¿Te pareció que el gobierno de Zapatero traicionaba su programa con la reforma laboral que aprobó en 2010, en la que se fomentaba el uso del contrato con indemnización por despido improcedente de 33 días por año para nuevas contrataciones? ¿Te pareció mal que se ampliasen las condiciones a las que podían acogerse las empresas para justificar el despido procedente? ¿Te pareció una medida que atentaba contra los derechos de los trabajadores que, al menos, debía haber sido refrendada presentándola antes de unas elecciones generales? Pues toma dos tazas, porque el gobierno del PP permite despedir mucho más fácil y mucho más barato a todo el mundo tras haber negado en la campaña electoral (¡no hace ni 3 meses!) que fuese a hacer tal cosa.
¿Te pareció una puñalada que el gobierno de Zapatero bajase el salario a los empleados públicos? Pues toma dos tazas, porque el gobierno del PP facilita que las empresas bajen el sueldo a sus trabajadores de forma unilateral tras haberlo negado explicitamente en el debate con Rubalcaba días antes de las elecciones (¡insidias!).
¿Te pareció que Zapatero cambiaba de rumbo su política económica cuando subió el IVA o eliminó el cheque bebé? ¿Te pareció que hacía pagar a las clases medias los costes de la crisis? ¿Te pareció que para estar legitimado para hacerlo debía haber llevado la medida en su programa en las elecciones 2 años antes? Pues toma dos tazas, porque el PP sube el IRPF y el IBI y quita las subvenciones al alquiler tras haber negado por activa y por pasiva que fuese a subir los impuestos cuando se presentó a las elecciones… ¡2 meses antes!
Si te pareció que Zapatero traicionaba a los ciudadanos por aplicar en 2010 frente a la crisis de deuda medidas distintas a las que llevaba en su programa de 2008 (recordemos que entonces el FMI aún pronosticaba crecimientos del 2% y el 3% del PIB para España en 2008 y 2009), ¿qué te parece que el PP aplique medidas que negó una y otra vez cuando se presentó a las elecciones hace menos de tres meses y con pleno conocimiento del alcance de la crisis?
Fuente: El Rey de la Baraja
La caligrafía del presidente del Gobierno sirve de excusa al prolífico César Vidal, en el último número de Época, para decir que José Luis Rodríguez Zapatero es un «acomplejado», un «torpe para relacionar ideas», un «autoritario», un «materialista descarnado», un «receloso -e incluso envidioso- de la gente de talla»… Cinco páginas de insultos y descalificaciones gratuitas a la que el director de la revista, Carlos Dávila, intenta otorgar una inmerecida credibilidad presentando a Vidal como «el segundo autor español que más vende» y su reportaje como «una interpretación grafológica de la personalidad del presidente».
El estudio grafológico de Vidal revela, en realidad, la ignorancia supina de quien lo ha hecho y de quien lo ha publicado. Que un autor venda muchos libros no implica que lo que escriba y diga sea cierto, como muy bien saben los lectores de los traficantes de misterios paranormales. El escritor y locutor de la cadena radiofónica de los obispos es un creacionista declarado, un individuo convencido de que el Diluvio Universal, el Éxodo y otros episodios ficticios del Antiguo Testamento son hechos históricos. Su saber grafológico tiene el mismo fundamento real que la historia bíblica de Adán y Eva, porque la interpretación de la personalidad por la caligrafía es una patraña equiparable a la astrología. Y que Vidal sea «un experto grafólogo» -desconocía esta faceta- es lo mismo que decir que es un experto lector de las arrugas del culo o de los posos del café.
Los grafólogos aseguran que pueden deducir la personalidad de alguien a partir de los rasgos de su escritura, pero lo cierto es que no lo hacen. Los estudios controlados han demostrado que, si no cuentan con más información que la letra impresa, los grafólogos no aciertan sobre el autor de un texto más que los legos. Es decir, lo obvio. La grafología es una pseudociencia que, lamentablemente, se utiliza en ocasiones para la selección personal y que suele salir en los periódicos en épocas electorales a través de la comparación de los rasgos de las firmas de los contendientes, como sucedió en mayo de 2008 durante la carrera hacia la Casa Blanca.
El análisis de la letra del presidente que publica Época resulta insultante para cualquiera con dos dedos de frente porque el fundamento es una superchería equiparable a la lectura de las líneas de la mano. Tiene, además, el análisis de Vidal momentos dignos de incluirse en una antología del disparate. Mi preferido es cuando dice respecto al «notable autoritarismo que se refleja, por ejemplo, en algunas de las tes» del jefe del Ejecutivo: «Se suele denominar a esta te específica la «te del brazo en alto», porque de manera muy peculiar recuerda el saludo fascista y, a la vez, es un signo de autoritarismo». ¡Ahí queda eso!
Considera el grafólogo al sujeto de su infundio -lo sería también si el blanco hubiera sido Mariano Rajoy, Juan José Ibarretxe, Cayo Lara om cualquier otro político- un tonto irrecuperable, un incapaz. A juicio de Vidal, «la enorme dificultad que sufre el autor del texto (Rodríguez Zapatero) para ligar unas letras con otras» lleva a pensar que para él «supone un enorme esfuerzo -esfuerzo que no garantiza el éxito- ver la relación que pueda existir entre dos ideas distintas, por muy cercanas y próximas que le parezcan a la mayoría de las personas». Y concluye el multititulado firmante de libros de éxito: «Sin grandes dotes intelectuales, aunque tampoco pueda decirse que sea un estúpido, el sujeto analizado no parece que pueda aspirar a compensar esa carencia con la constancia del trabajo -a decir verdad, es muy irregular en el cumplimiento de sus tareas- ni tampoco con asesores de valía que le dispensen su ayuda».
Que una tontería así sea el tema de portada de una revista de información política da que pensar, ¿no?
Fuente: Magonia
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