Discovery DSalud, que, en su número del mes de septiembre publica un anuncio que dice que «millones de personas que mueren cada año a causa del cáncer porque la quimioterapia y la radioterapia no funcionan» para anunciar la venta de dos tomos sobre el «Cáncer, qué es, qué lo cura y cómo tratarlo».
La OMC ha elevado esta queja al Ministerio de Sanidad por si pudiera constituir algún tipo de delito, tanto penal (delito contra la salud pública) como administrativo (publicidad ilícita y sin autorización) y pide al ministerio que traslade esta queja a la Fiscalía General del Estado y a los órganos competentes de la Administración Sanitaria de la Comunidad Autónoma a fin de se tomen las medidas que procedan, independientemente de que lo formalice también la OMC.
Ampliar en: Redacción Médica
En el blog MedTempus aparece un post muy indicativo de como actúan muchas empresas que ofrecen «productos milagro», basándose en supuestas investigaciones médicas.
Zonair 3D hacía afirmaciones sobre falsos beneficios sobre las burbujas de aire puro, que se indican seguidamente:
Proporciona un tratamiento antienvejecimiento de forma natural
Mejora de la oxigenación física y mental
Un ambiente con el O2 adecuado, favorece el colágeno y la elastina de la piel
Y otros beneficios, que, aunque sí son reales, sólo existen durante el tiempo que el individuo permanece dentro de la burbuja. Como por ejemplo:
Reduce drásticamente el nivel de metales pesados que respiramos en el aire
Elimina la absorción de sustancias cancerígenas producidas por la polución ambiental
Y aquí la opinión, enviada a Zonair 3D, por la autora del blog: Aunque el producto podía resultar muy útil para determinados ámbitos (quirófanos móviles, pacientes inmunodeprimidos, etc) estaba plagado de publicidad engañosa.
Desafortunadamente, dicha opinión no fue bien acogida, quizás porque lo que esperaban era a alguien acrítico que hiciera una complaciente publicidad. Como respuesta a la afirmación, obtuve un burdo intento del director ejecutivo para engañarme con palabrería médica y científica, al más puro estilo Sokal, que cualquiera con unos mínimos conocimientos y sentido común hubiera detectado como un espeso humo de esencias marketinianas.
Al final, no mostraron ningún estudio científico publicado que avalase los supuestos beneficios para la salud, pero sí había muchos coleguitas médicos dándote su palabra firmada de que servía. Con el agravante, además, de que algunas de esas afirmaciones no se sustentan desde los conocimientos médicos actuales.
¿Qué sentido tiene estropear la reputación y credibilidad de una empresa que vende un producto que puede ser muy útil para determinados ámbitos (por ejemplo, quirófanos portátiles) pero que engaña diciendo frases como que es “un tratamiento antienvejecimiento natural” para vender en el mundo de la belleza y cosmética? ¿Merece tanto la pena diversificar y ampliar el ámbito de ventas como para pasarse el rigor científico por el forro cuando se estime conveniente? En cuanto a los médicos, aquellos que realizan informes por encargo con un nulo valor científico, ¿de verdad merece la pena lo que hayan podido pagar por dar una engañosa reputación científica al producto? Aquí, me temo, la avaricia ha roto el saco de los principios éticos.
Artículo completo en: MedTempus
Bajo licencia Creative Commons