Investigadores han encontrado poca evidencia para apoyar la hipótesis de la corona iónica, que ha sido citada como una posible explicación para el exceso de casos de leucemia en áreas próximas a las líneas eléctricas aéreas de alta tensión en el Reino Unido antes de la década de 1980, según ha publicado The Journal of Radiological Protection.
Esta hipótesis se basa en el hecho de que las líneas eléctricas aéreas de alta tensión crean partículas cargadas en el aire circundante por un proceso conocido como ionización.
En ocasiones, estas partículas iónicas, conocidas como corona iónica, pueden ser arrastradas por el viento y se unen a los contaminantes del aire, como los del tráfico o los del tabaco. La hipótesis de la corona iónica sugiere que las tesis de la contaminación cargada eléctricamente tienen más probabilidades de ser retenidas en las vías respiratorias o en los pulmones y que esto podría llevar a efectos graves de salud, incluyendo la leucemia infantil.
Para investigar esta teoría, los investigadores estudiaron a cerca de 7000 niños en Inglaterra y Escocia que se les había diagnosticado leucemia al nacer entre 1968 y 2008, y que, además, vivían a menos de 600 metros de una línea eléctrica aérea de alta tensión.
El resultado no sugiere que la exposición la iónica explicara el patrón de aumento de las tasas de leucemia cerca de las líneas eléctricas aéreas de alta tensión de décadas anteriores.
Como en años anteriores IBM ha presentado predicciones “5 en 5”, una serie de innovaciones que podrán cambiar la forma en que las personas trabajarán, vivirán e interactuarán en los próximos cinco años. Las predicciones “5 de 5” de IBM de este año exploran la idea de que todos los objetos podrán aprender, gracias a la nueva era de sistemas cognitivos en la que las máquinas van a razonar y participar con nosotros de una manera más natural y personalizada.
Una de las cinco predicciones que definirán el futuro inmediato tiene que ver con la medicina, y es la siguiente: los médicos usarán regularmente el ADN de los pacientes para mejorar su salud.
A pesar de los extraordinarios avances en la investigación y en el tratamiento del cáncer, su incidencia se ha incrementado en más de un 10 por ciento desde 2008. No en vano, afecta a más de 14 millones de pacientes en el mundo y se cobra la vida de 8,1 millones de vidas cada año, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Ante tal realidad, podemos ya imaginar que el tratamiento algún día sea más preciso y que los ordenadores puedan ayudar a los médicos a comprender cómo un tumor afecta a un paciente a través de su ADN y a presentar los medicamentos más indicados para atacar la enfermedad.
En cinco años, los grandes volúmenes de datos y los sistemas cognitivos ??en la nube, junto a los avances en la investigación y las pruebas genómicas, podrían ayudar a los médicos a diagnosticar con precisión el cáncer y a crear planes personalizados de tratamiento para millones de pacientes en todo el mundo. Las máquinas inteligentes analizarán extensos archivos de registros médicos y de publicaciones, los aprenderán y rápidamente proporcionarán una respuesta específica para los oncólogos sobre las opciones de tratamiento. Aunque la atención personalizada del cáncer a nivel genómico ha estado en el horizonte desde que los científicos secuenciaron por primera vez el genoma humano, realmente son pocos los médicos con acceso a las herramientas y el tiempo para evaluar los conocimientos disponibles a este nivel.
Sin embargo, dentro de cinco años, los sistemas cognitivos ??en la nube podrían hacer que tal medicina personalizada esté disponible a una escala y una velocidad únicas.
Estos sistemas están destinados a ser aún más inteligentes en el futuro, gracias al aprendizaje de las personas, la información genómica y la respuesta a los medicamentos, lo cual podría también proporcionar opciones de tratamiento personalizadas para derrames cerebrales o enfermedades cardíacas. A través de la tecnología en la nube, la asistencia sanitaria más inteligente podría llegar a más personas y en más lugares, además de proporcionar el acceso a información vital a una comunidad global de profesionales de la salud.
Fuente: Primum non nocere 2013
Hace unos días llegó a la página de Facebook del Círculo Escéptico Argentino una imagen que no sólo carecía de fuente y contenía falsedades, sino que era una de esas cosas que directamente son fractalmente falsas. Es decir, que son falsas a cualquier nivel de análisis.
De arriba hacia abajo tenemos:
La OMS no clasifica a la radiación emitida por los celulares como “carcinogénica para los humanos”. Ésta se encuentra en el grupo 2B que es descripto como “posiblemente carcinogénicos para los humanos”. Esto no es una cuestión semántica ya que “carcinogénico para los humanos” es la descripción del grupo 1.
En el preámbulo a la clasificación de la International Agency for the Research on Cancer (IARC) explica que el grupo 2B involucra agentes para los cuales no hay suficiente evidencia para decir que son carcinogénicos pero sí hay datos relevantes que hacen levantar sospecha. Algunos miembros notables de este grupo son el café, la carpintería, y los vegetales en salmuera, además de otros 269 agentes que pueden consultar en este link.
Los grosores del cráneo son erróneos. El grosor promedio del cráneo de un adulto es entre 6 y 7 mm. En la zona más cercana a la antena de celular el grosor adulto ni se acerca a los 2 mm expuestos en la infografía.
Finalmente, además de tener falsedades, hay una serie de medias-verdades:
No es la intención de este post resumir el estado de la evidencia sobre la relación entre los teléfonos celulares y el cáncer. Según una revisión sistemática reciente, no hay correlación entre el uso de celulares y el cáncer.
Ampliar en: LA MENTIRA ESTÁ AHÍ FUERA
Los niños y adolescentes que usan el teléfono móvil habitualmente no corren un mayor riesgo de sufrir un cáncer cerebral que los que no lo hacen, aseguran los autores de un estudio cuyas conclusiones se publican en el último número del Journal of the National Cancer Institute, la revista de investigación contra el cáncer más importante del mundo. A pesar de la inquietud social por los riesgos del móvil en los más jóvenes, no había hasta ahora ninguna investigación sobre la posible relación entre el uso de este dispositivo y los tumores cerebrales en ese grupo de población. Ésta es la primera y no deja lugar a la duda: “De acuerdo con prácticamente todos los estudios realizados en adultos expuestos a las ondas de radiofrecuencia, no existen pruebas convincentes de que los niños que usan teléfonos celulares tengan un mayor riesgo de desarrollar un tumor cerebral que los niños que no lo utilizan”, indican en un editorial adjunto John D. Boice y Robert E. Tarone, del Instituto International de Epidemiología, una organización integrada por investigadores del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.
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