El tráfico ilegal de vida salvaje, desde maderas hasta colmillos de marfil pasando por la pesca no declarada y el comercio de especies exóticas, es ya el cuarto negocio criminal internacional. Solo por detrás del tráfico de drogas, el de bienes falsificados y el de personas, y por delante del comercio ilícito de carburantes, la venta ilegal de especies se ha convertido en una amenaza para la seguridad global que genera entre 23000 y 54000 millones de euros en los mercados negros de todo el mundo, según alertan dos informes de primera magnitud: uno de la organización conservacionista WWF y otro de la OCDE.
El último, el de WWF conocido hoy, ofrece numerosas claves para entender los porqués de un fenómeno que no deja de crecer, y de forma exponencial, en los últimos años. Básicamente, el coste-beneficio de esta actividad delictiva es mucho más rentable para grupos armados y organizaciones criminales. Así, relata el informe, mientras que un furtivo del norte de Sudáfrica puede librarse con una multa (unos 10000 euros), el tráfico de cinco gramos de cocaína implica pasar cinco años en la cárcel.
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