Esta abstracta subdivisión se basa sobre la idea que los seres humanos forman grupos biológicamente y hereditariamente diferentes. Son simples descubrimientos utilizados para clasificar arbitrariamente a hombres y mujeres en «mejores» o «peores» y discriminar estos últimos, siempre los más débiles, después de haberlos indicado en momentos de crisis, como los influyentes de todos los males del universo.
La humanidad no está formada por grandes o pequeñas razas. Está formada por personas. Los seres humanos se unen en grupos de individuos, comunidades locales, etnías, naciones, etc., porque condividen historias de vida, ideales, religiones, costumbres, y culturas iguales.
En la especie humana el concepto de raza no tiene un significado biológico. El análisis del DNA humano ha demostrado que la variabilidad genética en nuestra especie, está representada por diferencias entre personas de la misma población, mientras que las diferencias entre poblaciones y continentes distintos son pequeñas.
Justamente, a causa de estas diferencias reducidas entre poblaciones, ni siquiera los científicos más racistas han podido definir de cuántas razas esté constituida nuestra especie y han estimado entre las doscientas y trecientas razas.
Es más que cierto el carácter falso y nocivo construído por el mito nazista de la identificación de los alemanes con la «raza ariana», como resulta difícil identificar a los Ari o Arianos como un pueblo o nación de familia linguística indo-europea. Los datos arqueológicos modernos indican lo contrario: que Europa ha sido poblada en el Paleolítico por una población de orígen africana, de la cual todos los europeos descienden y en el Neolítico pueblos provenientes del Oriente Cercano han poblado una buena parte de Europa.
El origen de los Europeos actuales se remotan a los mismos emigrantes africanos y mediorientales que constituyen todavía hoy, el tejido perennemente vivo de Europa. Los mismos romanos han construido el Imperio uniéndo a personas de diferentes proveniencias como griegos, africanos, judíos, hispanos, fenicios, etc. dándoles el «status di cives» romano.
En Europa no existen razas «italianas», «españolas», «catalanas» «alemanas» o «francesas» etc., existen «pueblos» «italianos», «españoles», «catalanos» «alemanes» o «franceses», etc., y una de las mayores riquezas de estos pueblos es de haberse «mezclado», intercambiando un patrimonio milenario de cultura.
Autor: Rodolfo Faggioni
Fuente: bolpress