Obvio, pero hay que repetirlo. Si el tiempo de decoherencia de un cubit individual es menor que el tiempo de ejecución de un algoritmo que utilice cientos de estos cubits, entonces el algoritmo ejecutado es clásico, aunque use cubits. Umesh Vazirani (UC Berkeley, EEUU) y varios colegas han construido un modelo clásico de la máquina de D-Wave que explica todas sus ventajas “cuánticas” (sus suspuestas correlaciones cuánticas no locales entre cubits lejanos). Un modelo (clásico) de campo medio efectivo que aproxima el algoritmo de recocido cuántico. Malas noticias para D-Wave que pronto verá como se cae su castillo de naipes. El artículo técnico es Seung Woo Shin, Graeme Smith, John A. Smolin, Umesh Vazirani, “How “Quantum” is the D-Wave Machine?,” arXiv:1401.7087 [quant-ph], 28 Jan 2014.
En el nuevo modelo clásico, cada cubit en la máquina de D-Wave se reemplaza por un imán cuya dirección está en el plano XZ; el acoplo entre cubits se simula por una interacción dipolo-dipolo entre los imanes vecinos; y el efecto del recocido cuántico se simula mediante un campo magnético externo cuya intensidad se atenúa. Lo más interesante del nuevo modelo clásico no es que simula las correlaciones “cuánticas” no locales observadas en la máquina de D-Wave, sino que además muestra que su comportamiento está controlado por un número pequeño de cubits “efectivos” llamados supernodos (que determinan el número de puntos de equilibrio del modelo). El algoritmo “cuántico” con 108 cubits publicitado el año pasado por D-Wave (parte izquierda de la figura) equivale a un algoritmo clásico con sólo 16 supernodos (parte derecha de dicha figura).
Ampliar en: La Ciencia de la Mula Francis
En los últimos meses hemos visto como han ido avanzando el surtido de impresoras 3D, llegando a aparecer equipos para imprimir recetas, dulces o siendo útiles en diferentes campos científicos. La novedad es Mark One, la primera impresora 3D capaz de imprimir con fibra de carbono.
Los beneficios de trabajar con fibra de carbono son muchos: más resistente y rígido que el ABS (Acrilonitrilo butadieno estireno). De esta manera, sería un material muy beneficioso para crear prótesis, uno de los usos más prometedores de esta tecnología. En palabras de Gregory Mark, copropietario de Aeromotions, la compañía responsable, es una oportunidad para llevar este material «desconocido» a más público.
La apuesta de esta compañía es reducir los costes para trabajar con la fibra de carbono. De todos modos, la Mark One podrá trabajar con otros materiales más «comunes»: fibra de vidrio, nylon y PLA (poliácido láctico). Como es de esperar, el precio es un poco más elevado que el resto de alternativas: 5000 dólares y aceptarán reservas a partir del mes de marzo.
Fuente: ALT1040
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