La Agencia española de Protección de datos alerta de la proliferación del crecimiento de la videovigilancia privada cuyo material acaba a menudo en la red a través de portales como Opentopia, que permite visualizar miles de webcams de todo el mundo.
La circulación de todas estas imágenes es ilegal según la Ley de Protección de Datos, porque la imagen es un dato de carácter personal que no se puede ceder a terceros sin su consentimiento. El problema no es solo de Opentopia, sino, sobre todo, de quien no custodia de forma correcta sus grabaciones.
El Gran hermano que todo lo ve no está solo promovido por los poderes públicos. Colegios e institutos, taxis, urbanizaciones, hoteles, piscinas, aparcamientos, garajes privados, supermercados, bancos, el metro, el tren, el autobús, la empresa en la que trabaja… cada vez son más los lugares en los que su imagen queda grabada.
El director de la Agencia de Protección de Datos española, Artemi Rallo, habló la semana pasada en el Congreso de la existencia de un «desarrollo imparable»de la videovigilancia privada. Los sistemas instalados y comunicados a la Agencia han pasado de 10 en 2003 a 3.00 en 2007. Los no comunicados son infinitamente superiores y van desde actividades de seguridad a «fisgoneo» o voyeurismo.
Solo el metro de Madrid dispone de más de 3000 cámaras. En estos casos las filmaciones cumplen los preceptos legales «que no están del todo claro- pero de ninguna manera se puede permitir la distribución universal de lo recogido por las cámaras.
No hay ley específica que regule la videovigilancia privada aunque son de aplicación la Ley de Derecho al Honor, Intimidad y Propia Imagen, la Ley de Protección de Datos, la Ley de Seguridad Privada y las instrucciones de la Agencia de Protección de Datos.
El uso de la videovigilancia como última alternativa, la comunicación expresa a los ciudadanos de que son grabados, no grabar en espacios públicos, borrar las grabaciones en el plazo de un mes o la contratación de compañías de seguridad autorizadas para gestionar los sistemas, son preceptos que incumplen sistemáticamente particulares y empresas.
Y, desde luego, cederlas a terceros o colgarlas en Internet está absolutamente prohibido como se recalca en el interesante reportaje de ELPAIS del que nos hacemos eco y que podéis leer completo AQUÍ
Fuente: The Inquirer
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