El 3 de mayo de 1978, 600 usuarios electrónicos de Arpanet -la red embrionaria de lo que sería internet- recibieron simultáneamente un mismo mensaje.
Se trataba de publicidad, la publicidad sobre el nuevo equipo de computadores que Gary Thuerk, jefe comercial de una empresa de ordenadores de Massachussetts, había enviado a través de la Red, como informa El País. La respuesta de algunos de los primerizos internaturas que recibieron este primer spam –correo electrónico basura– no se hizo esperar: «»Ha sido una violación flagrante del uso de Arpanet, un claro abuso», dijeron.
En aquella época, todas la direcciones eran públicas y aún no existía la tentación de utilizarlas de manera lucrativa o abusiva. Así pues, pronto el debate cesó y el debate sobre el spam no se reabrió hasta la de’cada de los 90. des entonces, los progresos informáticos han corrido tanto como la ambición de los programadores que desean ‘asediar’ a los consumidores internautas.
La fecha clave fue 2003. Entonces, el virus Sobig, que se autodisparaba de una cuenta de correo a otra, marcó el punto de inflexión definitivo. Los niveles de spam pasaron del 30% al 60% antes de que acabara el año. Y siguieron creciendo a un ritmo del 10% anual hasta nuestros días.
Las cifras son demoledoras. Se envían unos 193.000 millones de correos electrónicos al día. Dos millones cada segundo. La inmensa mayoría, sin embargo, es spam; en torno al 74%, según el último informe trimestral de la empresa antispam MessageLabs, una de las más potentes, con clientes de la talla de Citygroup y la OTAN.
En relación a su contenido, hay para todos los gustos: anuncios que ofrecen viagra o medicamentos de nombre impronunciable, alargamientos de pene, hipotecas milagrosas, acciones de una empresa desconocida a precio de ganga, relojes, o chicas y chicos «calientes«, también han florecido las empresas y los técnicos de seguridad informática que se encargan de bloquearlos. Aun así, unos 78.000 correos indeseados alcanzan al destinatario al final de cada jornada.
Fuente: 20minutos.es