Científicos españoles ponen fin al enigma de la sangre del rey Luis XVI supuestamente contenida en el interior de una calabaza y recogida tras su decapitación durante la Revolución Francesa. El análisis del genoma completo a partir de las muestras de sangre indica que el propietario no era el Borbónsino un individuo con rasgos muy diferentes.
La historia de la calabaza y la sangre de Luis XVI daría para una novela de ambiente histórico. A mediados de 2009, un colega italiano contacta con el científico español Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva, en Barcelona, con un extraño encargo. Dos hermanos italianos, miembros de la alta sociedad de Bolonia, se han puesto en contacto con él para comprobar si la reliquia de la que son poseedores – custodiada en secreto en la cámara acorazada de un banco – es auténtica.
La reliquia es una calabaza ricamente adornada mediante técnica pirográfica, que lleva en posesión de una familia de Bolonia desde hace más de un siglo. Sus propietarios estiman que vale más de dos millones de euros y su verdadero valor está en su contenido: un pañuelo supuestamente impregnado con la sangre del rey Luis XVI, recogida a los pies de la guillotina donde fue ejecutado el 21 de enero de 1793. En el exterior de la calabaza aparecen retratados varios protagonistas de la revolución francesa, como Danton o Robespierre, y en una inscripción se explica que Maximilien Bourdaloue, testigo de la ejecución, mojó su pañuelo en la sangre del rey, lo metió en la calabaza y ordenó a un artista parisino su decoración.
En aquel momento no tenían muestras genéticas de miembros de la familia de Luis XVI con quien comparar, pero en 2013 un equipo francés y belga pidió muestras a tres borbones actuales de dos ramas de la familia distintas y comprobaron ya que que el cromosoma Y no coincidía con el hallado por los científicos del CSIC en la calabaza. «Para clarificar el asunto», explica Lalueza-Fox, «nos dijimos: hagamos el genoma completo y miremos más cosas». Y eso es precisamente lo que hicieron y los resultados que publican en la revista Scientific Reports.
«Hemos hecho un análisis funcional global del genoma«, nos cuenta el investigador, «que consiste en mirar rasgos externos de la persona, características físicas, la susceptibilidad a enfermedades… y hemos llegado a la conclusión de que probablemente no es Luis XVI el que está dentro de la calabaza». Además de comprobar que los rasgos genéticos generales difieren, Lalueza-Fox ha encontrado discrepancias físicas que descartan que el propietario de la sangre de la calabaza fuera el rey. «Hemos buscado rasgos que según las crónicas o los testigos tuviera el rey», apunta, «y había dos muy remarcables: uno era la estatura, todos decían que era el hombre más alto de la corte, variantes genéticas y nuestros datos indican que el propietario de la sangre era un individuo el promedio de estatura de la época, bastante bajo«.
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Un proyecto llevado a cabo por las ofesoras del departamento de Fisiología de la Universidad de Sevilla, Susana Pilar Gaytán, Ana María Gómez y María Rosario Pásaro, y la estudiante Johanna Roxy Fernández, ha puesto de manifiesto que el nivel de ciertas hormonas, como la oxitocina, la prolactina o el cortisol, se ve alterado en la mujer cuando es sometida a una situación de estrés prolongado extremo como el producido por la violencia de género. «Incluso cuando la violencia cesa no vuelven a la normalidad de forma inmediata», señala el estudio.
Según las investigadoras, con un simple análisis de sangre se podrían obtener datos “fiables y objetivos” para demostrar que una mujer está siendo maltratada.
Este estudio explica que ya era conocido que los niveles de determinados tipos de hormonas se relacionaban con la resiliencia de la víctima, entendida como la capacidad que tiene la mujer maltratada de recuperarse frente a la violencia. Por ello, “conseguir monitorizar el estado hormonal de las afectadas puede transformarse en una nueva opción de buenas prácticas en la prevención del maltrato o al menos de la reducción de su reincidencia por parte de la víctima”, subraya.
El objetivo de este trabajo ha sido diseñar un protocolo que permita identificar condiciones fisiológicas que, potencialmente, hagan más vulnerables a las víctimas ante la situación de maltrato”, explica la catedrática María Rosario Pásaro.
Una de las técnicas más útiles para detectar restos de sangre es emplear luminol bajo determinadas condiciones, puede emitir luz en presencia de complejos de hierro, como los que siempre están presentes en la sangre.
El siguiente vídeo, es un trabajo de laboratorio escolar, excelentemente presentado por el blog cluster de divulgación científica.
Es posible fabricar luminol con ingredientes caseros. Sin embargo, el proceso es lento y requiere mucho, mucho cuidado pues en la síntesis se emiten gases y líquidos venenosos y corrosivos para la piel. Como mencionan en el vídeo, la síntesis casera del luminol es un ejemplo de lo que puede hacer trabajando un químico orgánico.
Fuente: El tao de la física
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Desde la religión, se da por hecho que la ciencia no puede dar explicación a lo que no lo tiene. Prácticamente es el mismo argumento que anteriormente se repitió en otros misterios a los que la ciencia finalmente ha dado explicación. Muchas veces los supuestos milagros dejan de producirse mágicamente cuando se someten a una investigación científica.
Para nadie será desconocido el caso de las estatuas, normalmente de la virgen María y santos, que «lloran» sangre. Quitando los casos de fraude, ¿puede una estatua llorar sangre sin intervención humana ni divina? La respuesta es que sí que pueden. Se le pueden atribuir dos causas.
La primera tiene nombre de bacteria: Serratia marcescens. Esta enterobacteria, que le encanta vivir en sitios sucios y húmedos, se caracteriza por la producción de la prodigiosina, un pigmento rojo derivado de los carotenoides y pirroles.
La habilidad de las cepas pigmentadas de Serratia marcescens a crecer en el pan ha llevado a la posible explicación de los milagros de transustanciación medievales, en el que el pan de la eucaristía era convertido en el cuerpo de Cristo. Tales milagros fueron llevados por el Papa Urbano IV, instituyendo la celebración del Corpus Christi en 1264.
Otra posible causa de este fenómeno es la presencia de óxido de hierro, que con la presencia de contaminantes o la humedad, producen «sangre».
Fuente: Resolviendo la incógnita