“El óvalo de la a cerrado por abajo en Carretera se interpreta como ocultación, falsedad y tendencia a la acaparación”; [Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE]; la r, “con un segundo pie más retraído, habla de una persona llena de sueños y que se cree con fuerza para realizarlos, pero que también puede hacer castillos en el aire y proyectos que se desmoronan”; el 5, “marcado por la cumbre recta, repetida en otros grafismos, confirma sus rasgos de frialdad y de persona envidiosa”; la firma “es rarísima” y “encierra el misterio de todo lo que ha pasado”; [Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE]. Éstas son algunas de las bobadas que han podido leerse y escucharse en los últimos días sobre la personalidad de Rosario Porto, madre de Asunta Basterra, la niña de 12 años hallada muerta el 22 de septiembre en el municipio coruñés de Teo, a partir del análisis de una carta manuscrita y de su firma.
No existe nada parecido a una interpretación científica de la personalidad por la escritura. La grafología es una pseudociencia que, como apuntan los psicólogos Scott O. Lilienfield, Steven Jay Lynn, John Ruscio y Barry Beyerstein en su libro 50 grandes mitos de la psicología popular (2010), debe su inmerecida fama a “la confusión de los grafólogos con los examinadores de documentos cuestionados”, con los peritos calígrafos, que son expertos en determinar falsificaciones y autorías de documentos mediante el análisis de la caligrafía, de las tintas, del papel… El peritaje caligráfico es una técnica; la grafología, una arte adivinatoria, un timo.
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