Como en el cuento de Caperucita, antes de las elecciones el partido mostraba patita de cordero. No era la derecha rancia de toda la vida sino una moderna y liberal. Después emergió el lobo completo, ultraconservador, más fiero aún de lo previsto.
En Abril de 2011, Mariano Rajoy prometía de nuevo que su máxima prioridad sería el empleo. Añadía una solución que no pasó inadvertida a ciudadanos atentos: [Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE]. Los medios recogieron la frase entre líneas, no se atrevieron a reflejarla textual en toda su inmensa profundidad. Pero, en efecto, la reforma laboral demostraría que la pezuña con photoshop correspondía al lobo. Menos sueldo, más horas, y mayor facilidad para el despido. El paro nos cruje, va a más, y asistimos al doloroso desgarro de EREs dramáticos, y en condiciones miserables que ha posibilitado la ley del PP.
La memoria viva de los vídeos de Internet nos muestra la seducción que acabó en maltrato. La subida de impuestos era profundamente insolidaria con las clases medias. Del todo “inaceptable” pagar las “gracietas” del gobierno (del PSOE). El IVA se constituía en el mayor “sablazo” imaginable. Congelar el sueldo de los funcionarios suponía un inadmisible recorte. La sanidad y la educación jamás los tocaría un gobierno del PP. Los pobres tenían que ser menos pobres y la clase media dejar de ser perseguida. Decían: “que se hunda España, nosotros la levantaremos”. Y aseguraban que su gobierno daría “confianza” y se solventaría la crisis.
Aún aleteaban las pestañas y entreabrían la boca, agitaban el tul y marcaban atributos, aún arrullaban con cantos dulces cuando la realidad llegó una vez más disfrazada: las “subidas temporales”, los “gravámenes”, la “regularización de activos ocultos”, los copagos y repagos en sanidad, las exclusiones, el hacinamiento de las aulas, las fiambreras para comer, la subida de tasas en la Universidad, el desplume de la cultura, la ciencia y la investigación, la bajada de sueldos y acoso a los funcionarios que sostienen uno de los sistemas públicos más depauperados de Europa.
De negro riguroso ya, el PP enarbola el látigo para declarar delito –incluso contra el Estado- las protestas de los ciudadanos sojuzgados. Para enclaustrar a la mujer en el papel secundario que tuvo en tiempos de aciago recuerdo: tutelada en sus decisiones y abocada a regresar al hogar por los precisos recortes que se han estipulado. Para envolvernos en toros, inciensos, mantillas, sacristías, recato, escasez, penitencia, cilicios, lutos, la españolización por decreto. Para educar en la ignorancia, la sumisión y el infantilismo. Para culpar a los ciudadanos de los males que les aquejan y eludir toda responsabilidad en los hechos. Para ignorar el llanto y el desamor
Fuente: eldiario.es